lunes, 29 de septiembre de 2014

Retrato del artista adolescente. James Joyce


El retrato es una obra en proceso: conduce al Ulises. En cierto sentido explica su origen. Poco tiene que ver que Stephen Dedalus reaparezca en el Ulises como Telémaco buscando a una figura paterna: no es el mismo personaje, solamente comparte su nombre. El Stephen Dedalus del retrato es Joyce.

Novela de aprendizaje en dos sentidos:

1.  Adolescente cuya subjetividad se desarrolla a lo largo de cinco episodios que recorren desde su infancia hasta la universidad. La educación sentimental y cómo el artista desde joven (sin proponérselo) se aparta de los demás germinando en su interior la materia prima de su obra futura.

2. Pero también novela de aprendizaje para Joyce que la utiliza como laboratorio donde probar diferentes técnicas narrativas que luego utilizará y desarrollará en el Ulises. Más que técnicas, puntos de vista del narrador que coinciden (y se desarrollan) con las sucesivas etapas de la vida del protagonista.



Algunas veces traducen el libro como Retrato de un artista adolescente, UN. Pero en realidad habría que traducirlo como Retrato del artista adolescente. DEL.  Porque habla del proceso en el que "el artista" (todo artista) descubre aquello que será la materia de su obra: después de ese periodo todo el camino de la creación no será más que recuperar aquellas impresiones y tratar de darles sentido. 

Pero también retrato "DEL artista". De él. El único. De James Joyce. Un libro que habla de "la convicción en sí mismo" que le condujo a escribir una de las obras que más lejos han llegado en la literatura.




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sábado, 20 de septiembre de 2014

Los Heraldos Negros. César Vallejo



De las seis secciones de Los heraldos negros, no es hasta la penúltima cuando aparece por primera vez César Vallejo de una manera rotunda. Hasta entonces, todos los poemas del libro no son más que un ensayo. Evidentemente, pruebas que mientras se componían no eran consideradas como un entrenamiento artístico, por lo que en esencia (independientemente de su valor formal) son testimonio sincero del desgarramiento profundo del poeta y presentan el desarrollo de un nuevo lenguaje de una fuerza emotiva sin precedentes.

Pero a fin de cuentas, pruebas, estos primeros poemas, en los que Vallejo debió de darse cuenta de que las formas y los usos poéticos (el lenguaje) no le permitían expresar "la verdad" de su vida interior. Porque obviamente Vallejo es de esos escritores que entienden que el arte y la vida es una misma cosa. 

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

El primer verso del libro, en el que queda claro que lo importante es aquello que no puede expresarse. O por ejemplo:

Las piedras no ofenden; nada
codician. Tan sólo piden
amor a todos, y piden
amor aún a la Nada.

Y si algunas de ellas se
van cabizbajas, o van
avergonzadas, es que
algo de humano harán...

Madre nuestra, esta mañana
me he corrido con las hiedras
al ver la azul caravana
de las piedras
de las piedras
delas piedras...

Pruebas, decía, en los que el poeta trata de encontrar una pregunta: cuando la encuentra y toda su obra será la búsqueda de la respuesta.



En estas dos últimas secciones del libro, Truenos y Canciones de hogar, deja por fin atrás (se libera) de los vicios y las preconcepciones del romanticismo, del modernismo y de la poesía simbolista para adentrarse en algo que todavía no tenía nombre: el lenguaje individual: lo que se aleja de las corrientes y tendencias: lo verdadero en el arte.

Y este lenguaje (el hallazgo) pasa por la disonancia y la asimetría. Las complejidades de la poesía de Vallejo no son consecuencia de una experimentación gratuita, ni la intención rupturista forzada (las cuatro primeras secciones del libro son la prueba) sino la demostración de que las convenciones del lenguaje escrito y las del lenguaje hablado pueden ser insuficientes para expresar aquello que existe y es real en la vida oculta, la vida interior. Vallejo no tiene otra alternativa. 


En las tiendas griegas

Y el Alma se asustó
a las cinco de aquella tarde azul desteñida.
El labio entre los linos la imploró
con pucheros de novio para su prometida.

El Pensamiento, el gran General se ciñó
de una lanza deicida.
El Corazón danzaba; más, luego sollozó:
la bayadera esclava estaba herida?

Nadal Fueron los tigres que la dan por correr
a apostarse en aquel rincón, y tristes ver
'los ocasos, que llegan desde Atenas.

No habrá remedio para este hospital de nervios,
para el gran campamento irritado de este atardecer)
Y el General escruta volar siniestras penas
allá ................................

en el desfiladero de mis nervios!




Ágape

Hoy no ha venido nadie a preguntar; 
ni me han pedido en esta tarde nada. 

No he visto ni una flor de cementerio 
en tan alegre procesión de luces. 
Perdóname, Señor: qué poco he muerto! 

En esta tarde todos, todos pasan 
sin preguntarme ni pedirme nada. 

Y no sé qué se olvidan y se queda 
mal en mis manos, como cosa ajena. 

He salido a la puerta, 
y me da ganas de gritar a todos: 
Si echan de menos algo, aquí se queda! 

Porque en todas las tardes de esta vida, 
yo no sé con qué puertas dan a un rostro, 
y algo ajeno se toma el alma mía. 

Hoy no ha venido nadie; 
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!


El tálamo eterno

Sólo al dejar de ser, Amor es fuerte!
Y la tumba será una gran pupila,
en cuyo fondo supervive y llora
la angustia del amor, como en un cáliz
de dulce eternidad y negra aurora.
Y los labios se encrespan para el beso,
como algo lleno que desborda y muere;
y, en conjunción crispante,
cada boca renuncia para la otra
una vida de vida agonizante.
Y cuando pienso así, dulce es la tumba
donde todos al fin se compenetran
en un mismo fragor;
dulce es la sombra, donde todos se unen
en una cita universal de amor.



Espegersia

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Todos saben que vivo, 
que soy malo; y no saben 
del diciembre de ese enero. 
Pues yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Hay un vacío 
en mi aire metafísico 
que nadie ha de palpar: 
el claustro de un silencio 
que habló a flor de fuego. 

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Hermano, escucha, escucha... 
Bueno. Y que no me vaya 
sin llevar diciembres, 
sin dejar eneros. 
Pues yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo. 

Todos saben que vivo, 
que mastico... y no saben 
por qué en mi verso chirrían, 
oscuro sinsabor de ferétro, 
luyidos vientos 
desenroscados de la Esfinge 
preguntona del Desierto. 

Todos saben... Y no saben 
que la Luz es tísica, 
y la Sombra gorda... 
Y no saben que el misterio sintetiza... 
que él es la joroba 
musical y triste que a distancia denuncia 
el paso meridiano de las lindes a las Lindes. 

Yo nací un día 
que Dios estuvo enfermo, 
grave.





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miércoles, 17 de septiembre de 2014

El tartufo. El enfermo imaginario. Moliere


Cuando se anuncia la representación de una obra Molière el tópico es afirmar que la crítica que encierra permanece absolutamente vigente en nuestros días. Pero no conviene asegurar algo así tan gratuitamente, ya que todo texto escrito en cualquier época y por cualquier civilización mantiene algo de vigencia y al mismo tiempo se aleja de nuestro punto de vista contemporáneo. Molière no escapa a esta dicotomía tampoco.

La actualidad y el interés de sus argumentos proviene, no de la acción dramática, sino de la caracterización prototípica y por lo tanto idealista de sus personajes: el avaro, el don Juan, el nuevo rico, el aprensivo, el misántropo, la sabihonda, etc. Preconfiguraciones eternas y universales, pero al mismo tiempo simplificadora de la realidad. Aún así seguimos hablando de su vigencia.


                       


En realidad el centro de su crítica se centra (lo que al menos parece ser el vicio humano que más le molestaba) en la hipocresía. Es decir, todo acto social que lleva a una persona a construirse la apariencia (consciente o inconscientemente) por miedo a conocerse a sí mismo.

Así, sus personajes se dividen en tres tipos:


  • Los hipócritas: quienes logran mantener la apariencia hasta el final de la obra, cuando su fachada social se desmoronan y huyen aterrados
  • Los personajes de alma noble, que incapaces de defenderse ante el instinto de conservación de los demás empiezan a ver (si es mujer) su libertad reprimida o (si es hombre) sus deseos frustrados. 
  • Y caracteres intermedios, que conservando la nobleza de su alma conocen el doble juego social criticado por Molière y son los únicos capaces de ayudar a los segundos a desenmascarar a los primeros. 

(También podríamos hablar de un cuarto tipo, aquellos seducidos por los primeros, pero que en el fondo es solo una vuelta de tuerca de la conducta hipócrita tan odiada por el dramaturgo)





 La tensión dramática,  la materialización practica de esta idea abstracta, pasa por "el amor" como elemento de la naturaleza capaz de desvelar la verdad. Más concretamente, el amor verdadero, decía, de "las almas nobles" frente al matrimonio por conveniencia (en el que la mujer es entregada al futuro esposo contra su voluntad) y que desencadena toda la trama.

Durante la obra los protagonistas suelen alegar reivindicaciones sobre su libertad, que más bien parecen un arma de doble filo:

(escogido al azar) Dice irónicamente Angélica (alma noble enamorada de El enfermo imaginario):

Los antiguos, caballero, eran los antiguos, y nosotros somos gentes de ahora. En nuestro siglo no son necesaria ficciones, y cuando un hombre nos arada, las mujeres sabemos ir a él sin que nos obliguen. tened, pues, paciencia. Si me amáis, mis deseos deben ser también vuestros deseos. 

Queda el matrimonio por amor como representación de una libertad (o quizás un terreno ganado) pero ¿con qué aspiraciones va la mujer al matrimonio, entregada al amor, cuando la trama se resuelve? Y es cuando habría que volver a leerlo, ara responder a esta pregunta, pensando bien en esa palabra repetida por por los periodistas, directores y actores: vigencia. 


Cambiando de tema,

Es una leyenda urbana, pero cuentan que en la representación del El enfermo imaginario (que trata sobre un hipocondríaco que pretende obligar a su hija a casarse con un medico para así tener asistencia médica gratuita) Molière hizo de protagonista cuando esta realmente enfermo: su interpretación era tan perfecta que los espectadores se desternillaban de risa mientras el dramaturgo moría, literalmente, en el escenario.




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sábado, 13 de septiembre de 2014

Sólo la voz permanece. Forrough Farrokhad.



La necesidad de libertad, o más bien su contrario, el sentimiento de sometimiento, es decir, la percepción de posibilidades negadas, es un sentimiento abstracto, como una tonalidad que colorea la vida (la experiencia completa) de un ser humano. Puede comenzar en lo concreto: el hecho de ser mujer en una sociedad patriarcal, pero después se difumina en lo abstracto convirtiéndose en una afrenta constante de el ser humano contra sí mismo.

Esa parece ser la experiencia de la poeta iraní Farrokhad, nacida en Teherán en 1935 y fallecida en accidente de tráfico en 1967. Sus primeros libros destacan por la libertad de tono de una joven poeta que rechaza vivir enclaustrada y, desde una perspectiva feminista, explica al hombre que "quiere ser el grito de su propia existencia".

Quítame esta cadena de los pies,
mi corazón está agitado por una pasión,
ven, hombre egoísta, ven
abre las rejas de esta jaula.
Me hiciste prisionera de por vida,
libérame para mi ultimo soplo:
Soy ese pájaro
que desde hace tiempo sueña el vuelo.

o por ejemplo:

En la travesía fulgurante de instantes fríos
tus ojos salvajes en su silencio
construyen caminos apenas practicables
para ver horizontes en la bruma lunar
para bañar mi cuerpo en el agua de las fuentes
para deslizar en la bruma de una mañana cálida
para coger una falda llena de anémonas rojas
para escuchar el canto del gallo saltar los tejados del pueblo.

Pero a partir del libro Otro nacimiento (1964) y sobre todo en Confiemos en el inicio de la estación fría (publicado postumamente) el plano cambia y, alejada cada vez más del mundo, el conflicto muestra una faceta diferente: su conciencia contra sí misma. El camino de la liberación se convierte en un proceso individual en el que cuanto más te adentras, cuanto más lo analizas, más imposible y confuso parece.

Con estos dos libros Farrokhad revolucionó la tradición literaria iraní y se impuso como una de autoras más importantes y profundas del siglo XX. ¡Ah! Por cierto también fue realizadora de una documental de una gran intensidad poética sobre un enfermo de lepra en Tabriz: La casa es negra.







El viento nos llevará

En mi noche, por desgracia tan breve
el viento tiene cita con las hojas
en mi noche tan breve persiste la inquietud del desastre

Escucha
¿Oyes el soplo de la oscuridad?
Ajena soy a esa felicidad
y me habitúo a mi desesperanza
escucha
¿oyes el soplo de la oscuridad?

Algo pasa esta noche
la luna es roja, ansiosa, colgada de ese tejado
que amenaza todo el tiempo con desplomarse
las nubes como una muchedumbre en duelo
esperan la llegada de la lluvia

Un instante
y después nada
detrás de esta ventana
la noche tiembla
y la tierra cesa de rodar
detrás de esta ventana
un desconocido se inquieta por nosotros

Tú, reverdeciente
pon tus manos, recuerdos ardientes, en mis manos adorosas
y confía tus labios, palpitantes de vida
a las caricias de mis labios amorosos.

El viento nos llevará
el viento nos llevará




Sólo el sonido permanece
¿Por qué debería detenerme? ¿Por qué?
Los pájaros se han ido en busca
de la dirección azul.
El horizonte es vertical, vertical,
una fuente alzándose;
y en los límites de la visión
los planetas brillando tejen
la elevación de la tierra, repitiéndose,
y los respiraderos
se vuelven túneles conectados;
y el día es una inmensidad,
que no abarcan las estrechas mentes
de los gusanos de la prensa.
¿Porqué debería parar?
La carretera atraviesa los capilares vitales,
la calidad del entorno
en el seno del útero lunar
matará las células corruptas.
Y en el espacio químico tras el amanecer
solo hay sonido,
Sonido que atraerá las partículas del tiempo.
¿Por qué debería pararme?
Qué puede ser un pantano.
Qué puede ser un pantano sino un nidal
de insectos corruptos.
Los cuerpos hinchados garabatean reflexiones
de tanatorio,
el afeminado oculta
sus carencias en lo oscuro
y el bicho… ah,
cuando habla el bicho
¿por qué debería callarme?
El esfuerzo de los tipos móviles es vano,
no salvará la reflexión humilde.
Soy descendiente de la arboleda
Respirar aire viciado me deprime.
Un pájaro moribundo me aconsejó
confiar el vuelo a la memoria.
El último grado de la energía es la unión,
lazada al brillante principio del sol
derramando la comprensión de la luz.
Es natural que los molinos se derrumben.
¿Por qué debería pararme?
Aprieto en mi pecho
verdes gavillas de trigo
y las amamanto.
Sonido, sonido, sólo sonido,
El sonido de los deseos limpios
Del agua fluyendo,
El sonido de la luz caída de una estrella
Sobre la vulva de la tierra
El sonido del vínculo del esperma del significado
con la expansión de la mente compartida en el amor.
Sonido, sonido, sonido,
sólo el sonido permanece.
En tierras de enanos
La unidad de medida
anda siempre en la órbita del cero.
¿por qué debería parar?
Obedezco a los cuatro elementos:
y el trabajo de gobernar mi casa
no es asunto
del gobierno local de los cegados
¿Qué me importa el largo gemido
del sexo de los animales?
¿Qué me importa el rastrero caminar de los gusanos
en este vacío carnal?
Los sangrantes ancestros de las flores
Me han confiado su vida.
¿Has oído hablar de los sangrantes
ancestros de las flores?



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domingo, 7 de septiembre de 2014

El mito del eterno retorno. Mircea Eliade.



La espiritualidad oriental y las formas más arcaicas de pensamiento son un espejo invertido en el que occidente se refleja, pero un espejo al fin y al cabo. Y parece, cuando se analizan un poco los mitos y las creencias de las sociedades, que todas las creencias, los comportamientos, las ideologías y todo el sistema político, económico y emocional se supediten a la relación del ser humano con lo sagrado: es decir con el tiempo. 

O al menos es parte de la conclusión que podemos sacar al leer El mito del eterno retorno de Mircea Eliade, un análisis de la mitología de las sociedades tradicionales entendiendo el arquetipo y la repetición como un rechazo a la secuencia lineal del tiempo, es decir, una concepción metafísica del mundo y del entorno completa, que no puede ser entendida (algo que hace occidente) como una fase en un estadio anterior del desarrollo.

Al estudiar este tipo de sociedades deberíamos valorar más su rebelión contra el tiempo concreto, histórico, su nostalgia de un tiempo magno (sagrado): la voluntad de estas sociedades es la de rechazar el tiempo concreto, la concepción del materialismo histórico.

Si observamos el comportamiento general del ser humano arcáico nos llama la atención un hecho: los objetos del mundo exterior no tienen valor intrínsico ni autónomo (para el futuro y el presente), no valen por sí mismos. Un objeto y una acción adquieren el valor y llegan a ser reales cuando participan de una manera u otra en una realidad que los transciende. 

Por ejemplo, una piedra llega a ser sagrada porque su forma acusa participiaciòn en un símbolo determinado, constituye una hierofanía, conmemora un acto mítico. El objeto se nos muestra entonces (no a nosotros, sino a quienes conforman el arquetipo) como un receptáculo de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le separa. Se le dota así de valor y sentido: que es, precisamente, lo que el ser humano necesita: valor y sentido.

Un espejo en el que occidente se enfrenta, dije, pero eso sí, no conviene olvidar que en el origen de occidente está oriente.

Valga para indicar por donde van los libros de este interensatísimo y sugerente ¿estudio? (más reflexión libre con forma académica) de Eliade, la separación en epígrafes:

1º Los elementos cuya realidad es función de la representación de la imitación de un arquetipo celeste.

2º Los elementos: ciudades, templos, casas, cuya realidad es tributaria del simbolismo del centro supraterrestre que los asimila así mismo y los transforma en centros del mundo,

3º Por últiimo, los rituales y los actos profanos significativos, que solo poseen el sentido que se les da porque repiten deliberadamente tales hechos planteados ab origine por dioses, héroes o antepasados.





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jueves, 4 de septiembre de 2014

Antología poética. Jules Laforgue.



Una cierta marginación no siempre voluntaria caracterizó la vida y la recepción de la obra del poeta Jules Laforgue: la inadaptación y el intento consciente de pasar desapercibido que quizás escondieran un verdadero deseo de destacar y de ser valorado.

Lo dijo Nietzche refiriéndose a cierto carácter francés, pero que en cierto sentido supone una minoría universal: "sin duda constituyen un número pequeño las personas en las que esa Francia se encarna y vive, hombres que no están asentados sobre piernas muy robustas, hombres en parte fatalistas, de ceño sombrío, enfermos, y en parte enervados y artificiosos, que tiene la ambición de ocultarse". Y parece que estuviera hablando del escritor que convirtió la poesía en un acto de intelectualidad y emotivo cercano al arte contemporáneo.  

Laforgue tiene poco que ver con los malditos: no es un rebelde como ellos, ni un decadente, no al menos en sus maneras. Pero si profundizamos un poco podríamos imaginar que su desgana, su apatía, su cinismo y su rechazo a lo sentimental no es sino la consecuencia de su infructuosa búsqueda del ideal. Porque, aunque todos los datos apunten a lo contrario, Laforgue fue un idealista, al menos en un momento de su vida. Después, su respuesta fue la fingida indiferencia del amante despechado y el rechazo de lo anteriormente deseado.

Idealista, sí, pero a efectos prácticos nihilista, apático, irónico y seducido por cierta forma del budismo tamizado que se popularizó en Francia en aquellos años gracias a la obra de Schopenhauer...

¿Pero qué tiene de diferente la obra de Laforgue respecto a la de otros autores?

Laforgue transformó la materia poética.

¿Pero cómo?

Intentó expresar el lenguaje del subconsciente mucho antes que los surrealistas, y además quiso hacerlo desde la imagen, el lenguaje y el ritmo.

Dijo Laforgue: "sueño en una poesía que no diga nada, que sean cabos sueltos de una ensoñación interrrumpida".

El sueño, la reverie: la estructura léxica del pensamiento como vehículo de esa imaginación centrifugada, excéntrica con cuya expansión y realización se espera transgredir las asociaciones normales de la realidad, para adentrarse en el terreno de lo ilimitado: la forma más abstracta y pura del ideal.

El lenguaje hablado, la expresión fragmentada o la falta de coherencia eras sus formas de rechazo a la lógica consciente: el balbuceo libre sin limitaciones que hace creer el pensamiento y la cosmovisión del individuo y, al transformarse en arte, también de la sociedad en la que se construye. Sin duda, esa idea supone un cambio de paradigma que plantea otras respuestas diferentes a las preguntas ¿qué es el arte? o ¿qué es la poesia?

Laforgue buscaba la realización expresiva a través de la poesía de unas imágenes que entran en el mundo de lo descontextualizado y de las connotaciones que no son ni lógicas ni ilógicas

Como vemos, un poeta consciente de lo que la poesía supone y significa en una sociedad determinada, pero también (a pesar de su rechazo) un poeta sentimental (o emocional más bien) escondido detrás de la ironía.

¿Cómo se relaciona el sentimiento y la ironía (que va en su contra) en la poesía de Laforgue?

La ironía es vital para los artistas, es algo sin lo que el arte no puede existir. A través de la ironía se otorga a los objetos el carácter sagrado: alejándonos de ellos. Para los románticos la ironía era una forma de "mantener la distancia" como un modo de sustraerse a la mecanización de la vida que arrastraría la identificación con una parte de nosotros mismos. Laforgue lo lleva más lejos, convirtiendo a la ironía en el objeto de la poesía, sobredimensionándola:  en Laforgue, es distancia igualmente, pero frente al sentimiento, frente a los vuelos ideales estos pudieran alentar.

Piedra angular de la poesía contemporánea también hay en su obra mucho de misoginia eso sí, como una forma de realización de su sentimiento de fracaso. El ideal, una vez más...



LAMENTO DEL POBRE MUCHACHO

Sobre la canción popular:
Cuando el buen hombre volvió del bosque.

Cuando el muchacho volvió a su casa,
cuando el muchacho volvió a su casa,
con las dos manos se tomó el cráneo,
¡ese gran pozo de ciencia!
Cráneo,
rico cráneo,
¿Oyes tú la Locura planeando?
Y quien llama a la puerta,
hace ding-dong, hace ding-dong,
y quien llama a la puerta,
¡hace ding-dong, hace toc-toc!

Cuando el muchacho volvió a su casa,
cuando el muchacho volvió a su casa,
escuchaba las tristes notas
¡de un piano que en la noche lloraba!
Notas,
viejas notas;
¡vengan, niños, los llamamos!
El marido ha cerrado su casa,
suena ding-dong, suena ding-dong,
el marido ha cerrado su casa,
¡suena ding-dong, suena toc-toc!

Cuando el muchacho volvió a su casa,
cuando el muchacho volvió a su casa,
entendió que su hermosa alma
¡en su vacío sin fin se alteraba!
¡Alma,
mi bella alma,
su óleo es muy sucio para tu llama!
Luego, ¡todo es noche! Entonces, ¿qué es bueno?
Suena ding-dong, suena ding-dong
¡Todo, todo es noche! Entonces, ¿qué es bueno?
¡Suena ding-dong, suena toc-toc!

Cuando el muchacho volvió a su casa,
cuando el muchacho volvió a su casa,
vio que su esposa encantadora
¡había abandonado el hogar!
¡Señora,
Nuestra Señora,
Yo no te hubiera hecho un reproche!
Pero debiste dejar el carbón,
suena ding-dong, suena toc-toc,
debiste dejar carbón,
suena ding-dong, suena toc-toc.

Entonces el joven en tal vacío,
entonces el joven en tal vacío,
descolgó un cuchillo
que alguien le regaló.
¡Cuchillo,
fino cuchillo,
sé tú más firme que la mujer!
Y tú, Dios mío, ¡perdón!, ¡perdón!
¡Suena ding-dong, suena ding-dong!
Y tú, Dios mío, ¡perdón!, ¡perdón!
¡Suena ding-dong, suena toc-toc!

Cuando vino el sepulturero,
cuando vino el sepulturero,
vio que era un alma hermosa
como no había ninguna otra.
¡Alma,
duerme, bella alma!
Los muertos se sienten bien,
suena ding-dong, suena ding-dong,
los muertos se sienten bien,
¡suena ding-dong, suena toc-toc!





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