martes, 29 de octubre de 2024

Los lais de María de Francia



Quien relata, miente. Quien escribe una historia que considera verdad, la inventa y la transforma. La cultura y la sensibilidad de quien narra modifican la materia del relato. Resulta difícil precisar si el acontecimiento se transforma de manera más intensa en la tradición oral o al fijarse en la escritura, como hace la escritora medieval María de Francia

No sabemos si la primera mujer poeta en lengua francesa creía o no en la veracidad de sus relatos, pero sí que pretendía contarnos cuentos fantásticos tan increíbles como reales. María de Francia nos lleva a un mundo antiguo (incluso para ella y que solamente ha existido en la memoria) y quiere que pensemos que sus personajes existieron. Quiere que tomemos por reales sus tribulaciones. 

Hablamos del siglo XII. En las cortes señoriales del Mediodía francés nacía el nuevo espíritu cortés: la lírica provenzal inaugurada por Guillermo de Poitiers (primer trovador conocido del amor cortés). Años después, cuando su nieta Leonor de Aquitania contrae matrimonio con Enrique II de Inglaterra, la cortesía provenzal penetra en la corte anglo-normanda y allí se enriquece con los grandes temas caballerescos de la materia artúrica. Es decir, el tema caballería se fusiona con la lírica provenzal. 

Aunque la palabra 'lai' (de origen celta) designa una composición musical, lo que María se propone escribir no son 'lais', sino, como explica la autora en el prólogo y en las primeras líneas del relato Guigemar, algo estrechamente emparentado con ellos: la historia, la aventura que les dio origen. El punto de partida de cada relato serán cuentos y leyendas procedentes del folklore bretón y de la tradición oral. 

Si parte de la crítica ha señalado lo estereotipado de los caracteres masculinos, es necesario precisar algunos matices: la función del caballero en los Lais de María de Francia, no es sino permitir el desarrollo de los personajes femeninos. El caballero es un espejo que permite a la mujer conocer sus propios sentimientos y experimentarlos. La invita a vivir intensamente sus emociones.

La mujer aparece en los Lais de María de Francia en múltiples facetas. La variedad de tipos femeninos sorprende: 

  • La joven osada y consciente (o inconsciente) del relato Milón.
  • La doncella tímida y atrevida al mismo tiempo de Eliduc (indefensa, pero protegida por su virtud), que no concibe para el amor otro desenlace que el matrimonio y que profesa una confianza total en el hombre que le hará sufrir al creerse traicionada.
  • La amante sumisa capaz de retirarse a segundo plano para obedecer a su amigo en Fresno. 
  • O la esposa amantísima de Eliduc, que muestra gran dolor ante la partida de su esposo y que al verlo regresar triste y pensativo, en vez de sospechar de su fidelidad, se pregunta si es él quien duda de la suya. Esta mujer llevará su abnegación hasta tal punto de sacrificar su propio amor, fingiendo querer ser religiosa a fin de dejar libre a su marido. 

Aunque en todos estos relatos se respira ese sentimiento sujeto a leyes que es el amor cortés y que inspira al hombre valentía y sumisión a la mujer, la idea del amor de María de Francia no corresponde con los tópicos cortesanos. Para ella en el amor no existe mesura ni la contención. Se trata de un sentimiento involuntario y violento que se apodera de dos seres y les une en un lazo indisoluble. Un sentimiento de vida que arrebata y que en la mayor parte de los casos conduce a la muerte. Al mismo tiempo, el amor para María de Francia sitúa a la mujer en el mismo plano que su compañero, con los mismos derechos en la batalla amorosa, capaz de afrontar sus propios sentimientos y de tomar la iniciativa. 


MÁS INFORMACIÓN

Un trabajo tartamudo

www.tatianaherrero.es DONDE NACE LA FANTASÍA

LA PRIMERA HISTORIA DE LA LITERATURA EUROPEA EN FORMATO DIGITAL

Los jardines de Babel 









jueves, 10 de octubre de 2024

Fuentes del viento. Pierre Reverdy

"El más puro de los poetas que ha tenido Francia". Lo dijo Luis Cernuda en 1960 tras el fallecimiento de Pierre Reverdy“Le estimo como poseedor de un don raro aún entre los poetas mejores, el de guiar, señalar rumbo a los poetas más jóvenes que vienen tras de él. Es decir, ser un maestro”. 

Se le vincula en el imaginario colectivo como representante y catalizador de las vanguardias, asociado especialmente al surrealismo, al cubismo y al creacionismo de Huidobro, con quien publicó la revista Nord-Sud. Pero a menudo se olvida que Reverdy fue un místico. En el año 1926, con 37 años sufrió una crisis espiritual y se retiró a la abadía Solesmes hasta su muerte en 1960. Más de la mitad de su obra es la obra de un místico. Entre ellas el libro que nos ocupa. Sources du vent (1929), traducido por Guillermo F. Rojano. 


André Breton, en una entrevista en 1932 dijo sobre Reverdy

Esta forma de decir no ha perdido para mí su encanto. Inmediatamente me reintroduce en el corazón de esta magia verbal que, para nosotros, era el dominio donde Reverdy actuaba. Sólo Aloysius Bertrand y Rimbaud habían avanzado tan lejos en esta vía. Por mi parte, amaba y amo todavía sí, de amor esta poesía practicada en largos cortes en los que nimba la vida cotidiana, este halo de aprehensiones e indicios que flotan alrededor de nuestras impresiones y de nuestros actos. Cortaba dentro como al azar. El ritmo que había creado era aparentemente sólo un instrumento. Pero esta herramienta no lo traicionaba nunca, era maravilloso. Reverdy era mucho más teórico que Apollinaire: incluso hubiera sido un maestro ideal si hubiera sido menos apasionado en la discusión, si hubiera estado más preocupado por los argumentos que se le oponían, pero es verdad que esta pasión formaba parte de su encanto. Nadie ha reflexionado mejor y nadie supo hacer reflexionar sobre los medios profundos de la poesía. Nada debía, en consecuencia, tener más importancia que sus tesis sobre la imagen poética. No hay tampoco nadie que, ante la larga ingratitud de la suerte, haya demostrado un desapego más ejemplar.
Planos sincrónicos, tiempo detenido y el alma humana que se detiene expectante ante elementos cotidianos y que busca un significado en ellos y que construye un sentido trascendente. De ahí, de esa elaboración del significado oculto y de la esperanza de que lo cotidiano se convierta en una manifestación del lenguaje divido, surge la espiritualidad que rezuman estos poemas de Reverdy. Poemas universales y eternos porque hablan sobre lo mínimo común de todos los seres humanos y que podrían ser comprendido por una mente prehistórica y por una sensibilidad del futuro. 

Las vueltas únicas del espíritu

La misma corriente de aire en el ojo
                                    y en el oído
Lámpara de velada nocturna
Bajo las capas del sueño rectilíneos
cuando las mejillas salen
el gallo impasible llama bajo el tejado
Láminas de los cascotes de yeso se desprenden
las líneas se desdoblan en el umbral de la falsa mañana
Y para volver a encontrar el orden a través de este misterio
Ni siquera tenemos la claridad interior del ojo
La realidad aplastada en un ángulo
                    donde el filo de la talla oprime al animal
Más voces del horizonte
de camino bajo la paja
Ni un grano de arena húmeda en los labios
Y sobre las manos
La caricia de los hielos que atraviesan este jardín desnudo
                                                estos muros desvanecidos
Este triste movimiento de orquesta sin estribillo
        la cama lívida. 

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jueves, 12 de septiembre de 2024

Trotamundear. Blaise Cendrars


Un hombre, un viajero, un trotamundos, un negociante, un buscavidas, un fugitivo, un joven llega a Nápoles con un secreto: es rico, en una espina de Ispahan esconde unos diamantes. 

Huye de un mal negocio, pero se oculta en la ciudad de su infancia. A sus veintipocos años, su vida aventurera y escapista le pesa demasiado: se siente mal, ha alcanzado un punto de ruptura consigo mismo y quiere sanar (en el futuro, cuando pierda un brazo será peor, pero estará más preparado). 

En su vagabundeo errante, empujado por fuerzas oscuras de su interior, regresa a un lugar de su infancia: la tumba de Virgilio. Allí, se entierra en el suelo durante ocho días para darse cuenta de que Kipling mintió. Tras el ritual no está curado. Continúa mal, perdido, pero de aquí en adelante no volverá a mirar su herida hasta que escriba su historia sesenta años después.  

Ese es el comienzo del relato Génova, la espina de Ispahán, el más largo y más perfecto de los textos  que componen Trotamundear. Corazón del libro, pero también una narración perfecta. Una historia edípica de misterio y terror ubicada en un lugar legendario que implica a personajes reales como el fotógrafo Ricordi, leyendas escuchadas con oídos de niño, pero también muerte, dolor y sufrimiento que explican de algún modo el temperamento aventurero de Blaise Cendrars. Y algo más que el escritor no afirma explícitamente: el abandono paterno y la frialdad materna, carencias profundamente arraigadas en su infancia. Y por en medio, una amor infantil, puro e inocente que termina con un cadáver y un olor nauseabundo que se extiende por toda la casa y emana de su habitación, magos y alquimistas seguidores del demonio que crean vida de la carne de niños muertos y el asesinato de un leproso. 

Si alguien me preguntase un libro con el que aprender a escribir (quiero decir, un libro con el que entender qué es 'el estilo' en escritura), le diría, sin pensarlo dos ejemplos del mismo autor: Ron y Trotamundear, de Blaise Cendrars. 

Si Cervantes escribió sobre el Tirant lo Blanc que se trataba de "un tesoro de contento y una mina de pasatiempos" cuando lo salvó de la hoguera, lo mismo podría aplicarse a estas digamos memorias escritas por un diestro manco con la mano izquierda. 

Historias, recuerdos y reflexiones engarzadas como relatos que no parecen protagonizados por la misma persona. Desde la infancia hasta la madurez: viajes, huidas, negocios no siempre  éticos, vitalismo, violencia, guerras, cultura libresca, grandes nombres de la vanguardia europea y grandes personalidades de los bajos fondos de cualquier lugar del mundo. 

Cada capítulo está titulado con el nombre una ciudad europea: Venecia, Nápoles, La Coruña, Burdeos, Brest, Tolón, Amberes, Génova, Hamburgo, París... ciudades que no siempre centran el relato, solo abren un abanico de vivencias y de emociones sincrónicas en las que se confunde realidad y ficción, el presente, el pasado, el futuro y la geografía. 

Si Cendrars dice la verdad o miente, no importa. Sus palabras (escritas con la mano izquierda) tienen la fuerza de la convicción, hasta el punto de que el mismo autor, al repasar datos que afirma fehacientemente, se da cuenta de que sus recuerdos le mienten y que lo que relata (¡su vida!) no ha podido ser como la cuenta: 

Lo admito, mis recuerdos de infancia, que para mí son más verdaderos que verdades en su inocencia, tienen una distorsión en el tiempo, como máximo, de un año o dos en algunos detalles o escenas accesorias. Pero ¿cómo explicar el error que cometo al situar el nacimiento del hijo del príncipe de Nápoles con tanta anticipación en el tiempo, casi diez años? No sé qué responder, y ello me deja estupefacto. (...) La cristalización de mis recuerdos en torno a un fantasma puede que haya falseado el desarrollo cronológico de los acontecimientos de mi infancia napolitana, pero no alterado la realidad de los acontecimientos. 

Cendras escribe, con la mano izquierda y la derecha amputada, con más energía, vitalidad y trascendencia que la mayoría con su mano dominante. Un ejemplo: 

Hoy quiero sanar. Mi cansancio es demasiado grande. Al igual que Kim, ya no puedo más. Estoy agotado. Pero antes de iniciar la cura de Kim, desciendo a Pausilippe, voy a adentrarme en el mar, me sacio de agua, y regreso con víveres para ocho días, pan, salami, mortadela, un cacio cavallo o culo de caballo, que es un queso en forma de cantimplora de peregrino o calabaza doble, una garrafa de vino, pesada y redonda como una campana. Mi espina hueca es mi bastón de peregrino. Subo alegre y muerto de impaciencia a mi ermita. ¡Tomo un bocado, bendito sea Dios! Nada ha cambiado en el cercado. Me dispongo a pasar mi primera noche en el jardín de mi infancia, paraíso perdido y, esta tarde, reencontrado. 

Más información: 

Una hoguera para que arda Goya

Altazor 

El Boomerang

Lecturas desde el noroeste


viernes, 30 de agosto de 2024

Antología Total. Ángela Figuera Aymerich



¿Qué vale una mujer? ¿para qué sirve

una mujer viviendo en puro grito?

¿Qué puede una mujer en la riada donde naufragan tantos superhombres

y van desmoronándose las frentes

alzadas como diques orgullosos

cuando las aguas discurrían lentas?

Figuera Aymerich se pregunta en sus versos "¿qué vale una mujer?". Décadas después, estos versos envejecen ocultos en la historia a pesar de que formó junto a Celaya y Blas de Otero "el triunvirato vasco de la poesía de postguerra". A ellos se les estudia en el instituto y en la universidad. A ella (con suerte) se la nombra en los manuales de literatura: olvido, feminismo y compromiso social son las claves de la obra de esta mujer que no vivió en el mejor momento del siglo XX para ser escritora. 

Su libro, Vencida por el ángel (1950) supone uno de los ejemplos más perfectos para entender la poesía española de postguerra y, por ese mismo motivo, sorprende su ausencia en antologías y manuales de literatura: muestra la miseria de España, la desolación de los vencidos y la situación de las mujeres empobrecidas y explotadas

Su vida explica a una sociedad que intenta vivir en silencio bajo la dictadura franquista: junto a su marido, decide vivir en Madrid, una ciudad grande, para pasar inadvertidos. No obtante, su obra supone un ejercicio de valentía que resulta admirable desde la perspectiva presente. 

Aunque por edad podría haber formado parte de las Sin sombrero, no publicó hasta finalizada la Guerra Civil Española. Compaginó la poesía con su trabajo como traductora y en la Biblioteca Nacional. También, participó en el servicio de bibliobuses (un sistema que se encargaba de llevar libros a la periferia de Madrid). En una carta Blas de Otero, Ángela el contaba:

“Sabrás que a mi vejez he resuelto dedicarme a la vida activa y trabajo por la mañana en la Biblioteca Nacional y por la tarde en una biblioteca ambulante o bibliobús que va prestando libros por los barrios extremos y suburbios madrileños. Este último es un servicio estupendo y yo lo hago encantada, con verdadero apasionamiento, aunque la remuneración es muy pequeña, como todas las que se cobran en España salvo raras y casi siempre honrosas excepciones. Se pone uno en contacto con el pueblo y se le orienta y se le educa en la lectura y no sabes cómo lo agradecen y qué contentos y amables se muestran con nosotros las bibliotecarias, y hasta nos toman afecto…”.

Pocas antologías recogen su nombre (lo que no resulta sorprendente ya). En palabras de Miguel Barrero: “En el caso de Ángela Figuera Aymerich, están claros los motivos que provocaron que en su propia época no ocupara nunca un papel protagonista: era mujer, pertenecía al bando derrotado en la Guerra Civil y su poesía, lejos de camuflar esa condición o de adaptarla al gusto de la retórica triunfante, incidía en ella y la empleaba como base desde la que lanzar una mirada ácida, rabiosa y escéptica a la sociedad que se desenvolvía en sus alrededores”. 

En 1979 publicó el libro de Cuentos tontos para niños listos.

En un mundo artístico controlado por los hombres, Aymerich se cuestiona el modelo que la cultura impone a la mujer. La poesía de Ángela Figuera está marcada por el compromiso social y la crítica al franquismo, que la desposeyó de su lugar en la historia de la literatura del siglo XX. 


Vencida por el Ángel
 
YO cerraba los ojos; yo apretaba los puños;
yo blindaba mi pecho con metales helados;
yo sorbía a raudales la alegría y el fuego
para escapar, bravía, al acoso del Ángel.


El Ángel era suave, silencioso y terrible.
Llevaba una ancha copa de licores amargos,
y en su pálida frente se leía imborrable
la palabra tremenda.

He luchado con él. He luchado: he reído
sobre todas las flores de los mayos ingenuos;
cabalgando las nubes; fabricándome estrellas;
derramando canciones.

Me he apoyado en mis huesos; me he afirmado en mi
sangre
He caído en la sima de los besos sin límite.
He crujido en el trance de los duros abrazos.
He gritado el triunfo de mi carne aumentada
en la carne del hijo.

Me he proclamado limpia contra el asco y la ruina.
Me he declarado libre contra el tedio y la duda.
Me he creído excluida, separada, intocable.

Pero el Ángel llegaba. A pesar de mis puños,
de mis ojos cerrados, de mis labios tenaces,
con su vuelo impasible, con su copa colmada,
me ha tocado; me ha roto la coraza soberbia;
me ha deshecho los muros; me ha cortado la huida.

Sin espada, sin ruido, me ha vencido. En la entraña
me ha dejado clavada la raíz de la angustia
y ya siento en mi alma el dolor de los mundos.


Si no has muerto un instante

Si no has de permitir que tu corazón tierno

trabaje un cupo diario de horas extraordinarias

para sentirse fusilado en Grecia.

Si tu pálida frente no llega a golpearse

contra el hierro o la roca

de una cárcel distante mil o dos mil kilómetros.

Si no has caído nunca con la nuca partida

por la más inocente

de las balas que silban en un rincón de Asia.

Si tus ojos no crecen

hacia los cuatro puntos cardinales

para buscar la veta del horror escondido

y aumentar los niveles represados del llanto.

Si no dejas a veces que tu estómago aúlle

porque a orillas del Ganges no hay arroz para todos.

Si nunca se te quiebran los huesos de fatiga

bajo el peso que abruma las espaldas de otro hombre.

Si no has mirado nunca tus manos desolladas

cuando un minero acaba su jornada en el pozo.

Si no has agonizado cualquier noche sin luna

en la sala de un blanco pabellón de incurables.

Si no has visto que un día se pudre en tu regazo

el cadáver de un niño con sus dientes primeros.

Si no has muerto tú mismo una vez tan siquiera,

solamente un instante, porque sí, porque nada,

porque todo, por eso, porque el hombre se muere,

entonces, amiguito, no sigas adelante.

Y muérete enseguida. Pero en serio. Del todo.



Más información: 


lunes, 5 de agosto de 2024

Anábasis. Saint John Perse (II)


Anábasis es un poema de gran importancia literaria, pero muy complejo en su interpretación. Ya es un lugar común leer que John Perse es el gran poeta épico del siglo XX (sin aclarar el motivo) y que su poema más célebre se recrea en los conceptos de expedición, de conquista y desarrollo posterior de una nueva civilización con sus reglas particulares. Pero si fuera solo esto, ¿de dónde surge su fuerza poética? ¿Por qué sus versículos resuenan aún sin ser comprendidos... o peor, comprendidos en su literariedad?

El título del poema hace referencia a la obra de Jenofonte, que narra la Marcha de los Diez Mil, pero es un término griego que significa "subida o expedición hacia el interior". Así, somos libres de entender que la idea de aventura, de viaje aparece  en  el libro de Perse no como algo concreto sino como una abstracción sugeridora abierta a la idea de la conquista de sí mismo. Porque todo viaje literario es un viaje simbólico

Comparto el prólogo del poeta T. S. Eliot a su traducción de Anábasis

En cuanto a mí, una vez atraída mi atención al poema gracias a un amigo en cuyo gusto confío, no hubo necesidad de un prefacio. No necesité que me fuera señalado, tras una primera lectura, que la palabra 'anabásis' no sostiene una referencia particular con Jenofonte ni con la Marcha de los Diez Mil, ninguna referencia particular con respecto a la Asia Menor; y que ningún mapa de sus migraciones podría ser dibujado. El Señor Perse ha utilizado la palabra Anábasis en el mismo sentido literal en el que el mismo Jenofonte la usaba. El poema es una serie de imágenes de migración, de conquistas de vastos espacios sobre los despojos asiáticos, de la destrucción y fundación de ciudades y civilizaciones de todas las razas y épocas del antiguo Oriente.

Podría, pienso, recuperar dos nociones del Sr. Fabre que quizás resulten útiles al lector de esta traducción. La primera es que cualquier obscuridad del poema, en las primeras lecturas, se debe a la supresión de los “vínculos en la cadena”, de toda materia explicatoria o de conexión, y no a la incoherencia o al amor por los criptogramas. La justificación de tal abreviación en el método radica en que la secuencia de imágenes coincida y se concentre en una sola e intensa impresión de las civilizaciones barbáricas. El lector tiene que permitir que las imágenes caigan en su memoria sucesivamente sin preguntarse a cada momento sobre su raciocinación singular; así, al final, se producirá un efecto total.

El poeta mexicano Octavio Paz decía de Perse: "Celebración del lenguaje, la poesía de Perse es un regreso al origen del poema: el himno. Exclamación ante la vida, aprobación del existir, elogio". 

Ya escribí sobre el poema en el año 2013 (la primera vez que lo leí) y no pude profundizar mucho en el poema porque a pesar del gran impacto que me causó, no sabía qué decir del texto. Hoy me pasa lo mismo. Solo que la belleza del texto y el poder de su materia poética es más evidente y más significativa para mí, diez años después (diez años de vivencias y lecturas): 

Las armas de la mañana son bellas y el mar. A nuestros caballos, entregada la tierra sin almendras, les vale este cielo incorruptible. Y el sol no es nombrado, pero su pujanza está entre nosotros y el mar en la mañana como una presunción del espíritu. 

(Releí este fragmento en la playa de Sain Malo, un día en el que la luminosidad del verano obligaba a cerrar los ojos)

Lo hermético y el tono bíblico (y el hecho de simultanear la lectura del poema con los evangelios) me sugirieron esta vez que el extranjero era un profeta que anunciaba la conquista del espíritu y la civilización, el paraíso interior. No obstante, faltaría explicar cómo sus oraciones se transforman en un objeto de arte que vibra a nuestra misma frecuencia como si hubiéramos sabido siempre lo que nos dice, pero al mismo tiempo, ordenado de un modo novedoso que nos presenta el mundo que conocemos como si nunca lo hubiéramos mirado bien, como si se construyera a medida que Perse escribe y, entonces, solo tuviéramos un ligero recuerdo del mundo que hemos experimentado hasta ahora. Pero son palabras que al escribirlas empequeñecen el texto. 


Sobre Anábasis y John Persé

Círculodepoesía.com 

Circulodepoesía.com (sobre Eliot y Persé) 

Confabulario 

ragonserrano.blogspot 

critica cl 

Más sobre John Persé

John Persé como diplomático 






viernes, 26 de julio de 2024

Viajes y Re-conocimientos. Rodolfo Privitera


Poeta y traductor, nunca habría llegado a Privitera si no es gracias a cierta obsesión por el escritor argentino Néstor Sánchez

En su novela Siberia Blues, Sanchez narra la desaparición de su amigo Rodolfo (oculto bajo el personaje del 'Obispo', así llamado por su renuncia al trabajo ("el fuego sagrado del ocio", dice). 

Viajes y Re-conocimientos supone, si no una antología (aunque en realidad no sé si es una antología), sí un resumen de la vida del autor desde el punto de visto del aprendizaje, el conocimiento y las experiencias duraderas. 

Poemas sobre la infancia ('Comienzos'), sobre la sexualidad ('Las formas del cuerpo o cuerpo de Eros'), pseudo misticismo y lecturas orientalistas ('Re-conocimientos') y libro poético de viajes. Parece que Privitera viva para transformar su experiencia en poesía (pero sin la altura de Cernuda) o que más que busque en su experiencia directa algo que le permita escribir poesía. 

Él mismo describe la sensación que produce su obra, supongo que sin querer referirse a sí mismo (o quizás sí, consciente de su capacidad). En un texto en prosa de carácter crítico añadido al final del libro, 'Desinosuidades', escribe: 

Un aspecto del arte de algunos artistas contemporáneos es la representación de una visión personal, arbitraria pero desconectada de los otros "otros". Pareciera ser que en algunos de ellos la comunicación es la imposibilidad de comunicarse como si cada uno de nosotros perteneciera a planetas distintos e inconciliables. La inocente visión de creer que hay secretos que podemos mantener secretos en este tipo de sociedad que es el magma de las repeticiones. Sin embargo, ese disparo ingenuo a ninguna parte, puede alcanzar su destino en cualquiera que tiene una pregunta. 

Estamos en el tiempo en el que los poetas se hacen prescindibles, lo cual no está mal, pero me pregunto quién los va a remplazar, si es que entendemos que algunos de ellos son algo más que una conciencia moral de nuestras sociedades. 


Sobre Néstor y Rodolfo: 

cuartaprosa.com

palabrasamarillas.blogspot.com

eneabiumi.com

eltriunfodearciniegas.blogspot.com

triunfo-arciniegas.blogspot.com

sábado, 13 de julio de 2024

De miedo en miedo. Armonía Somers


Leonard Cohen escribió que el corazón envejece al contacto con los demás. Esta frase se relaciona con la segunda novela de la escritora uruguaya Armonía Somers, De miedo en miedo. Los manuscritos del río

El texto comienza con dos recuerdos del  narrador protagonista:

 1) Un encuentro íntimo con una mujer descrito como un acto de violencia a la defensiva: "Seguimos desplazándonos durante el resto de la noche, con mi sexo primeramente a quemaropa, y luego casi a cuerpo traviesa, único dato seguro sobre mí que podría ofrecerle por el momento". 

2) El recuerdo hipocondríaco de una escena de su juventud. Cuando trabajaba de botones en un hotel, un hombre le dio ola mano húmeda junto con el dinero para el transporte público. El protagonista sintió asco, miedo a la contaminación bacteriológica, lo que Jason A. Bartles en su artículo  'La ética de exponerse en De miedo en miedo de Armonía Somers' llama "amenaza de infectar la pureza esencial del yo". 

En el presente de la novela, el narrador es un adulto casado con un hijo y trabaja en una librería. Una clienta se acerca al mostrador y le dice (frase de un simbolismo romántico): "busco cierto libro raro". Esa intervención supone el inicio de un diálogo entre dos personajes hipocondríacos que comparten la misma hipocondría: el miedo el miedo a mostrarse, a ser contactado, el miedo a mostrarse vulnerable frente a los demás. 

Bartles define este proceso de los dialogantes como "la ética de exponerse", ya que estos dos personajes deciden romper las reglas que cada uno utiliza para protegerse y, por el camino (y aquí entra una interpretación política del amor), aprenden (o más bien se predisponen) a destruir el concepto de individualidad pura hacia la construcción de una comunidad. 

Además, en relación con su primera novela, La mujer desnuda, el texto nos habla de cómo las experiencias pasadas configuran el presente y sobre la necesidad de reconstruirlo para iniciar un proceso (no necesariamente amoroso) en comunidad. Si el matrimonio del protagonista se basa en la protección y la ocultación del yo, el narrador, en un momento de la novela, le dice a su esposa (a quien nunca conocemos): 

Quiero que hablemos ahora mismo - le supliqué- de esas cosas sin importancia que nos han sucedido alguna vez, pero que siguen provocando destrucción como la bomba de Hiroshima". 


Más información: 

Jason A. Bartles: 'la ética de exponerse en De miedo en miedo de Armonía Sommers'. 

La escritura de Armonía Somers Pulsión y riesgo. María Cristina Dalmagro (coord.) Editorial Universidad de Sevilla. Colección escritores del cono sur. 

Un libro cada día

Lissardi y Grynbaum

El blog de Claudio Paolini