viernes, 26 de julio de 2013

Mientras agonizo. William Faulkner.



"Mi madre es un pez". 

Mientras el cine se establecía desarrollando los patrones de la narrativa realista del siglo XIX, el modernismo anglosajón (nada que ver con el pomposo modernismo hispano) rompía con las formas establecidas y buscaba nuevos caminos para expresar, sobretodo, conflictos y tensiones que no pueden verbalizarse, que no pueden definirse ni explicarse de otro modo.

La tragedia, el centro y el contrapeso de la narrativa, (lo que, desde un punto de vista teórico, hace avanzar la  trama, y desde otro punto de vista abre puertas que de otro modo permanecerían cerradas) no está en los hechos que acontecen ni en las situaciones.

Como en una de las grandes imágenes de Mientras Agonizo, cuando Addie Bundren, antigua maestra de escuela, yace agonizante  mientras escucha los martillazos de uno de sus hijos construyendo un ataúd para ella. La tragedia, no está en la situación, que por sí sola es suficientemente impactante. Está en la consciencia de cada personaje. En lo que ni siquiera ellos saben de sí mismos y nosotros, lectores, solamente percibimos como una sensación de que algo no marcha del todo bien.

15 narradores diferentes cuentan, en 59 capítulos, la historia de la familia Bundren. El stream of consciousness dirige la novela a través del monologo interior como una sinfonía de conciencias, cada una con sus conflictos no resueltos que se bloquean unas a otras.

Mientras agonizo es una de las grandes novelas americanas y Faulkner es uno de los escritores más importantes del siglo XX, germen de todas las corrientes renovadoras posteriores y modelo de todo lo que se llamó el boom latinoamericano, además de mi novelista preferido.

Estoy deseando escribir sobre una de las novelas que más fuerte me golpeó la cabeza, El ruido y la furia, donde la técnica del stream of consciousness roza ciertos extremos.

En el pasado festival de Cannes 2013 se estrenó una película sobre Mientras agonizo. No la he visto, así que no puedo opinar. Aunque no me da muy buena sensación, hacía tiempo que no tenía tantas ganas de ir al cine. Os dejo el trailer.




Por cierto, la imagen que ilustra esta entrada es una fotografía de Timothy H. O'Sullivan, que bien podría ser la carreta en la que los Bundren transportan a su madre muerta. 



Conque acepté a Anse. Y cuando me enteré de que iba a tener a Cash, comprendí que la vida era terrible y que esto es lo que nos trae. Fue cuando aprendí que las palabras no sirven para nada; que las palabras no se corresponden ni siquiera con lo que tratan de decir. Cuando nació comprendí que maternidad había sido inventado por alguien que tenía que tener una palabra con que llamarlo, porque a los que tienen hijos no les interesa si existe una palabra para llamar eso o no. Comprendí que el miedo fue inventado por alguien que nunca había sentido miedo; y el orgullo, por quien nunca había sentido orgullo. Comprendí que había sido eso, no que tuvieran las narices sucias, sino que nos habíamos tenido que usar unos a los otros por medio de las palabras como arañas que se cuelgan por la boca de una viga, se balancean y retuercen sin tocarse nunca, y que sólo por medio de la vara mi sangre podría mezclarse con la suya en una sola corriente. Comprendí que había sido eso, no que mi soledad hubiese tenido que ser violada una y otra vez cada día, sino que nunca había sido violada hasta que llegó Cash. Ni siquiera de noche por Anse.

También él tenía una palabra. Amor, lo llamaba. Pero yo llevaba mucho tiempo acostumbrada a las palabras. Sabía que esa palabra era como las demás: sólo una forma de llenar una carencia; que cuando llegase el momento preciso uno no necesitaría una palabra para llamarlo, como no la necesitaba para el miedo o el orgullo. Cash no necesitaba decírmela ni yo a él, y yo decía: que la use Anse si quiere. Conque era lo mismo Anse o amor que amor o Anse; no importaba.

Solía pensar en eso mientras yacía junto a él en la oscuridad y Cash dormía en la cuna al alcance de mi mano. Solía pensar también que si se despertaba y lloraba, le daría de mamar. Anse o amor: no importaba. Habían violado mi soledad y luego la propia violación había venido a restablecerla: tiempo, Anse amor, lo que se quiera, fuera del círculo




2 comentarios:

  1. Si la novela entera es impactante el párrafo que transcribes es de los que mayor huella me dejó. Incluso, si no recuerdo mal, cuando se narra la protagonista iba ya en el ataud camino de su tumba. Impresionante.

    ResponderEliminar