sábado, 12 de enero de 2013

El Aleph. Borges.

                                 Versión en cómic del cuento "Emma Zunz" por Laura Pérez Vernett














Dicen que los cuentos de Borges no requieren de la realidad para sostenerse: los sostienen las ideas. En cualquier caso, también lo hace su poderosa arquitectura narrativa y su estilo. Quienes le critican arguyendo que su obra "no es humana" encuentran la contra-réplica en quienes afirman que la obra de Borges trata sobre el asunto más humano de todos: el pensamiento. Aunque cabría preguntarse si es el pensamiento la característica definitoria del "humanismo" o no.

Aún así, resulta curioso que algunos de sus mejores cuentos (como "El sur", de Los jardines que se bifurcan o "Emma Zunz" en El Aleph) se alejan de los juegos filosóficos y se deslizan a una extraña realidad de bares nocturnos, alcohol, sexo y violencia donde apenas se encuentran muestras de ternura o amor. Desde que comenzó a escribir sus "falsificaciones literarias" con La historia universal de la infamia, la violencia irracional, la guerra y el egoísmo son sus referentes y sus imágenes recurrentes.


Leyendo algunos de sus cuentos uno se pregunta donde conoció Borges a sus arrabaleros que poco tardaban en empuñar una navaja o romper una botella, si Borges vivió toda su vida entre librerías y tertulias donde seguramente aunque discutieran sobre peronismo, nadie empuñaría un arma blanca.

¿Cuál es el sentido, entonces, de esa violencia? Teniendo en cuenta que cuando le preguntaban qué libros había leído últimamente respondía que solamente releía La Iliada una y otra vez, podemos afirmar que la violencia en Borges es simple estética, quizás imitación de sus lecturas. Todo escritor tiene sus imágenes a las que vuelve una y otra vez, escenas que le obsesionan sin poder explicar el por qué, aunque normalmente estén enraizadas en sus frustraciones y esperanzas y una de las imágenes de Borges es un cadáver, un revolver humeante o una navaja manchada de sangre. 


El contacto de Borges con su entorno y "la realidad" era el periódico y las novelas policíacas, es lógico que al escribir, al recrearse y profundizar en sus imágenes internas, el brillo del acero brillase manchado de sangre. Pero además, entre la paradoja y lo infinito, la obra de Borges esconde una triste y pesimista filosofía.

Por eso el infinito es uno de sus temas y también el asesinato. Su desconfianza y falta de fe en lo literario y en lo filosófico (hablando sobre Córtazar dijo una vez que profesaban credos políticos muy diferentes, pero para Borges, la ideología solo representa "la parte más superficial del hombre") era, decíamos, también una falta de fe en la humanidad. Un escepticismo radical que sería interesante conocer de dónde salía. 

Publicado en 1949, El Aleph es un ejemplo más de la obra madura de Borges: juegos literarios, conceptos, datos históricos y falsificaciones eruditas. Pero también cierto dramatismo poético en la estructura de sus historias y, sí, también en ese pesimismo vital que nos trasmite en la idea de la imposibilidad de terminar, de conocer y de abarcar.

Bueno, y también literatura ("tura de turas"). 


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