Quien relata, miente. Quien escribe una historia que considera verdad, la inventa y la transforma. La cultura y la sensibilidad de quien narra modifican la materia del relato. Resulta difícil precisar si el acontecimiento se transforma de manera más intensa en la tradición oral o al fijarse en la escritura, como hace la escritora medieval María de Francia.
No sabemos si la primera mujer poeta en lengua francesa creía o no en la veracidad de sus relatos, pero sí que pretendía contarnos cuentos fantásticos tan increíbles como reales. María de Francia nos lleva a un mundo antiguo (incluso para ella y que solamente ha existido en la memoria) y quiere que pensemos que sus personajes existieron. Quiere que tomemos por reales sus tribulaciones.
Hablamos del siglo XII. En las cortes señoriales del Mediodía francés nacía el nuevo espíritu cortés: la lírica provenzal inaugurada por Guillermo de Poitiers (primer trovador conocido del amor cortés). Años después, cuando su nieta Leonor de Aquitania contrae matrimonio con Enrique II de Inglaterra, la cortesía provenzal penetra en la corte anglo-normanda y allí se enriquece con los grandes temas caballerescos de la materia artúrica. Es decir, el tema caballería se fusiona con la lírica provenzal.
Aunque la palabra 'lai' (de origen celta) designa una composición musical, lo que María se propone escribir no son 'lais', sino, como explica la autora en el prólogo y en las primeras líneas del relato Guigemar, algo estrechamente emparentado con ellos: la historia, la aventura que les dio origen. El punto de partida de cada relato serán cuentos y leyendas procedentes del folklore bretón y de la tradición oral.
Si parte de la crítica ha señalado lo estereotipado de los caracteres masculinos, es necesario precisar algunos matices: la función del caballero en los Lais de María de Francia, no es sino permitir el desarrollo de los personajes femeninos. El caballero es un espejo que permite a la mujer conocer sus propios sentimientos y experimentarlos. La invita a vivir intensamente sus emociones.
La mujer aparece en los Lais de María de Francia en múltiples facetas. La variedad de tipos femeninos sorprende:
- La joven osada y consciente (o inconsciente) del relato Milón.
- La doncella tímida y atrevida al mismo tiempo de Eliduc (indefensa, pero protegida por su virtud), que no concibe para el amor otro desenlace que el matrimonio y que profesa una confianza total en el hombre que le hará sufrir al creerse traicionada.
- La amante sumisa capaz de retirarse a segundo plano para obedecer a su amigo en Fresno.
- O la esposa amantísima de Eliduc, que muestra gran dolor ante la partida de su esposo y que al verlo regresar triste y pensativo, en vez de sospechar de su fidelidad, se pregunta si es él quien duda de la suya. Esta mujer llevará su abnegación hasta tal punto de sacrificar su propio amor, fingiendo querer ser religiosa a fin de dejar libre a su marido.
Aunque en todos estos relatos se respira ese sentimiento sujeto a leyes que es el amor cortés y que inspira al hombre valentía y sumisión a la mujer, la idea del amor de María de Francia no corresponde con los tópicos cortesanos. Para ella en el amor no existe mesura ni la contención. Se trata de un sentimiento involuntario y violento que se apodera de dos seres y les une en un lazo indisoluble. Un sentimiento de vida que arrebata y que en la mayor parte de los casos conduce a la muerte. Al mismo tiempo, el amor para María de Francia sitúa a la mujer en el mismo plano que su compañero, con los mismos derechos en la batalla amorosa, capaz de afrontar sus propios sentimientos y de tomar la iniciativa.
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LA PRIMERA HISTORIA DE LA LITERATURA EUROPEA EN FORMATO DIGITAL
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