sábado, 9 de mayo de 2015

La joya del discernimiento (Viveka Chudamani). Sankara


Adi Sankara (o Shankara) fue uno de los pensadores más importantes de la india en el siglo IX, fundamentales para fijar los conceptos de Brahman (Lo unitario exterior) y el proceso de su descubriemto en el Atman (lo unitario interior).

No me atrevería a explicar qué es el Brahman, tampoco Sankara, solamente ilumina un camino, que no tiene por qué conducir a la sabiduría, sino que sirve para medirte frente a ese otro modo de comprender el mundo: el modo oriental, el contemplativo el sentido más paralizante del término, el que no se practica a través de la acción o el que persigue la muerte en vez de huir de ella.

También el modo condescendiente, el que acepta la calamidad con la misma actitud que la alegría.

Es decir, el modo que define la cosmovisión occidental por mostrar su reflejo contrario.

Sorprende, para un occidental, la concepción de Sankara del mundo y las percepciones, el fenómeno, como una ilusión, idea que tardaría más de diez siglos en asumirse en el mundo que nació que nació en la vieja Europa y su interpretación del sueño como algo que es verdad y mentira que expresa lo aprendido y lo experimentado durante la vigilia.


Dice Sankara:


El sueño es un estado diferente al de la vigilia en el que el ser brilla por sí mismo. En ese estado, el órgano interno empujado por las impresiones recibidas durante el estado de vigilia actúa por sí solo desempeñando los distintos papeles, tanto de sujeto como de objeto, usando la energía que extrae del Atman, que brilla en su propia gloria, siendo el testigo de todo sin verse afectado por nada de lo que en ese estado el budhi, que es su única sobreimposición, pueda hacer. Los sueños no pueden mancillar el Atman.

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La atadura de un hombre es debida a la sumisión de su propia ignorancia que le lleva a identificar el Ser con este no-Ser, lo cual trae como consecuencia las interminables miserias del nacimiento y la muerte. Es debido a esta ignorancia que el hombre considera este cuerpo como real y se identifica con él; nutriéndolo, bañándolo y complaciéndolo con todo tipo de agradables objetos sensuales; lo cual crea el apego que le ata, igual que el gusano queda atrapado en las hebras de su propio capullo.

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Cuando se pierde la visión del propio Ser, que brilla en el más puro resplandor, el hombre, impulsado por su ignorancia, se identifica erróneamente con este cuerpo, que es el no-Ser, y entonces, el gran poder de rajas, llamado el poder de proyección, fustiga cruelmente a este hombre atándole con las cadenas de la lujuria, el odio, la ira etcétera.

El apego del hombre es consecuencia de su sumisión al poder de esas dos fuerzas (la que nubla y la que proyecta) y engañado por ellas, él confunde el cuerpo físico con el Ser, lo cual le obliga a seguir vagando de cuerpo en cuerpo

Solamente es libre aquel que puede discernir los objetos de los sentidos y el Ser, que morando dentro de todos los seres, permanece separado e inactivo -igual que se puede separar un tallo de hierba de todo el ramillete que le rodea- y sumergiéndolo todo eso, permanecer en estado de intensidad con su Ser.

Este cuerpo no existía antes del nacimiento ni tampoco existirá después de la muerte; sólo dura un corto periodo de tiempo. Sus cualidades son transitorias y su naturaleza es estar en continuo cambio. Es una masa inerte compuesta y sujeta a diversas transformaciones; no es más que un objeto de los sentidos, igual que una jarra. ¿Cómo puede ser el cuerpo nuestro propio Ser, que es el único testigo permanente de todos los cambios en los tres estados?

Este cuerpo compuesto de manos, piernas, cabeza, tronco, etcétera, no puede ser el Atman, porque aunque le faltasen algunos o varios de sus miembros y órganos el resto del organismo sigue funcionando y e hombre puede seguir viviendo. este cuerpo que está gobernado por el cerebro no puede Ser, pues El es el gobernador de todo.

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El necio piensa qu eél es su cuerpo, el erudito que ha extraído su conocimiento de los libros se identifica con la mezcla de cuerpo y el alma, mientras que el sabio que ha experimentado su Ser mediante la práctica del Conocimiento, reconoce que el eterno Atman es su Ser y para sí piensa: "Yo soy Brahman".

Igual que tú no te identificas con la sombra de tu cuerpo ni con la imagen de tu cuerpo que se refleja en el espejo, ni tampoco con este cuerpo que ves en tus sueños, ni con el cuerpo que adoptas en tus imaginaciones; de la misma manera no debes identificarte tampoco con este cuerpo vivo.

La experiencia universal nos enseña que en el estado de sueño profundo, cuando la mete queda reducida a su estado causal, para que ese individuo que está dormido, nada existe. De lo cual podemos deducir que esa experiencia relativa en la que el hombre vive, no es más que la creación de su propia mente y carece de realidad objetiva. 

Primero la mente crea en el hombre el apego pro su propio cuerpo y por los demás objetos de lso sentidos, lo cual le deja atado como una soga ata a un animal. Pero es esa misma mente la que más arde crea en el individuo un fuerte sentimiento de desagrado por esos mismos objetos sensuales, poniendo en evidencia su volubilidad, su inconstancia y su falta de objetividad. El sufrimiento que provoca en el individuo, este constante desdoblamiento provocado pro la dualidad mental, impulsa al individuo a buscar una realidad superior al comprobar que la mente no es digna de confianza. 

En la selva de los placeres sensuales mora un terrible llamado mente: que los hombres buenos que anhelan profundamente alcanzar la liberación jamás vayan allí. 

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La envoltura mental tampoco puede ser el Ser Supremo, porque tiene un principio y un fin, está sujeta a cambios y se ve afectada por experiencias de sufrimiento y dolor. Además es un objeto reconocible por el Ser, que es el eterno sujeto que jamás puede ser identificado con un objeto que pueda llegar a conocerse con el intelecto. 

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Todo este universo que en su multiplicidad es percibido pro el ignorante bajo diferentes formas separadas e independientes, no es más que Brahman que permanece absolutamente libre de todas las limitaciones de las que adolece el pensamiento humano. 

228

Una jarra, a pesar de ser una modificación del barro, no es algo diferente de él; en todas sus partes la jarra es esencialmente idéntica al barro, y a pesar de que se la llame jarra, esto no es más que una identidad ficticia, un nombre que induce a la fantasía. 

252

Al igual que es irreal todo cuanto aparece en un sueño, los objetos, el lugar, etc, también es irreal el mundo que experimentamos así, en estado de vigilia, porque no es más que el efecto de nuestra propia ignorancia. De la misma manera, este cuerpo, los órganos, los pranas, el ego... son también irreales, pues tú eres el sereno, puro, supremo Brahman, el primero sin segundo. 



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