sábado, 26 de enero de 2013

Poesía española. Notas y estudios de crítica literaria. José María de Cossío.


Este libro lo rescaté sin permiso de la biblioteca de mi abuela y es una corroída joyita que hay que abrir con cuidado para que no crujan sus páginas secas y amarillentas. Un libro editado en Madrid en la sangrante fecha de 1936 como resumen de lo que fue una época (los primeros treinta años del siglo XX) en la que la poesía tenía un lugar en la sociedad.

Viendo la fecha de edición sorprende que se editase un libro así, con lo que venía por delante o ya había empezado. Parece, entonces, la poesía y el Siglo de Oro español un simple escapismo diletante fuera de lugar... Como excusa, Cossío simplemente recopiló una serie de notas que venía publicando en diversas revistas donde reflexionaba sobre algunos aspectos poéticos de la literatura clásica española.

Tiene su encanto el libro más que por la profundidad de sus reflexiones, por el amor que este hombre le tenía a los poetas. Pero no seamos injustos, también por los conocimientos que demuestra. Cossío analiza a escritores para los que la poesía era una estructura artística tan complicada como una obra de ingeniería y donde se ponían en juego factores que hoy apenas se tienen en cuenta y que no vendría mal empezar a recuperarlos si quieren los poetas ser algo más que impresiones mas o menos originales.

Autor del monumental Tratado Taurino conocido como "El Cossio", era una figura habitual de las tertulias madrileñas y participó en la fundación de la revista Cruz y Raya junto a José Bergamín. Amigo de todos y hombre comedido, tras la guerra civil, bien relacionado con el bando de los vencedores, utilizó sus influencias para que se le conmutase la condena a muerte por cadena perpetua a Miguel Hernández (no sé qué sería mejor para el poeta), quien fuera además de amigo, uno de los colaboradores más importante de su gigante obra sobre tauromaquia.


Os transcribo uno de los pequeños ensayos para que veáis de lo que hablo (no estaría mal transcribirlos todos):


Transito itálico. Cancioneros, Silvestre, Castillejo y Cetina.

Por un apotegma de Juan Rufo sabemos que en su tiempo se cantaba una cancioncilla, tenida entonces ya por antigualla, que comenzaba: ojos claros y serenos.

Al sabidor de esto ha de venirle, por fuerza, a la memoria en seguida el ojos claros, serenos, del madrigal de Cetina; más de uno a otro verso con sólo haber de diferencia una sílaba, se ha recorrido una enorme distancia. El buen catador de ritmos sabe que con la supresión de esa sílaba se ha vuelto el puente que separa nuestra poesía popular de la poesía renaciente; la justa uniformidad de las coplas de nuestros cancioneros, del estudiado y medido refinamiento del itálico modo.

El verso octosílabo da la sensación de entidad rítmica redonda y perfecta. Esa sílaba, en este caso la conjunción "y", le viene a servir como de puntal, o más hiperbólicamente, columna, que sostiene la bóveda del verso, mientras que el heptasílabo de Cetina, incapaz para mantenerse por sí solo erguido, pide apoyo del siguiente endecasílabo. Nuestro metro nacional se ofrece en su llana perfección para la expresión clara y sencilla, mientras el heptasílabo, insuficiente y claudicante, se presta a todas las malicias retóricas, a los más complicados arabescos sintácticos.

Así lo sintieron, al ver estrenar a nuestra lengua los metros italianos, los poetas de la vieja escuela, y a ello apuntan las censuras todas, en las que acaso tenían alguna razón, aunque desde luego les faltaba toda en querer eliminar por antiartístico el artificio que censuraban. Pero que conste que el artificio era real y verdadero. 

Gregorio Silvestre los tilda así a los nuevos ritmos:

Unas coplas muy cansadas,
con muchos pies arrastrando,
a lo toscano imitadas entró un amador cantando
enojosas y pesadas.

Y añade a estas acusaciones:

¿donde se aprende
este metro tan prolijo...?

Y, como resultado de todos los rodeos y prolijidades, esta conclusión:

El estilo tan oscuro,
que la dama en quien se emplea
duda, por sabía que sea,
si es requiebro o es conjuro.

Esta aptitud de los metros italianos para la afectación la nota aún mejor Castillejo. Así hace decir a Jorge Manrique, en aquella fantasía en que los viejos trovadores acuden a juzgar las novedades italianas:

Don Jorge dijo: -no veo
necesidad ni razón
de vestir nuestro deseo
de coplas que, por rodeo,
van diciendo su intención.
Nuestra lengua es muy devota
de la clara brevedad,
y esta trova, a la verdad,
por el contrario denota
oscura prolijidad.

Tardas de relación le parecen a Cartajena en esta misma fantasía, y a Torres Naharro:

que corren con pies de plomo,
muy pesadas de caderas.

Esta vocación distinta de las coplas castellanas y los ritmos italianos condicionan el carácter y calidad de la materia poética, que es fundamentalmente la que padece variación arrastrando tras de sí su exterior vestidura. En el caso con que empezaba esta nota puede comprobarse.

No conocemos la idea del viejo cantar citado por Rufo y, naturalmente, cualquiera conjetura sobre su carácter resultaría necia e inútil; pero conocemos, si no es el mismo, un estribillo que comienza con idéntico verso, y lo es de uno de los madrigales publicados con su música por Juan Brudieu, en 1585. El pensamiento tiene parentesco con el de Cetina; es una queja sencillamente expresada:

Ojos claros y serenos,
caros me costáis si os vi,
pues para todos sois buenos
y tan malos para mí.

Esto es algo dicho con agradable sencillez. La idea del madrigal de Cetina late en esta coplilla, pero no se alambica ni adelgaza hasta alcanzar el grado de excepción que notamos en el poeta italianizante. Que la idea de éste es afectada podrían probarlo experiencias de amadorers, pero tales testimonios subjetivos no han de tener aquí lugar. Sirva, aunque substancialmente padece la misma limitación, otro cantillo popular como prueba, sito en el Cancionero que fué de Herberay des Essart, pues en él se da la norma de la actitud lógica y sincera ante el enojo reflejado en los serenos y claros ojos.

Pues mi pena veis,
miradme sin saña
o no me miréis.

Prueba esto, a mi ver, que a un metro popular no le iría bien un pensamiento afectado, ni aún tan celestialmente afectado, como el de Cetina. Bien se está en sus formas italianas.

Y conste que no he tratado en este experimento de señalar una preferencia, que este caso siempre sería litigiosa, sino de subrayar una instructiva diferencia. 










.....................

Aquí un poco de publicidad si me permitís.

isolagnosis.blogspot.com.es

www.facebook.com/isolagnosis















domingo, 20 de enero de 2013

Sueño de un hombre ridículo. Dostoiewski.


Dostoiewski no sabía hacer otra cosa más que ponerlo todo encima de la mesa cuando escribía, y eso es algo que no es fácil de digerir. Sinónimo hoy día de escritor sesudo y complicado, no es precisamente la complejidad su mayor barrera. Más bien, el alcance de sus percepciones (mucho más profundas de lo que el mismo escritor creía) a la hora de definir y expresar los conflictos de los seres humanos en relación con la sociedad. Y la verdad es que a veces da vértigo.

Este volumen lo componen cuatro cuentos, dos de ellos tienen especial interés literario.


El sueño de un hombre ridículo.

Si, en aquel tiempo tuve un sueño, el sueño del 3 de noviembre. Ahora me saldrán ustedes diciendo que sólo se trató de un sueño. Pero ¿qué importa que fuera un sueño o no lo que me reveló la verdad? Porque una vez conocida la verdad, sabéis que la verdad no puede ser otra, tanto si estáis dormidos como despiertos. Que sea un sueño, bueno, pero esta vida real a que dais tanta importancia, tenía yo el propósito de extinguirla, mientras que mi sueño, mi sueño..¡oh, mi sueño me reveló una vida nueva, grande y maravillosa! Escuchad.

Un cuento entre pre-surrealismo y utopía sobre un viaje a una etapa del mundo en la que la tierra no ha sido manchada aún por el pecado y donde los seres humanos son inocentes y felices. La ciencia no es necesaria, no existe la propiedad privada y la muerte es afrontada sin temor, con la certeza de una comunión con un todo que no se elabora en base a ninguna religión. En este entorno, el protagonista del relato permanece durante años y finalmente termina siendo el responsable de la caída del paraíso perdido. Los habitantes aprenden de él a mentir, y a partir del egoísmo, todos los problemas: el honor, los celos, la crueldad... poco después, el homicidio. Los seres humanos se separan, se vuelven egoístas, individualistas y solitarios, sufren y aprenden a festejar el dolor. El narrador lo sabe, se siente culpable, pero cuando pide el castigo, los demás le tratan como a un loco ridículo.

Un interesante relato sobre esa remota nostalgia de la felicidad perdida que no nos podemos quitar de la cabeza.




El siguiente cuento es directamente espectacular.

Era mansa y tímida.

Pocas veces un personaje literario adquiere tanto poder con tan poco. Solamente a través de lo que dicen de ella, un narrador en primera persona enloquecido por la tristeza y el remordimiento, conocemos al personaje femenino de este relato: una niña huérfana que acaba de quitarse la vida.

Dos hallazgos importantes se dan en esta narración: 1º, la transcripción experimental y psicológica de los desvaríos del narrador y 2º, la habilidad de Dostoiewski para conseguir que las imágenes descritas, que giran todas entorno de la malograda protagonista, consigan liberarse del punto de vista torzido del narrador. Como consecuencia de este conflicto de planos narrativos (las imágenes o secuencias y el narrador que las describe), se genera una suerte de ilusión tridimensional narrativa que potencia la fuerza del conflicto de la protagonista, mansa y tímida.

Un relato sobre la doble presión que sufre la mujer contemporánea: frente a la sociedad y frente a los hombres.

Declara Lukeria... ¡Ah, ahora por nada del mundo me separaría de Lukeria...! ¡Ella lo sabe todo, estuvo todo el invierno con nosotros, me lo contará todo! Dice que, aproximadamente unos veinte minutos antes de mi regreso, entró en la alcoba de la señora para preguntarle una cosa, no sé ya qué, y que se encontró conque ella estaba allí, y su icono (la imagen de la virgen) lo tenía delante de sí en la mesa y que señorita parecía estarle rezando.

-¿Qué tiene usted?
-Nada, Lukeria, vete... espera, Lukeria- y se acercó a Lukeria y la besó.
-¿Es usted feliz ahora, señorita?.
-si, Lukeria.
-Sí, sí, hace mucho tiempo- agregó la cocinera- que el señorito ha debido venir a pedirle perdón... gracias a Dios ya han hecho ustedes las paces.
-Está bien Lukeria- dijo ella- pero ahora vete.

Y sonrió, pero con una sonrisa extraña.... tan extraña que al cabo de diez minutos volvió Lukeria a ver lo que hacía la señorita.

-Miro y la veo de pie, pegadita a la pared, muy cerca de la ventana, apoyada la mano en la pared, y tan pensativa, y la cabeza en la mano, absorta en sus pensamientos. Y tan pensativa estaba que no reparó en que yo la miraba fijamente desde la otra habitación. La vi que tenía como una sonrisa, que reflexionaba de pie y que sonreía. Después de mirarla, me volví suavemente, reflexionando para mis adentros, cuando de pronto oí que abría la ventana. Estuve a punto de decirle: "tenga cuidado señorita, que hace frío, no vaya usted a pillar un catarro"; cuando de repente la vi que se subía al borde de la ventana, que se mantenía allí de pié, en el marco de la ventana abierta, vuelta de espaldas hacía mí y apretando el icono con las manos. El corazón me dio un vuelco y grité "señorita, señorita!".

(...)

En realidad, ¿Por qué se mató? ¿Por qué tenía que morir? He aquí la eterna pregunta. Esta pregunta zumba y zumba en mi cerebro. Si ella hubiese querido que la dejase en paz, yo la habría dejado en paz. Pero no me creyó capaz de ello. ¡Eso es todo! No, no. Miento. No es eso todo. Fue sencillamente porque, en lo futuro, hubiera tenido que amarme con lealtad absoluta, por completo y por entero, no como ella hubiera amado al comerciante. Pero como ella era demasiado honesta y pura para entregarse al género de afectos que necesita un tendero, no quiso engañarme. No quiso engañarme con un amor a medias o con una cuarta parte de amor, haciéndolo pasar por amor verdadero. Era demasiado leal, demasiado horada para eso. Eso es todo. ¿Recuerdan ustedes que yo quería inculcarle nobles sentimientos, infundirle generosidad? ¡Extraña idea!

Un ejemplo de la importancia de lo que no se dice, a pesar de que se digan muchas cosas. Completan el volumen los cuentos, Un ladrón honrado (muy ruso) y Bobok, otro desvarío surrealista y divertido sobre un cementerio.








.....................

Aquí un poco de publicidad si me permitís.

isolagnosis.blogspot.com.es

www.facebook.com/isolagnosis











sábado, 12 de enero de 2013

El Aleph. Borges.

                                 Versión en cómic del cuento "Emma Zunz" por Laura Pérez Vernett














Dicen que los cuentos de Borges no requieren de la realidad para sostenerse: los sostienen las ideas. En cualquier caso, también lo hace su poderosa arquitectura narrativa y su estilo. Quienes le critican arguyendo que su obra "no es humana" encuentran la contra-réplica en quienes afirman que la obra de Borges trata sobre el asunto más humano de todos: el pensamiento. Aunque cabría preguntarse si es el pensamiento la característica definitoria del "humanismo" o no.

Aún así, resulta curioso que algunos de sus mejores cuentos (como "El sur", de Los jardines que se bifurcan o "Emma Zunz" en El Aleph) se alejan de los juegos filosóficos y se deslizan a una extraña realidad de bares nocturnos, alcohol, sexo y violencia donde apenas se encuentran muestras de ternura o amor. Desde que comenzó a escribir sus "falsificaciones literarias" con La historia universal de la infamia, la violencia irracional, la guerra y el egoísmo son sus referentes y sus imágenes recurrentes.


Leyendo algunos de sus cuentos uno se pregunta donde conoció Borges a sus arrabaleros que poco tardaban en empuñar una navaja o romper una botella, si Borges vivió toda su vida entre librerías y tertulias donde seguramente aunque discutieran sobre peronismo, nadie empuñaría un arma blanca.

¿Cuál es el sentido, entonces, de esa violencia? Teniendo en cuenta que cuando le preguntaban qué libros había leído últimamente respondía que solamente releía La Iliada una y otra vez, podemos afirmar que la violencia en Borges es simple estética, quizás imitación de sus lecturas. Todo escritor tiene sus imágenes a las que vuelve una y otra vez, escenas que le obsesionan sin poder explicar el por qué, aunque normalmente estén enraizadas en sus frustraciones y esperanzas y una de las imágenes de Borges es un cadáver, un revolver humeante o una navaja manchada de sangre. 


El contacto de Borges con su entorno y "la realidad" era el periódico y las novelas policíacas, es lógico que al escribir, al recrearse y profundizar en sus imágenes internas, el brillo del acero brillase manchado de sangre. Pero además, entre la paradoja y lo infinito, la obra de Borges esconde una triste y pesimista filosofía.

Por eso el infinito es uno de sus temas y también el asesinato. Su desconfianza y falta de fe en lo literario y en lo filosófico (hablando sobre Córtazar dijo una vez que profesaban credos políticos muy diferentes, pero para Borges, la ideología solo representa "la parte más superficial del hombre") era, decíamos, también una falta de fe en la humanidad. Un escepticismo radical que sería interesante conocer de dónde salía. 

Publicado en 1949, El Aleph es un ejemplo más de la obra madura de Borges: juegos literarios, conceptos, datos históricos y falsificaciones eruditas. Pero también cierto dramatismo poético en la estructura de sus historias y, sí, también en ese pesimismo vital que nos trasmite en la idea de la imposibilidad de terminar, de conocer y de abarcar.

Bueno, y también literatura ("tura de turas").