jueves, 5 de abril de 2012

Soledades. Luis de Góngora.



La portada es un atardecer amarillento en un horizonte marino con un velero contemporáneo al fondo,  a contraluz. Si, el librillo es fino, veraniego, parece una lectura fácil. Se trata de una fea edición de bolsillo que regalaban con un periódico, algo así como una colección de lecturas para el verano bajo el nombre de Biblioteca de Autores Andaluces... sí, sí. Góngora es un "autor andaluz".

En las Soledades, Góngora reinventa un nuevo camino para los poetas posteriores. Aquellos que intentarán captar la esencia misma de las cosas y exaltar el mundo recreándolo.

La palabra soledad se pronuncia en Góngora sin tristeza, porque soledad no es el abandono del desamparado, no es la soledad forzada. Es el retiro lejos de la confusión de la corte, el regreso sobre sí mismo, el acceso a los placeres simples de la naturaleza.


Y como sé que las soledades son un texto confuso y complicado, aquí os dejo un resumen  del recomendable libro de Jean Cannavaggio Historia de la literatura española.

La primera Soledad comienza con la descripción de una tempestad que arroja al pié de un acantilado a un náufrago. Después de escalar una roca en el crepúsculo descubre, del lado de la tierra un abismo sombrío donde brilla a lo lejos una luz:

breve esplendor de mal distinta lumbre,
farol de una cabaña
que sobre el ferro está, en aquel incierto 
golfo de sombras anunciando el puerto.

Penosamente llega a un fuego donde se calientan los cabreros, que lo acogen en su cabaña y le ofrecen leche, cecina, y un abrigo para la noche. Al día siguiente contempla, al amanecer, el panorama que se distingue desde una roca lejana y luego, abandonando el mundo primitivo de los pastores, desciende por un sendero a la llanura, donde empiezan a reunirse mozas y mozos de los alrededores, invitados a una boda en el pueblo.


Al día siguiente, por la mañana, el extranjero admira la decoración vegetal que durante la noche ha transformado en jardín el humilde pueblo. Terminada la ceremonia, una comida campestre reúne a todos los presentes. Luego, el conjunto de invitados va al ejido donde hasta el atardecer se desarrollan juegos rústicos: lucha, salto de longitud y carrera. Mientras aparece el lucero de la tarde, un cortejo acompaña a los recién casados a su nueva vivienda, donde una casta venus ha preparado el lecho:

que siendo Amor una deidad alada,
bien previno la hija de la espuma
a batallas de amor campo de pluma.

La segunda Soledad empieza a la mañana siguiente, al cuarto día del relato. En compañía de un grupo de pescadores que habían ido también a la boda, el extranjero llega a las orillas de una ancha ría. Se aleja en la barca de dos pescadores que, después de recoger sus redes, lo llevan hasta una pequeña isla donde viven con sus hermanos y su viejo padre y en donde las actividades familiares (pesca, jardinería, ganadería, apicultura) ocupan toda la superficie. Después de recorrer la isla en compañía del viejo y de haber apreciado las modestas riquezas de la familia, el viajero es invitado a la comida al aire libre que han preparado los jóvenes.

Al día siguiente, al alba, vuelve a partir en barca con los hijos del pescador, que siguen lentamente la costa. Muy pronto vislumbran un palacio de mármol que iluminan los rayos del sol naciente. Se ve salir de él a un grupo de cazadores a caballo, que llevan con ellos toda clase de aves rapaces utilizadas en cetrería y el extranjero, desde la barca que se desplaza poco a poco, asiste a las diferentes fases de esa cetrería. Luego los cazadores llegan a una pobre aldea costera... La segunda Soledad está sin terminar.

Como explica Canavaggio, las Soledades son la culminación de una historia personal. Es la gestación poética de todas las emociones que el autor pudo experimentar en el curso de sus viajes. Recreación de numerosas sensaciones que le acompañan desde su infancia: el contacto con las cosas simples venidas de la tierra, los frutos, el  trigo, el vino, la leche, la miel, los humildes objetos de la vida cotidiana. En cada verso se siente el deseo de aprehender y de decir la íntima belleza de los seres y de las cosas. Por primera vez la poesía deja de ser un ejercicio fácil, de satisfacerse con formas y colores, de deslizarse por la superficie: con las soledades intenta penetrar en el interior de las cosas, remontarse en su historia como en búsqueda de su esencia.




.....................

Aquí un poco de publicidad si me permitís.


IsolagnosisEdiciones en Huida (2013)

No hay comentarios:

Publicar un comentario