martes, 29 de octubre de 2024

Los lais de María de Francia



Quien relata, miente. Quien escribe una historia que considera verdad, la inventa y la transforma. La cultura y la sensibilidad de quien narra modifican la materia del relato. Resulta difícil precisar si el acontecimiento se transforma de manera más intensa en la tradición oral o al fijarse en la escritura, como hace la escritora medieval María de Francia

No sabemos si la primera mujer poeta en lengua francesa creía o no en la veracidad de sus relatos, pero sí que pretendía contarnos cuentos fantásticos tan increíbles como reales. María de Francia nos lleva a un mundo antiguo (incluso para ella y que solamente ha existido en la memoria) y quiere que pensemos que sus personajes existieron. Quiere que tomemos por reales sus tribulaciones. 

Hablamos del siglo XII. En las cortes señoriales del Mediodía francés nacía el nuevo espíritu cortés: la lírica provenzal inaugurada por Guillermo de Poitiers (primer trovador conocido del amor cortés). Años después, cuando su nieta Leonor de Aquitania contrae matrimonio con Enrique II de Inglaterra, la cortesía provenzal penetra en la corte anglo-normanda y allí se enriquece con los grandes temas caballerescos de la materia artúrica. Es decir, el tema caballería se fusiona con la lírica provenzal. 

Aunque la palabra 'lai' (de origen celta) designa una composición musical, lo que María se propone escribir no son 'lais', sino, como explica la autora en el prólogo y en las primeras líneas del relato Guigemar, algo estrechamente emparentado con ellos: la historia, la aventura que les dio origen. El punto de partida de cada relato serán cuentos y leyendas procedentes del folklore bretón y de la tradición oral. 

Si parte de la crítica ha señalado lo estereotipado de los caracteres masculinos, es necesario precisar algunos matices: la función del caballero en los Lais de María de Francia, no es sino permitir el desarrollo de los personajes femeninos. El caballero es un espejo que permite a la mujer conocer sus propios sentimientos y experimentarlos. La invita a vivir intensamente sus emociones.

La mujer aparece en los Lais de María de Francia en múltiples facetas. La variedad de tipos femeninos sorprende: 

  • La joven osada y consciente (o inconsciente) del relato Milón.
  • La doncella tímida y atrevida al mismo tiempo de Eliduc (indefensa, pero protegida por su virtud), que no concibe para el amor otro desenlace que el matrimonio y que profesa una confianza total en el hombre que le hará sufrir al creerse traicionada.
  • La amante sumisa capaz de retirarse a segundo plano para obedecer a su amigo en Fresno. 
  • O la esposa amantísima de Eliduc, que muestra gran dolor ante la partida de su esposo y que al verlo regresar triste y pensativo, en vez de sospechar de su fidelidad, se pregunta si es él quien duda de la suya. Esta mujer llevará su abnegación hasta tal punto de sacrificar su propio amor, fingiendo querer ser religiosa a fin de dejar libre a su marido. 

Aunque en todos estos relatos se respira ese sentimiento sujeto a leyes que es el amor cortés y que inspira al hombre valentía y sumisión a la mujer, la idea del amor de María de Francia no corresponde con los tópicos cortesanos. Para ella en el amor no existe mesura ni la contención. Se trata de un sentimiento involuntario y violento que se apodera de dos seres y les une en un lazo indisoluble. Un sentimiento de vida que arrebata y que en la mayor parte de los casos conduce a la muerte. Al mismo tiempo, el amor para María de Francia sitúa a la mujer en el mismo plano que su compañero, con los mismos derechos en la batalla amorosa, capaz de afrontar sus propios sentimientos y de tomar la iniciativa. 


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jueves, 10 de octubre de 2024

Fuentes del viento. Pierre Reverdy

"El más puro de los poetas que ha tenido Francia". Lo dijo Luis Cernuda en 1960 tras el fallecimiento de Pierre Reverdy“Le estimo como poseedor de un don raro aún entre los poetas mejores, el de guiar, señalar rumbo a los poetas más jóvenes que vienen tras de él. Es decir, ser un maestro”. 

Se le vincula en el imaginario colectivo como representante y catalizador de las vanguardias, asociado especialmente al surrealismo, al cubismo y al creacionismo de Huidobro, con quien publicó la revista Nord-Sud. Pero a menudo se olvida que Reverdy fue un místico. En el año 1926, con 37 años sufrió una crisis espiritual y se retiró a la abadía Solesmes hasta su muerte en 1960. Más de la mitad de su obra es la obra de un místico. Entre ellas el libro que nos ocupa. Sources du vent (1929), traducido por Guillermo F. Rojano. 


André Breton, en una entrevista en 1932 dijo sobre Reverdy

Esta forma de decir no ha perdido para mí su encanto. Inmediatamente me reintroduce en el corazón de esta magia verbal que, para nosotros, era el dominio donde Reverdy actuaba. Sólo Aloysius Bertrand y Rimbaud habían avanzado tan lejos en esta vía. Por mi parte, amaba y amo todavía sí, de amor esta poesía practicada en largos cortes en los que nimba la vida cotidiana, este halo de aprehensiones e indicios que flotan alrededor de nuestras impresiones y de nuestros actos. Cortaba dentro como al azar. El ritmo que había creado era aparentemente sólo un instrumento. Pero esta herramienta no lo traicionaba nunca, era maravilloso. Reverdy era mucho más teórico que Apollinaire: incluso hubiera sido un maestro ideal si hubiera sido menos apasionado en la discusión, si hubiera estado más preocupado por los argumentos que se le oponían, pero es verdad que esta pasión formaba parte de su encanto. Nadie ha reflexionado mejor y nadie supo hacer reflexionar sobre los medios profundos de la poesía. Nada debía, en consecuencia, tener más importancia que sus tesis sobre la imagen poética. No hay tampoco nadie que, ante la larga ingratitud de la suerte, haya demostrado un desapego más ejemplar.
Planos sincrónicos, tiempo detenido y el alma humana que se detiene expectante ante elementos cotidianos y que busca un significado en ellos y que construye un sentido trascendente. De ahí, de esa elaboración del significado oculto y de la esperanza de que lo cotidiano se convierta en una manifestación del lenguaje divido, surge la espiritualidad que rezuman estos poemas de Reverdy. Poemas universales y eternos porque hablan sobre lo mínimo común de todos los seres humanos y que podrían ser comprendido por una mente prehistórica y por una sensibilidad del futuro. 

Las vueltas únicas del espíritu

La misma corriente de aire en el ojo
                                    y en el oído
Lámpara de velada nocturna
Bajo las capas del sueño rectilíneos
cuando las mejillas salen
el gallo impasible llama bajo el tejado
Láminas de los cascotes de yeso se desprenden
las líneas se desdoblan en el umbral de la falsa mañana
Y para volver a encontrar el orden a través de este misterio
Ni siquera tenemos la claridad interior del ojo
La realidad aplastada en un ángulo
                    donde el filo de la talla oprime al animal
Más voces del horizonte
de camino bajo la paja
Ni un grano de arena húmeda en los labios
Y sobre las manos
La caricia de los hielos que atraviesan este jardín desnudo
                                                estos muros desvanecidos
Este triste movimiento de orquesta sin estribillo
        la cama lívida. 

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