Las imágenes que ilustran esta entrada pertenecen a la versión en cómic de Martin Ernsten editada por Nordica libros. |
La novela inaugura el siglo XX y la narrativa contemporánea. Lo dice el propio escritor:
Un libro sobre las delicadas oscilaciones de una vulnerable alma humana, sobre esa extraña vida de la mente, sobre los misterios de los nervios en un cuerpo consumido por el hambre.
Hambre se aleja del realismo a través de subjetividad extrema y describe lo que ocurre en la mente de un personaje extremista, idealista y loco. No obstante, se aleja del Romanticismo porque el narrador no describe, sino que construye la realidad, el universo, desde su perspectiva. Como Picasso o Kandinsky.
Si Cervantes reinventa la novela como herramienta de indagación a través del choque de perspectivas y la relación dialéctica entre los personajes y el entorno, Hamsun recrea el proceso en el que los sentimientos más profundo de un ser humano generan, como una divinidad un mundo a su imagen y semejanza, de acuerdo a sus necesidades de gozo y castigo.
Algunos ejemplos. Casi al comienzo de la novela ocurre el encuentro con la heroína romántica, un personaje antagonista femenino del que nunca sabemos nada. Ni siquiera su nombre. Simbólicamente, el narrador protagonista la bautiza simbólicamente como 'Ylayali', es decir, la reinventa, le da forma y sentido a su existencia.
Me detuve y dejé que me adelantara de nuevo; no podía seguir caminando, todo me parecía muy extraño. estaba muy irascible, irritado conmigo mismo por lo que había sucedido con el lápiz y exultante en extremo por toda esa comida con que había obsequiado a mi vacío estómago. De repente, mi pensamiento toma caprichosamente una extraña dirección, se apodera de mí una curiosa inclinación a infundir temor a esa dama, a seguirla e incomodarla de algún modo. La alcanzo de nuevo y la adelanto, me vuelvo de repente y me encuentro con ella cara a cara. me quedo mirando sus ojos azules y en ese mismo instante invento un nombre que jamás había oído, un nombre con un sonido melódico y nervioso: Ylayali.
Durante todo el texto, la realidad que explica el protagonista refleja un desequilibrio entre su autoconciencia en soledad y su inseguridad en sociedad. Lo vemos cuando describe sus proyectos literarios que le darán renombre y le confirmarán como un genio, sacándole del pozo en el que se encuentra actualmente. Pero especialmente en su encuentro con una prostituta. El protagonista lo narra, siempre desde su perspectiva, pero al leerlo, nos efrece la sensación de que a realidad podría ser algo diferente:
En Stortingsplass me topé con una muchacha que me miraba fijamente conforme me iba acercando a ella. ¡Buenas noches!, dije. ¡buenas noches!, y se paró. Hum. ¿Cómo andaba sola tan tarde? ¿No era un poco arriesgado para una joven pasear por karl Johan a esas horas? Ah, no? Bueno, pero no la importunaban nunca, quiero decir, no la invitaban a ir con ellos? La muchacha me miró extrañada, escruto mi rostro preguntándose que qué quería decir con eso. De repente me cogió del brazo y dijo: ¡Vámonos!
La seguí. Cuando hubimos dado algunos pasos junto a la estación de coches, me detuve, logré desprenderme de su brazo y dije: Escucha, amiga mía, no tengo ni un øre. Y me dispuse a marcharme.
Al principio no quiso creerme, pero después de palpar mis bolsillos y no encontrar nada, se enfadó, echó la cabeza hacia atrás y me llamó tonto. Buenas noches!, le dije. ¡Espere un poco!, gritó. ¿Son de oro sus gafas? No. ¡Váyase al infierno, entonces! y fui.
AL poco rato echó a correr tras mis pasos y volvió a llamarme. Puede venir conmigo aunque no tenga nada, dijo. me sentí humillado por la oferta de una pobre prostituta y dije que no. Además era muy tarde y tenía que acudir a otro sitio y, por otra parte, ella tampoco podía permitirse sacrificios de esa clase.
Sí, ahora quiero que venga conmigo. Pero yo no quiero ir con usted así. Entonces seguro que va a ver a otra, dijo. No, contesté. ¡Ay!, no había mí ninguna chispa aquellos días, las muchachas se habían vuelto como hombres para mí. La miseria me había dejado seco. Pero tuve la sensación de encontrarme ante una situación lastimosa ante esa prostituta poco común y decidí salvar mi honor.
¿Cómo se llama usted?, pregunté. ¿María? ¡Ahora escúcheme, María! Y me puse a explicar mi conducta. La muchacha estaba cada vez más asombrada. ¿Había creído acaso que era de esos que recorrían las calles por las noches a la caza y captura de muchachas? ¿De veras pensaba tan mal de mí?¿Le había dicho algo indecoroso? Se comportaba como yo la gente de malas intenciones? Tan solo le había hablado y seguido un par de pasos para ver hasta dónde llegaba. Por cierto, me llamaba Fulano de tal, pastor tal. buenas noches! ¡Vete y no peques más!
Más información:
Versión cómic de Nordica libros.
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