sábado, 29 de diciembre de 2012

Mujeres que corren con los lobos. Clarissa Pinkola Estés.


El primer trabajo de la carrera, de la asignatura Creatividad Publicitaria, consistía en tomar una fotografía del campus "diferente", así, entre comillas. No importaban las técnicas ni el tema, solamente que la fotografía expresase de alguna forma qué significaba para nosotros la creatividad.

Cuando los alumnos presentaron sus trabajos, me di cuenta de que casi todas las mujeres (o por lo menos un porcentaje bastante amplio) habían retratado infinitas puertas abiertas. Desde todas las perspectivas posibles, era el tópico femenino que más se repetía. He de decir que en su día me pareció el resultado de no estrujarse demasiado la cabeza, de quedarse con la primera idea que se les ocurrió (los hombres hicieron en su mayoría fotos de graffítis en el cuarto de baño y no preguntéis el motivo).

Hoy sé que no es así. Esa reiteración simbólica no se debía a una falta de creatividad, en absoluto. En cualquier caso podría deberse a una presión social. O siendo un poco más delicado, expresaba, quizás, el deseo de todas esas mujeres de respirar y liberarse de todos valores pesados que caen encima de ellas y que no les permiten vivir cómo realmente querrían vivir. En realidad, las puertas abiertas significaban muchísimas cosas más. 



Lo de las puertas abiertas se me quedó en la cabeza como un extraño símbolo femenino que no terminaba de entender. Y en cierto sentido, después de leer Mujeres que corren con los lobos, aparece de nuevo cargado de connotaciones y matices que lo enriquecen.

Me da miedo hablar de algo que me supera a tantos niveles, como el contenido de este libro, que a la vez es profundo, sencillo y muy importante. Mientras lo leía he pensado en mucha gente y en muchas situaciones y he sentido cómo algunos atascos mentales se diluían. Es uno de los pocos libros que querría recomendar a todo el mundo sin excepción y que debería de estar en los planes de estudio de todos los colegios.

Y aunque es un libro escrito por una mujer para otras mujeres, para ayudarlas a recuperar lo que han perdido por culpa de los esfuerzos milenarios de la "sociedad" por "civilizarlas" (otra vez entre comillas), por controlarlas, también es algo más: en el mejor sentido bergsoniano, es un libro sobre la recuperación del instinto como forma de conocimiento y de relación con nuestro entorno.

El instinto es algo frágil y poderoso, mucho más que la razón. Pero son pocos los afortunados (y menos las afortunadas) los que logran mantenerlo intacto en su vida adulta y que quizás, por ser más fuerte, o por lo menos intenso, en las mujeres que en los hombres, hemos construido (nosotros) un sistema que lo elimina, lo aparta y lo daña casi irreparablemente. 

Como bien explica Clarrisa, "casi", afortunadamente.

Decía Kafka que si al leer un libro no sentías como si te golpeasen con un martillo en la cabeza, no merecía la pena seguir leyendo. Mujeres que corren con los lobos no golpea, pero merece muchísimo la pena. Habla con serenidad, despacio y con ternura. Con la seguridad y la convicción de la que sabe que tiene algo importante que explicar.


sábado, 22 de diciembre de 2012

Por favor, mátame. Legs McNeil, Guillian McCain.


En 1975 Nueva York amaneció empapelada en carteles que anunciaban: "ya viene el punk". Nadie sabía a qué se refería. El punk vino y era otra cosa diferente a lo que sus creadores esperaban. Llegó incontrolable, enérgico y rabioso y pasó por encima de mucha gente que aún están preguntándose qué le pasó a la juventud entre 1975 y 1980. No pueden decir que no les avisaron.


Legs Mcneils, el primer punk, el punk residente tiene algo de culpa. En 1975, con 18 años, llegó a Nueva York y fundó la revista Punk! junto al dibujante John Holmstrom. Se emborrachó en el CBGB Club casi todas las noches, conoció a todos y fue testigo presencial, y partícipe, de la revolución musical que tuvo lugar a su alrededor. Para Legs, quien nunca entendió ni aceptó la versión británica, el punk era la vuelta a la desnudez y salvajismo del rocanrol, personalizado en grupos como Ramones y sobre todo Dictators: colocarse, comer hamburguesas, todo eso. Pero el punk era algo más. Se enraizaba en la desesperación de una generación completa sin futuro. Sobre eso trata Por favor mátame

Es el libro con el mayor porcentaje de locuras y disparates por páginas que he leído en mi vida y es un libro divertidísimo cuando te cuentan las historias aisladamente. Pero también son dramáticas y tristes, y  en conjunto, terribles: exclusión social, violencia, marginación, heroína, colapsos y colapsos... mucha gente quedándose por el camino sin motivo y cierta nobleza en algunos personajes que se dejaron arrastrar hasta la muerte, como Johnny Thunder, quien justo antes de morir al entrar en la habitación de hotel con un amigo se le cayó al suelo una bolsa de heroína y dijo: "nunca he tenido clase". Su amigo le respondió: "tienes muchísimo estilo, pero nunca has tenido clase".


Desde Velvet Underground, Lou Reed y la pandilla de adictos al speed que rodeaban a Andy Warhol, hasta la muerte de Sid Vicious, pasando por MC5, Nico, The doors, Television, Patie Smith, Iggy Pop, Bowie, New York Dolls, Malcon Mclaren...  y todos, en mayor y menor grado, desvariando. Porque el libro esta compuesto por transcripciones directas de miles y miles de horas de entrevistas. La historia del origen del punk contada por sus protagonistas... !y sin censura! 

Más de uno y una se echarán las manos a la cabeza.


Una lectura imprescindible si quieres entender algo de lo que ha pasado en los últimos años y al final se entiende bien qué era eso del Punk!. La revolución de los pardillos, de los perdedores, de los freaks, de los excluidos, de los que nadie esperaba nada, ni siquiera ellos mismos. La revolución de los marginados que cuando comenzaron a gritar se dieron cuenta de que no estaban solos y de que eran mejores que los demás.

La letra de esta canción creo que podría aplicarse a casi todos los "monstruitos" que aparecen en Por favor mátame y seguramente Lou Reed, cuando la escribió, pensaba en todos sus conocidos del CBGB y de los demás bares nocturnos, bohemios y creativos de Nueva York en los 70s.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Nieve de primavera. Mishima.


Sorprende la cantidad obras que escribió Mishima. A sus 45 años dejó 49 novelas, 18 obras de teatro y 20 libros de ensayos, entre otras cosas. Muchos textos no tienen valor, los escribió deprisa pensando en los beneficios, pero aún así y viendo la calidad de algunas de sus obras, es envidiable.

A pesar de su nacionalismo y sus esfuerzos para conservar las tradiciones de su país, Yukio Mishima es el escritor japones más occidental de todos. Quizás por eso su obra sea tan leída en Europa y Estados Unidos: ofrece exotismo oriental y estética taoísta sin necesidad de cambiar los parámetros mentales, ya que Mishima en el fondo es un romántico peor que el Wether de Goethe. Un romántico de los que se suicidan por sus ideas. ¡Harakiri!

Nieve de primavera es la primera novela de la tetralogía "El mar de la fertilidad", que abarca la evolución del Japón desde comienzos del siglo XX hasta los años 70. La evolución de una sociedad que Mishima consideraba sumida en la decadencia moral y espiritual. 


La nieve de primavera es la pureza que tanto persiguen los personajes adolescentes de la novela. Algo que no durará mucho tiempo y por eso es frágil y hermoso. La búsqueda de la pureza en el amor y la imposibilidad de conservarla ante los cambios incesantes. Pero la nieve también representa la compasión por quienes no aceptan las presiones de una sociedad rígida y jerárquica.

Nieve de primavera es un tostón romántico y exageradamente dramático, que de no ser por la delicada y preciosista sensibilidad japonesa (y de Mishima) podría resultar una historia ridícula y excesiva... y aún así... las imágenes de la trágica historia de amor de los jóvenes Kiyoaki y Satoko permaecen en la memoria del lector durante mucho tiempo...


-Tienes razón -dijo Satoko-, yo no debería hablar así. No puedo pesar en lo que he hecho, porque es una cosa sucia. Kiyo y yo hemos cometido un horrible pecado, pero yo no me siento manchada en modo alguno. De hecho me siento como purificada. Mira, cuando vi esos pinos junto a la playa anoche, me di cuenta de que no volveré a verlos por muchos años que viva. Y cuando oí el ruido de la brisa que pasaba entre ellos, supe que nunca volveré a oírlo mientras viva. Pero cada momento que estuve allí me sentí tan pura que ahora no tengo remordimientos por nada de lo hecho. 

(...)

-En estos últimos días he estado luchando con el presentimiento de la muerte de la princesa Chan. En el periodo que se inició con su enfermedad y hasta su muerte he estado en ansiedad constante. Pero aún así, no teniendo idea de la verdad, vivía con suficiente calma. Veía con toda claridad el mar brillante y la playa. ¿Por qué no fui capaz de ver el cambio imperceptible que ocurría en la sustancia del universo? La brisa suave de la mañana, los árboles, los pájaros, todo estaba constantemente en mis ojos y mis oídos. Consideré que todo era la alegría de vivir, la esencia hermosa de la misma vida. Nunca se me ocurrió pensar que bajo esa superficie algo iba cambiando día a día, minuto a minuto...





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sábado, 15 de diciembre de 2012

Antología bilingüe. William Carlos Williams.


Salvo por un par de viajes a Europa en los años veinte, este amable y bondadoso médico de Rutherford permaneció durante toda su vida en la ciudad, dedicado a su trabajo, a su familia y a la escritura. Al contrario que los Rimbaud, su aventura fue interior, y fue un viaje lento, tranquilo, amable y comprensivo.

Aún así, es otro de esos poetas urbanos que mientras mantienen la existencia rutinaria y gris del asalariado -a modo de un destierro interior- su espíritu se mantiene libre y salvaje para vivir en plena comunión con el entorno, en una experiencia vital más enriquecedora.

Las macromagnitudes y las micromagnitudes. Lo concreto se universaliza. Por eso Williams, a través de la observación profunda y bienintencionada del mundo cercano que le rodeaba, llegó a cierta sabiduría existencial en la que podía aceptar, comprender y amar, todos los comportamientos humanos. Como Deborah Kerr en La noche de la iguana: "no hay nada humano que me repugne".

De hecho, al leer su obra poética parece que nos cuente la historia simultánea en un instante preciso en la vida de todos los habitantes de su pueblo y que, eliminando algunas concreciones costumbristas, es la historia de todos los pueblos.


Williams ve a sus semejantes, y el entorno que comparte con ellos, sin idealizarlos ni ensalzarlos y nos habla de ellos y de sí mismos en el mismo tono en el que ellos hablan: con una sensación de inmediatez y simpleza que solamente se consigue con una preocupación estilística, la brevedad y la depuración retórica.

Williams Carlos Williams es un poeta sencillo. Su experimentación formal, aunque sorprendente, carece de la brillantez de la de Eliot o Wallace Stevens, pero su obra expresa mejor la sensibilidad norteamericana y fue la primera desde Whitman que se sirvió de su habla y de su ritmo. Por eso, resulta casi imprescindible leerlo en inglés. No obstante, su simpleza acerca al lector la profundidad de sus percepciones.

El resultado es una poesía ágil, vivaz y tranquila y natural. Sus poemas no son obras perfectas sino artefactos verbales pensados para transmitir sensaciones y para hacer que lo ordinario parezca extraordinario.


La revelación.

Me desperté feliz, la casa
estaba rara, voces
por una abertura
a través de la cual una chica
llegó y se detuvo,
ofreciéndome ayuda...

Entonces recordé
lo que había soñado...
Una chica
a la que conozco bien
se agachaba junto a la puerta del coche
y me daba un golpecito en la mano...

Me cruzaré con ella
nos diremos trivialidades
el uno al otro,
pero jamás dejaré de buscar
en sus ojos
esa mirada tranquila...


La joven ama de casa.

A las diez a.m. la joven ama de casa
merodea en batín tras las paredes
de madera de la casa de su esposo.
Yo paso solitario en el coche.

Al poco sale hasta la verja de nuevo
a llamar al del hielo, al pescadero, y espera
tímida, sin corsé, recogiéndose
mechones sueltos de pelo, y la comparo
con una hoja caída.

Bajo las sigilosas ruedas de mi coche
hay un crujido de hojas secas
mientras saludo y paso sonriente.


Espíritu del 76

Su padre
construyó un puente
sobre el río de Chicago,
ella en cambio
construyó un puente
sobre la luna.


Esperando.

Cuando estoy solo soy feliz.
El aire es fresco. Un cielo
moteado y salpicado y herido
de color. Los falos encarnados
de las hojas del sasafrás
cuelgan ante mí en cúmulos
aglomerados en las grávidas ramas.
Pero cuando llego hasta la puerta de mi casa
y me dan la bienvenida mis hijos
a chillidos felices
se me cae el alma a los pies.
Me quedo hecho polvo.

¿Acaso no quiero a mis hijos tanto
como a las hojas caídas?
¿O es que uno tiene que volverse imbécil
para llegar a viejo?
Parece como si la Aflicción
me hubiera puesto la zancadilla.
¡Veamos, veamos!
¿Qué es lo que había pensado
decirle a ella
cuando me ocurriera
lo que me acaba de ocurrir?


El borrachuzo

Mendigo borracho
que vas dando tumbos

te juro por Dios
que a pesar de toda

tu inmundicia y sordidez
te envidio.

Se trata del rostro
del mismísimo amor

abandonado a semejante
impotente confinación

en la desesperanza.


Tener hambre es ser grandioso

La hierba pequeña y amarilla de la cebolla,
primer síntoma verde de la primavera
en el asfalto de Manhattan,
si se arranca tal cual brota, a puñados,
se lava, trocea y fríe
en una sartén, aunque propensa a saber
un poco a tierra, si está bien cocinada
y se sirve caliente con pan de centeno,
resulta el aperitivo perfecto con una cerveza...
y lo mejor de todo
es que crece en cualquier parte.


La dulce contraréplica.

Es en días así cuando querría
dejar mi trabajo y unirme
a los viejos que en una ocasión vi
en el muelle de Villefranche
pescando caracoles de mar
con un palo.

"Yo sé de otra cosa que podrías atrapar
igual de fácil -me dijo ella-
esta primavera, si es que quieres.
Pero lo más probable
es que no quieras ¿verdad?".







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viernes, 30 de noviembre de 2012

Las flores del mal. Charles Baudelaire.


Son muchos los cultos contemporáneos a los que les he escuchado decir que no les gusta Baudelaire. Y siempre pienso lo mismo: ¿A quién le importa eso? Tus gustos no interesan a nadie. La cuestión es si entiendes qué significa Baudelaire o no. Peor cuando lo dice algún poeta que escribe, precisamente, a la manera del poeta francés, sin saberlo.

Además de un satánico rebelde malinterpretado y un decadente que no fumó tanto opio como se dice, Baudelaire es algo más: su libro Las flores del mal inicia el arte contemporáneo. ¿Pero en qué sentido? ¿Qué significa eso?

Para responder correctamente haré otra pregunta: ¿En qué se diferencia un soneto de Lorca de un soneto de Petrarca? ¿Y un cuadro de Max Ernst de La Santa Cena de da Vinci? Es fácil: el soneto de Lorca solamente lo pudo escribir Lorca, mientras que Petrarca pertenecía a una escuela en la que todos los sonetos los podrían haber escrito cada poeta perteneciente a su escuela. Lo mismo ocurre con la Santa Cena, era un motivo repetido con peor o mejor tino, hasta el aburrimiento por todos los pintores de la época. Eso ocurre con todo el arte clásico. Lo que ahora llamamos plagio, antes se llamaba, siendo un poco simplistas, tópicos y motivos.

Esto tiene que ver con lo que significaba y significa ahora la palabra "arte". Si preguntas a cualquier persona qué entiende por "arte", casi todos te dirán algo así como "la expresión de sentimientos" o frases parecidas. Los más espabilados te hablaran de "comunicación del mundo interior y bla bla bla..." Y si le ponemos buenas palabras podemos decir que el arte puede ser la expresión de una experiencia personal e intransferible y todo el mundo estará de acuerdo en que el objeto artístico pertenece al autor y nada más que al autor. Su obra, su hijo, su criatura.

La expresión del subconsciente. Una pieza más o menos fea, a través de la cual podemos conocer a su autor. Así le quitamos de un plumazo todo el mérito al noble arte de hacer sillas de mimbre, o jarrones turísticos por ejemplo. Todas las artes que nos parecen mecánicas... ¿No dijo Ciceron que...? jaja ¡buscad lo que dijo sobre las artes liberales y las artes mecánicas y entenderéis que lo que Petrarca y da Vinci entendían por arte era simplemente un conjunto de reglas que servían para hacer algo. Nada más. Los dos hicieron grandes obras de arte, por cierto.

A Baudelaire le corresponde el honor de ser el primer artista que creó una obra inseparable de su biografía. Convirtió su experiencia individual en un objeto deleitable por muchos y además, por el camino, inauguró el simbolismo, la corriente poética más importante de todas, con sus poemas Correspondencias y, sobre todo, Armonía de la tarde.

Pero es que además Baudelaire es un poeta maravilloso. Un pobre idealista cuyo corazón siempre estaba en el paraíso, su alma en el purgatorio y su cuerpo en el infierno. A nadie le importa que no te guste Baudelaire, que lo sepas. Porque Baudelaire ya cambió la cultura occidental una vez y casi todos los artistas contemporáneos están, todavía, bajo la influencia de Baudelaire. Hipócrita lector-mon semblable- mon frére!


El albatros

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
dejan penosamente arrastrando las alas,
sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
sus alas de gigante le impiden caminar.



Elevación

Por encima de estanques, por encima de valles,
de montañas y bosques, de mares y de nubes,
más allá de los soles, más allá de los éteres,
más allá del confín de estrelladas esferas,
te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
y como un nadador que se extasía en las olas,
alegremente surcas la inmensidad profunda
con voluptuosidad indecible y viril.

Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
sube a purificarte al aire superior
y apura, como un noble y divino licor,
la luz clara que inunda los límpidos espacios.

Detrás de los hastíos y los hondos pesares
que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
la lengua de las flores y de las cosas mudas!


Correspondencias

La Naturaleza es un templo donde vivos pilares
dejan brotar, aveces, palabras confusas;
el hombre la cruza entre bosques de símbolos
que le observan con ojos familiares.

Como infinitos ecos confundidos en la lejanía,
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa como la noche, como el resplandor,
los perfumes, colores y sonidos se responden.

Hay perfumes frescos como carnes infantiles,
dulces como los oboes, verdes cual la pradera.
Y hay otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

con la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el aloe, el incienso, 
que cantan los arrebatos del alma y los sentidos.


Armonía de la tarde.

Ya llega el tiempo en que, vibrando sobre el tallo
cada flor se evapora igual que un incensario;
sonidos y perfumes vuelan en el aire del atardecer;
¡Melancólico vals, vértigo desmayado!
 
Cada flor se evapora como un incensario;
el violín gime como un corazón dolorido;
¡Melancólico vals, vértigo desmayado!
El cielo es triste y hermoso como un místico altar.
 
El violín gime como un corazón dolorido;
un tierno corazón que odia la nada inmensa,
el cielo es triste y hermoso como un místico altar.
El sol se ahoga en su sangre que se hiela.
 
Un corazón joven que odia la nada negra y profunda,
recoge fiel las huellas de un pasado feliz,
el sol se ahoga en su sangre que se hiela.
¡Brilla en mi tu recuerdo como un relicario!











sábado, 17 de noviembre de 2012

Poesía. Mayakovsky


Una personalidad rígida en un entorno inadecuado puede romperse. Y no hay más que ver las fotografías de Mayakovsky y leer sus fragmentos de autobiografía para saber que la vida de uno de los escritores más interesantes de la revolución rusa se quebraría en algún momento temprano.

Mayakovsky soportó demasiados golpes de viento de diferentes direcciones y hoy, al leer sus poemas, no sabemos si es la obra de un exaltado o de un desengañado. Lo cierto es que sus caídas debieron dar vértigo porque sus pasiones y expectativas eran grandes, extremas y locas.

Comprometido y politizado, era demasiado individualista como para ser el poeta de la revolución y demasiado crítico como para que no resultase una presencia molesta. Lo cierto es que el compromiso revolucionario y poético de Mayakovsky iba mucho más lejos de la simple oda al partido y la propaganda: buscaba la forma poética absoluta que contuviese la esencia del ideal revolucionario. Una tarea complicada.
Durante los años veinte recorrió Europa participando en congresos y conferencias a favor de la revolución, creando material de propaganda, carteles, incluso guiones cinematográficos. Sin embargo, era un poeta romántico y exaltado antes que político. Fascinado por el futurismo y las vanguardias, su principal objetivo fue el de buscar un nuevo tipo de poesía y un nuevo lugar para el arte en la sociedad.

Fueron solo intentos, experiencias y experimentos con mejores o peores resultados (bueno, en realidad habría que leerlo en ruso, pero no sé..). El caso es que Mayakovsky le pedía tanto a la poesía, sus aspiraciones para algo tan insignificante como es la poesía, eran tan grandes -la poesía, algo que prácticamente nadie tiene presente en su día a día- que nada más que por eso, me gusta.



Conversación con un inspector de impuestos sobre poesía. 

¡Ciudadano inspector de impuestos! Perdone que le moleste. Gracias.... no se preocupe.... me quedaré de pie.
Mi asunto es de carácter delicado:
sobre el lugar del poeta en una sociedad de trabajadores.
Junto con los propietarios de tiendas y propiedades agrícolas, estoy sujeto también a impuestos y penalizaciones.
Me reclama usted quinientos por el semestre
y veinticinco por no presentar mi declaración.
Mi trabajo es como cualquier otro trabajo.
Fíjese: mire qué pérdidas he tenido,
qué gastos tengo en mi producción,
y cuánto se gasta en materiales. Usted sabe, por supuesto, lo del fenómeno llamado «rima». Supongamos que un verso acaba con la palabra «giro»;
entonces, dos versos después, repitiendo las sílabas,
ponemos algo así como «tiroriro».
En el lenguaje, la rima es como un pagaré
que vence dos versos después —ésa es la regla—.
Y uno busca la calderilla de sufijos e inflexiones
en la saqueada caja de las declinaciones y conjugaciones.
Empieza uno incrustando una palabra en un verso,
pero no encaja —se la fuerza y se rompe—.
Ciudadano inspector de impuestos, le doy mi palabra:
las palabras le cuestan al poeta mucho dinero.
En nuestro lenguaje la rima es un barril:
un barril de dinamita. La rima es una espoleta.
El verso se deshace hacia el final y estalla:
y la ciudad salta al cielo volada en una estrofa.
¿Dónde va a encontrar, y con qué tarifa de valoración,
rimas que apunten y maten de un solo disparo? Quizá queden cinco o seis rimas sin usar solamente en algún sitio como Venezuela.
Y así tengo que visitar países cálidos y fríos.
Allá me precipito, enredado en pagos sobre anticipos y préstamos.
¡Ciudadano! Admítame mis gastos de viaje.
La poesía toda ella es un viaje a lo desconocido.
La poesía es como sacar radium de la tierra:
por cada gramo se trabaja un año.
Por una sola palabra se gastan
miles de toneladas de ganga verbal.



Y aquí el texto que dejó el día de su muerte:


Carta de despedida de Mayakovsky.

De mi muerte no culpéis a nadie, y por favor, nada de comentarios. Al difunto le molestaban enormemente. Mamá, hermanos, camaradas, perdonadme; no es éste el método (no se lo aconsejo a nadie), pero no tengo más salida.
Lili, ámame.
Camarada gobierno: mi familia son Lili Brik, mi madre, mis hermanas, y Verónica Vitoldovna Polonskaia.
Te agradezco que les hagas la vida soportable.
Los versos sin terminar dénselos a los Brik.
Ellos pueden descifrarlos.

Como se dice
el incidente está zanjado,
la barca del amor
se estrelló contra la vida cotidiana.
Estoy en paz con la vida. Inútil, recordar
dolores
desgracias
y ofensas mutuas.


Vladimir Mayakovsky
Sed felices
12-4-1930






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sábado, 3 de noviembre de 2012

Hambre. Knut Hamsun.


Incluso los botones de su vestido parecen mirarme como si fueran una hilera de ojos asustados.

Hermosa frase donde el escritor noruego Knut Hamsun explica cómo el mundo que nos rodea y nos influencia no es mas que una serie de percepciones y como somos nosotros mismos quienes las coloreamos y dotamos de significados. Parecen mirarme como si fueran una hilera de ojos asustados, cuando es el sujeto que piensa la frase quien está asustado, quien ve el miedo, otorgándoles vida -como un antiguo animista- a unos botones inertes e inexpresivos.

En Hambre no hay acción narrativa, no hay trama, ni evolución de personajes. Solo un estado mental y un lugar físico: la ciudad de Christiania. Ni siquiera podemos decir que se trata de una novela sicológica o naturalista. En cualquier caso, un naturalismo extremo, simplemente un torrente de consciencia, que permanece constante, como un glaciar o como el fuego, desde la primera palabra hasta la última. Una espiral dando vueltas sobre si misma, reiterada y obsesiva, que supone la primera novela modernista de la cultura Europea.


Hambre trata sobre un escritor que parece desequilibrado y que se limita a quejarse o a soñar mientras da vueltas por Christiania, enloquecido por un hambre que el mismo ha decidido sufrir. Un hambre que es física y mental, pero un hambre insaciable. Un estado mental auto-destructivo en el que todo se corrompe y en el que el ser humano se siente dirigido por el Caos y la catástrofe. Algunos lo han conocido.

Antes de abandonar la modernidad y proclamar radicalmente la vuelta al campo y a la naturaleza, Hamsun escribió la novela de la ciudad. Donde el hombre tras romper los lazos que le unían a su pasado  se convierte en un ser desarraigado, incomunicado, guardián de un fuego en su interior que siempre necesita alimento para quemar: el hambre.

Pero lo más interesante de la novela no es precisamente el tipo de emociones que describe, sino como la focalización no se centra (obvia por completo, de hecho) en la construcción de personajes o tipos y en la definición de sus relaciones para expresar una idea. Por primera vez, al menos de una forma consciente, el arte intenta expresar la consciencia en su totalidad.

Como el propio Hamsun explicaba, "me interesan los secretos movimientos que se realizan inadvertidos en lugares apartados de la mente, de la anarquía imprevisible de las percepciones, de la sutil vida de la fantasía que se esconde bajo la lupa, los devaneos sin rumbo que emprenden el pensamiento y el sentimiento, viajes aún no hollados, que se realizan con la mente, el corazón, extrañas actividades, nerviosas, murmullos de la sangre, plegarias de huesos, toda la vida interior del inconsciente".

De hecho, para fortalecer esta idea, el personaje de Hambre no es nadie, no tiene nombre, edad, familia. Nada. Solo un dialogo interior constante. El stream of consciousness.

Hambre ha sido durante un siglo entero una especie de libro de texto para jóvenes escritores. La lista es asombrosa: Thomas Man, Henry Miller, Herman Hesse, Stefan Zweig, Franz Kafka, Anais Nin, o el mucho más joven, Paul Auster, se consideran, todos, discípulos de Knut Hamsun

Él mismo explicó mejor que nadie de qué trata Hambre:

He hecho un intento de escribir no una novela, sino un libro sin bodas, sin excursiones campestres y sin bailes en casa del señor director; un libro sobre las delicadas oscilaciones de una vulnerable alma humana, sobre esa extraña vida de la mente, sobre los misterios de los nervios en un cuerpo consumido por el hambre.






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sábado, 20 de octubre de 2012

Diarios (1910-1923). Franz Kafka.



Kafka es mi amigo. Es el primer escritor que me interesó y el que más me interesa. Es casi la primera persona a quién quise comprender y quien más me ayudó a comprenderme. Escribí mi primer cuento imitándole. Han pasado más de 15 años desde que abrí La Metamorfosis, El Proceso, o La Condena por primera vez y podría decir que cada acto de mi vida está condicionado por esas primeras lecturas.Así de profundo fue el cambio que supuso en mi visión del mudo. Kafka es mi amigo y no puedo ser objetivo con él.

No puedo leer un texto suyo sin enfadarme. Quisiera de corazón decirle que muchas cosas no eran tan importantes y que no eran culpa suya, ni de su padre, ni de su entorno. Y que ojalá hubiera sabido aceptar que no hay que pedirle tanto a la vida. Me gustaría que su biografía fuera diferente. Que la angustia y la felicidad estuvieran equilibradas. A veces, incluso quisiera que nunca llegase a escribir La Metamorfosis. Ni nada, si era necesario. Preferiría que hubiera escrito novelillas de moda si eso significa que no sufrió.

Sus diarios personales no son una lectura fácil. Y no debió de serlo tampoco para Max Brod, su amigo y testamentario de toda su obra, a quién Kafka le dejó sus escritos para que los quemase. Los trece cuadernos que componen sus Diarios no estaban destinados a la publicación y en ellos, Kafka volcó sus frustraciones y deseos. Estos textos suponen una de las confesiones más intensas de toda la cultura europea del siglo XX.


Quiero transcribir algunas frases:

26 de diciembre de 1910.

Hace dos días y medio que, aunque no del todo, estoy solo y si no me he transformado ya voy camino de hacerlo. 

2 de noviembre de 1911.

Esta mañana, a primera hora, por primera vez en mucho tiempo, la alegría de imaginar un cuchillo que gira clavado en mi corazón.

25 de febrero de 1912

He pasado la noche con total indiferencia junto a la mesa familiar; la mano derecha en el respaldo del sillón de mi hermana, que jugaba a las cartas, y la izquierda posada débilmente sobre las rodillas. De vez en cuando, intentaba ser consciente de mi infortunio, pero lo conseguía a duras penas.

2 de mayo de 1912

La imposibilidad física de escribir y la íntima necesidad de hacerlo. 

3 de mayo

La terrible inseguridad de mi existencia interior.

21 de julio

El mundo tremendo que tengo en la cabeza. Pero, cómo liberarme y liberarlo sin que se desgarre y me desgarre. Y es mil veces preferible desgarrarse que retenerlo o enterrarlo dentro de mí. Para eso estoy aquí, esto me resulta perfectamente claro. 

Odio todo lo que no tiene que ver con la literatura, me aburre sostener conversaciones (aunque sea sobre literatura) me aburre ir de visita; las penas y alegrías de mis parientes me llenan el alma de aburrimiento. Las conversaciones quitan la importancia, la seriedad, la verdad a todo lo que pienso.

14 de agosto

La quiero, pero el amor está enterrado hasta sofocarse bajo el miedo y los reproches a mí mismo.

Me aislaré de todos, hasta la insensibilización. Me enemistaré con todo el mundo. No hablaré con nadie.

6  de agosto de 1914

Desde el punto de vista de la literatura, mi destino es muy simple. El sentido de la descripción de mi visionaria vida interior ha desplazado a todo lo demás al terreno de lo accesorio y se ha atrofiado de un modo terrible y no cesa de atrofiarse más. Nada más podrá satisfacerme nunca.  

5 de diciembre

Mi relación con la familia sólo adquiere para mí un sentido unitario cuando me concibo a mi mismo como la ruina de la familia.

25 de febrero de 1915

Si fuese un extraño que observase el curso de mi vida, diría que todo tiene que acabar en la inutilidad, consumido en dudas incesantes y, en el aspecto creador, siempre atormentándome. Sin embargo, como parte interesada, tengo esperanza...

25 de diciembre

Me consumo sin sentido: me haría dichoso poder escribir; no escribo. Jamás me libraré de los dolores de cabeza. Realmente me he devastado a mi mismo. 

19 de junio de 1916

Olvidarlo todo. Abrir ventanas. Vaciar la habitación, el viento la llena. Uno ve sólo el vacío, busca por todos lados y no se encuentra.

18 de septiembre de 1917

Desgarrarlo todo.

5 de diciembre de 1919.

Otra vez he pasado por esa terrible grieta larga y estrecha que, en realidad, sólo se puede cruzar en sueños. Por propia voluntad, jamás podría hacerlo estando despierto. 






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lunes, 15 de octubre de 2012

Cancionero y Romancero Español. Dámaso Alonso.


Voy a intentar resumir, más mal que bien, la introducción de Dámaso Alonso sobre el cancionero "de tipo tradicional". Seguramente se pierda la idea más importante que refleja el escrito: la delicadeza y fragilidad de unos textos perdidos en reelaboraciones y arreglos modernos. Un frase insertada en una canción o a veces solo la impresión de que el origen de una tonada es mucho más antiguo de lo que se piensa. Como el vino viejo mezclado en barricas nuevas que aún mantiene su presencia. Pero sobre todo, la perfección en cuanto a forma, contenido y emoción de unas canciones que el pueblo (entendiendo esta palabra en su significado más amplio) hizo suyos perfeccionándolos a lo largo de los siglos, para llegar a una concreción emocional a veces sobrecogedora como pocas líricas han visto.

Dice Dámaso:

El mundo ignoraba hasta la existencia de este tesoro de nuestra poesía. Menéndez Pelayo lo empezó a entrever al estudiar el teatro de Lope, pero nunca lo pudo conocer ni apreciar en su conjunto. 

Hablamos de un tesoro inmenso de poemillas de la Edad Media que perviven y aún crecen en número en los siglos XVI y XVII. Lope usa este tesoro en su teatro. Lo glosa, lo retoca y algunas veces, lo imita. ¿Es esto poesía popular? El agua del río tiene su fuente originaria, pero luego se filtra, se vuelve a filtrar para perderse y depurarse en las arenas. Río humano es el pueblo como reunión, a través del tiempo, de todos los niveles sociales y culturales. Lo cierto es que es una poesía muy distinta de la culta.

Para evitar esas dudas se utiliza el término "tradicional". Son muy numerosas las canciones de cuya tradicionalidad no tenemos pruebas, aunque sí claros indicios. Los poetas del Siglo de Oro se aplicaron infatigablemente a glosar los estribillos antiguos y a componer otros según las fórmulas viejas. 

Esa era la cuestión hasta que hace unos años se descubrieron las jarchas mozárabes: el máximo descubrimiento entre todas las literaturas románicas del siglo XX. 

Nuestra literatura comenzaba en el épico Cantar del Cid, del siglo XII. Pero ahora tienen un inicio encantadoramente lírico: unas sencillísimas canciones de mujer enamorada escritas en dialecto mozárabe que suponen la lírica en lengua románica más antigua. 

Una serie de casualidades hizo posible que llegase a nuestras manos este tesoro. Cultos poetas hebreos y árabes, los mas antiguos del siglo XI, pusieron en cierto tipo de composiciones una jarcha o estrofilla final, no en hebreo ni en árabe, como el resto del poema, sino en el dialecto español que hablaban los mozárabes. 

Los poemas de estos escritores hebreos han actuado como prodigiosos frascos de alcohol dónde conservar estas criaturas líricas del siglo XI. Y llegan hasta nosotros tibias, dulcemente encendidas de una luz diaria y de una belleza de la que nada sabíamos.


¡Tant'amare, tant'amare,
habib, tant'amare!
Enfermeron olios nidios,
e dolen tan male.


¡Tanto amar, tanto amar, amigo, tanto amar! Enfermaron [mis] ojos brillantes y duelen tanto.


¿Qué fare yo mamma?
Mieo-l-habibi ya vase
Con tal bel fogore.
¡Layta non lo amase!

¿Qué haré madre? Mi amigo ya se va con tan hermoso fulgor. ¡Ojalá no le amase! 

Non t'amarey illa con as-sarti
an tajma halhali ma'a qurti.



No te amaré sino con la condición de que juntes mi ajorca del tobillo con mis pendientes. 



Báy-se méw qorazon de mib
¡Ya Rabb, si se me tornarad!
¿Tan mal me dóled li-l-habib!
Enfermo yed: ¿Kuand sanará?

Mi corazón se me va de mí.¡Oh Dios, ¿acaso se me tornará?¡Tan fuerte mi dolor por el amado! Enfermo está, ¿cuando sanará?







Después de las jarchas, podemos mirar al cancionero tradicional: quizás las flores mas delicadas de toda la poesía española. Todas tuvieron un autor, pero el pueblo colaboró en ellas, filtrándolas, a lo largo de los siglos. Un alto grito lírico, breve, brevísimo, indeterminado, que nos toca y nos deja impregnados de ensueño y nostalgia.

Malherida iba la garza
enamorada,
sola va y gritos daba.

Donde la garza hace su nido,
ribericas de aquel río,
sola va y gritos daba.

¿Qué garza? ¿que vuelo? ¿Qué amor? ¿Qué ribera? Un grito de amor ha cuajado, plasmado en una breve joya imperecedera.

Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.

Amigo el que yo más quería,
venid al alba del día.
Amigo el que yo más amaba,
venid a la luz del alba.
Venid a la luz del día,
no traigáis compañía;
Venid a la luz del alba,
no traigáis gran compaña.

La más sencillamente bella de la poesía española. La fuerza y el ímpetu rítmico:

¡Del rosal vengo, mi madre
vengo del rosale!

Con un fondo sensual y trágico:

En la huerta nace la rosa,
quiérome ir allá
por mirar al ruiseñor
cómo cantabá.

Por las riberas del río
limones coge la virgo,
quiérome ir allá...








sábado, 13 de octubre de 2012

Primavera negra. Henry Miller.

Brooklyn en 1910.

¿Qué es mejor que leer a Virgilio o aprender a Goethe de memoria? Pues...comer al aire libre bajo un toldo por ocho francos en Issy-les-Moulineaux...

Parece que Henry Miller estaba condenado a convertir en caricaturas grotescas a todas la personas que describía en sus novelas. Como si quisiera demostrar el barbarismo y la sin razón de los comportamientos humanos, no se libraba nadie de su visión desnaturalizadora. En su búsqueda de la verdad, pasaba por alto un detalle importante: la delicadeza y la bondad. Como si quisiera que todo el mundo se diera cuenta del poco sentido y de la inutilidad de sus acciones. 

No hay ni un personaje admirable o sensato en sus novelas. Casi ninguno, más bien. Su manera de construir caracteres es el gran problema del escritor. Y ahí radica su pesimismo: su descreimiento en el género humano no le permite profundizar en los demás. Y como resultado, sus personajes no son reales, no tienen vida y parecen siempre la misma persona: nadie en concreto. Un "bandarra" cualquiera.

Sus textos, narrados siempre en una soberbia primera persona Walt Whitmaniana, no tienen espacio para la ternura. Y si un escritor no muestra ternura por sus personajes, nunca serán nada más que estereotipos planos. En el caso de Miller: caricaturas imperfectas. 

Se acerca a ellos sin compasión y decide contar lo más grotesco de sus comportamientos, sus actitudes más mecánicas y mezquinas. Al leer sus libros parece que Henry Miller viviera en un mundo rodeado de maniquíes y gente cruel, locos, idiotas o egoístas. Gente muerta incapaces de ver la importancia de estar vivo... Aunque en realidad todos nos hemos sentido un poco así alguna vez... ¿no? 

Dedicada, corregida y recortada por su gran amiga Anaïs Nin, Primavera Negra forma junto con los Trópicos de Cáncer y Capricornio, la primera trilogía del autor. Después vendrá su redención en la Crucifixión rosa

En Primavera negra recorre París y su adolescencia neoyorquina, esmerándose por terminar, más mal que bien, un relato costumbrista (no muy acertado por su fragmentación grotesca de la realidad) sobre su vida en Brooklyn, como hijo de un sastre, rodeado de judíos, alemanes y polacos acogidos por la pujante américa y toda la fauna de la calle.





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miércoles, 10 de octubre de 2012

Los demonios de Loudon. Aldous Huxley.

Una escena de la película Los demonios de Loudun, de Krzysztof Penderecki.
La historia es terrible. Y entre otras cosas, explica que los seres humanos tienen miedo de si mismos. Miedo, al poder que tenemos sobre los demás y por lo tanto, temor de pesar que los demás podrían hacernos lo mismo que nosotros a ellos. Pero también el miedo a traspasar nuestros límites, a llegar un poco más lejos de nuestra conciencia. Justo donde empezamos a perder el control sobre nosotros mismos. 

Si algo tienen en común el triangulo de personajes de esta historia, las posesiones demoníacas de las monjas ursulinas de Loudon en XVII, es que todos tenían miedos y rencores y todos dejaron que sus sentimientos y emociones controlaran sus acciones. Pero demasiado.

Retrato de Urbain Grandier.
Para quien no conozca el caso, lo explico:

En el año 1631, en la ciudad francesa de Loudun, las mojas de un convento de ursulinas, encabezadas por la priora Sor Juana de los Ángeles (busquen sobre ella en google), afirmaron estar poseídas por el demonio y señalaron como responsable a Urbain Grandier, un cura pero también un seductor. Un Don Juan conocido en el territorio por su ambición y su vida poco ejemplar. Acusado de brujería, el proceso, en el que se mezcla la ignorancia, la superstición y sobre todo, las pasiones humanas y la alta política, acaba decidiendo la suerte de Grandier, que muere en la hoguera después de ser torturado brutalmente.

En un triangulo fatal donde se encuentran las peores emociones humanas, la historia se retuerce para que todos los personajes se conviertan en víctimas de los rencores y miedos de los demás. Grandier perdió el control de sí mismo al utilizar la seducción de las mujeres del pueblo para humillar a las autoridades. A Sor Juana de los Ángeles, su deseo carnal por el cura seductor y el rencor por su rechazo le llevo a un estado mental en el que ella misma, como confiesa en sus memorias, no sabía si era el demonio quien la controlaba del todo o, a veces, era ella misma.

Y finalmente, las personas que promovieron la acusación de brujería contra Grandier. Aristócratas, eclesiásticos y políticos que no tuvieron ningún pudor en falsear pruebas y mentir para acabar cruelmente con el hombre que había seducido a sus mujeres.



A través del análisis periodístico de este suceso Huxley plantea su teoría sobre la auto-trascendencia horizontal y la necesidad de salir de nosotros mismos, para evitar el aislamiento y la soledad.

Aquí os dejo un fragmento del texto:


En cuanto al hecho de escapar al espanto de sentirse persona aislada y sola, la mayoría de las personas eligen casi siempre un camino que no es el que va hacia arriba ni el que va hacia abajo, sino un camino llano. Todos se identifican con alguna causa que supera en amplitud el ámbito de sus intereses inmediatos, pero que no es degradantemente inferior y, si resulta que es más elevada solo lo es en el rango de los valores sociales corrientes.

En ese camino horizontal, o casi horizontal, la trascendencia puede darse en virtud de algo tan trivial como una manía o tan estimable como el amor. Puede darse también por la identificación que uno hace de sí mismo con cualquier actividad humana, desde la dirección de un negocio hasta la investigación nuclear, desde la composición de una sinfonía hasta la búsqueda y composición de sellos, desde las campañas de tipo político hasta la educación de los niños o el estudio de las costumbres matutinas de  los pájaros. 

La autotrascendencia horizontal es de la mayor importancia. Sin ella no habría arte, ni ciencia, ni ley, ni filosofía y ni siquiera civilización. Y, ciertamente, tampoco habría guerra ni odium theologicum oideologicum, ni intolerancia sistemática, ni persecución. Esos grandes bienes y esos enormes males son los frutos de la capacidad del hombre para la total y continua identificación con una idea, un sentimiento, una causa.

¿Cómo podemos tener el bien sin el mal, cómo gozar de una elevada civilización, sin saturación de bombardeos y exterminios? La respuesta es que no podemos mantener el bien tan largo tiempo como nuestra autotrascendencia permanece en actitud horizontal. 

Cuando nos identificamos con una idea o con una causa es que nos hallamos de hecho en trance de adoración de algo de tipo domestico, algo parcial y parroquial, algo que, no obstante su nobleza, tiene características excesivamente humanas. El patriotismo, según la conclusión a que llega un gran patriota la víspera de su ejecución, "no es suficiente". Ni el socialismo, ni comunismo, ni capitalismo. Tampoco la iglesia. Todo esto es indispensable, pero ninguna de estas cosas es suficiente.

La civilización exige del individuo una decidida autoidentificación con la inminente causa de la naturaleza humana. Pero si esta autoidentificación con lo humano no va acompañada de un consciente y consistente esfuerzo para llevar a su culminación la autotrascendencia, los bienes conseguidos aparecerán siempre mezclados con males que los contrapesen.

 


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miércoles, 19 de septiembre de 2012

La energía de los esclavos. Leonard Cohen.


Lo dijo Leonard Cohen: "no soy poeta ni músico, pero los músicos me aceptaron como músico y los poetas, como poeta".

Leonard Cohen ya era un escritor conocido en Canadá y Francia antes de darse cuenta de que en la música había un poco más de negocio (así lo explica), o al menos la posibilidad de llegar a más gente. Bautizado en el mundo de la farándula con los libros Let Us Compare Mythologies o Flowers to Hitler, su carrera continuaría entre libros, mujeres, discos, giras de conciertos por todo el mundo y depresiones continuas y admirables renacimientos y reinvenciones. En fin, uno de los artistas más importantes del siglo XX, algo que sabe casi todo el mundo. Pero en el principio era poeta.

Y continúa siéndolo todavía. Lo cierto es que la calidad lírica de sus canciones eclipsa un poco su faceta literaria, igualmente cruda y liberadora, pero diferente. En los poemas, Leonard demuestra un conocimiento profundo de la literatura anglosajona y un buen manejo de la ironía para alejarse del poema. Como bien explicaba T. S. Elliot: el poeta trabaja con percepciones y sentimientos individuales que están dentro de él, pero debe crear con ellos algo distinto a sí mismo. En concreto, decía: "mientras más perfecto el artista, más completa será en él la separación entre la persona que sufre y la persona que crea".

Siguiendo a la mejor escuela aglosajona, como también hizo Cernuda, Leonard, como poeta, huye del pathetic fallacy -algo así como el engaño sentimental, el excesivo yoísmo emocional de los poetas sin experiencia- y del purple patch o trozo de bravura, que lo podemos entender como la bonitura, la finura de la expresión, para crear un poemario aparentemente seco y frío pero absolutamente descarnado, revelador y universal.

Explica Leonard: "después de ser padre, y tras un tiempo de recapacitación, volví a sentir confianza en mi mismo; me di cuenta de que buena parte de mis depresiones habían venido de las drogas y me replanteé todo. Saqué La energía de los esclavos, un nuevo libro poético de textos en verso libre, que son quizás mis versos favoritos. En ellos di rienda suelta a todo el cinismo que llevaba encima, un cáustico examen de la política y de las guerras que asolaban el mundo. No pretendí dar soluciones, sino mostrar esa angustia impotente que a todos nos atenaza".

Podría poner cualquier canción suya ahora, pero mejor mis poemas preferidos del libro: 

16

Ya no estoy en mi mejor momento para practicar 
el oficio de los versos.
Se me da mucho mejor 
estar en el cuarto ropero con Sara.
Pero incluso en este mundo alternativo
tampoco estoy ya en mi mejor momento.
Necesito
la compasión de mi propia atención.
Quién podría haber imaginado
que el corazón envejece
del contacto con otros.

20

Siempre intento mantenerme en contacto esté donde esté.
No digo que te amo.
No digo que lo haya solucionado.
El sol entra por el tragaluz.
Mi trabajo me llama
dulce, como el sonido del arroyo
que pasa junto a mi cabaña de Tennessee.
Escucho sentado en mi mesa
y estoy casi dispuesto a perdonar
a los que intentaron aplastarnos
con sus magníficos sistemas.
Tu belleza está en todas partes,
la que destilamos juntos
de los tiempos difíciles.

Nunca sentirás que te dirijo.
Huyo para siempre de tu homenaje.
No tengo ninguna intención de encadenarte.
No tengo nada pensado para ti.
No tengo oraciones en las que incluirte.
Vivo para ti, sin pensar en lo que mereces
o en lo que no mereces.

21

Tus ojos son muy poderosos.
Intentan tullirme.
Pones toda tu fuerza en tus ojos
porque no sabes lo que hay que hacer
para ser un héroe.

Te has confundido de ideal.
No eres un héroe,
sino un tirano
lo que aspiras a ser.
Es por eso por lo que la debilidad
es tu cualidad más atractiva.

No tengo planes para ti.
Tus peligrosos ojos negros
se clavan en la chica más cercana
o en el espejo más próximo
mientras vas esperanzado
de profesión en profesión.

39

Se sentó al piano
la más bella pianista del mundo,
vestida con una bata de fotógrafo.
Yo estaba hojeando las páginas amarillas
de mi viejo corazón de esclavo
en busca de algo mejor que la gratitud.
Cuando sobre la parte mucosa ella colocó
el más pequeño y majestuoso barco de vela
que jamás haya devuelto el mar.
Diciendo: a veces estoy contigo.
A veces tengo que ir donde
el hombre es un extraño a su dolor.




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