lunes, 9 de diciembre de 2013

Alcoholes. Guillaume Apollinaire.


Casi inaugurando oficialmente las vanguardias, Alcoholes es el libro de poemas con más unidad que he leído nunca. A pesar del automatismo y su ruptura pre-surrealista, simplemente, repitiéndo versos y palabras en diferentes poemas engarzados como en una película de Fellini, consigue la impresión de que cada poema necesita de los demás para completarse, al igual que cada imagen que plantea Guillaume necesita de las demás para adquirir un valor más amplio.

De todas formas esto tampoco importa mucho. Alcoholes es uno de mis libros preferidos, de los que leo y releo, por muchos motivos. Por sus aspectos plásticos y formales ("informales", más bien) y por otras razones emocionales que me resultaría complicado explicar. Sinceramente, porque las relaciones que plantea, siempre juguetonas, me sorprenden y me hacen llegar a un lugar nuevo en el que no había estado antes. Un lugar donde se ven las cosas de otra manera, como un primer plano de alguien deslumbrado por una luz brillante que intenta comprender quién le ilumina.


Guillaume es un poeta contradictorio que maneja las complicaciones como los taoístas, con el juego y el humor. Para él la poesía en una búsqueda constante de la belleza, símbolo de la perfección y lo absoluto, aunque siempre acabe expresando "el no poder alcanzarlo" como cauce a la expresión de la sensibilidad, del mundo de las emociones y el terreno del inconsciente individual y colectivo.

Quizás vivamos una época similar al momento en el que se escribió Alcoholes: una época de crisis que precedió a la primera guerra mundial. Guillaume nada como un delfín en los momentos de tensión. Incapaz de utilizar el método de análisis, procedía siempre por intuición y se dejaba guiar por su gran imaginación poética, por su capacidad de establecer relaciones entre ideas y cosas aparentemente dispares, siempre desde el simbolismo de la imagen y sus matices.



Muchos consideran intolerable su actitud entusiasta y evasiva ante el conflicto de su época y mucho menos el modo en le que disfrutó la guerra. Pero bueno, cuando todo está patas arriba quizás solo pueda uno sentarse y disfrutar del espectáculo, como en el final de Zorba el griego, cuando después de toda esa catástrofe solo pueden reírse por lo increíblemente mal que lo han hecho.



La gitana

La gitana profetizó que nuestras vidas
se hallaban trabadas por las noches.
Nos despedimos de ella y después
de ese pozo surgió la esperanza. 

El amor torpe como un oso domesticado
bailó cuando se lo ordenamos
y el ave azul perdió sus plumas
y los pordioseros sus avemarías.

Sabemos que nos condenamos
pero la esperanza de amar por el camino
nos hace pensar cogidos de la mano
en lo que predijo la gitana. 



Aunque mi poema es Zona, pero es muy largo..






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