En su autobiografía, Billie Holiday recupera (actualiza -imitando a Proust-) su pasado y podría parecer que su valor literario desmerece frente a la historia misma, es decir, el punto de vista de lo sucedido contado por la protagonista: conocer un poco más a una persona importante.
Pero no es así, literariamente es un texto poderoso, primero (y esto es algo que valorar de la traductora, Iris Menéndez) porque el estilo, la sintaxis y el ritmo (el fraseo) provocan la misma sensación que cuando escuchas sus entrevistas, es decir, parece que tienes a Billie Holiday al lado contándote lo que ha sido su vida.
(Escuchad estás entrevistas, resulta impresionante su tono de voz y la manera musical en la que intercala las frases)
Hay dos maneras de contar una autobiografía:
1. Relatar tu historia como un bloque cerrado y finito, completo, pensando que el lector o el oyente podrán encontrar algo enriquecedor (por cualquier motivo) en ella. Es un modo de justificarse ante la muerte que solamente sirve para darse valor a sí mismo intentando convertir la experiencia en mitología. O
2. Recuperar (actualizarlo) el pasado, buscando en él claves que ayuden a encontrar algo verdadero en el presente, sabiendo que el pasado cambia a cada instante y que sus sombras serán diferentes bajo la luz del futuro. Este el modo en el que lo entendían Marcel Proust, Henry Miller o Anaïs Nin, y también como Billie Holiday accede a su historia. Este es es el modo valioso y el que tiene interés literario.
Billie Holiday debía de ser una buena persona y su necesidad de trasmitir en su música una emoción experimentada solo era la exigencia de encontrar y manifestar (compartir) la verdad, lo que la describe como alguien con un criterio artístico sofisticado y profundo. Por este motivo, todo lo que ella cuenta en esta biografía (lo que ella ha decidido contar) es real y verdadero. VERDAD en mayúsculas aunque, de hecho, no todo lo que cuenta sea cierto...
Recuerdo la primera vez que escuché a Billie Holiday... Sábado: mi hermano mayor había salido y yo me quedé en casa solo (tendría 13 años aproximadamente) y en la tele (en la 2) La noche temática trataba sobre el jazz. Primero pusieron la película Lady sings the blues basada en estas memorias y protagonizada por Diana Ross y después, un documental sobre la vida de Billie Holiday: me enamoré al instante de su voz, de su expresión facial y de cómo levantaba las cejas. Me hice con el Song for distingue lovers y desde entonces su música es algo que me acompaña prácticamente cada semana y si paso algún tiempo sin escucharla me siento raro.
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