Si deseo alguna agua de Europa, está en la charca
negra y fría, en la que en tardes perfumadas,
un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta
un barco leve cual mariposa de mayo.
un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta
un barco leve cual mariposa de mayo.
Eso es lo que piensan al menos quienes no aceptan la traición de Rimbaud, el genio que decidió no serlo, y buscan desesperadamente (buscamos) en la segunda mitad de su vida algo que les (nos) recuerde al joven que no podía evitar gritar ¡Mierda! cuando otros poetas recitaban versos. El mismo joven que escribió Una temporada en el infierno, Iluminaciones y las Cartas del vidente, con apenas 17 años.
Ya el director de su colegio dejó escrito la primera apreciación sobre su talante: "nada banal germina en el interior de esa cabeza, será un genio del mal o un genio del bien". Y bueno, decidió ser un tipo bastante mediocre al cumplir los veinte años, cuando dejó de escribir. O algo peor que eso, decidió abrazar la desgracia y el sufrimiento.
Rimbaud no fue un rebelde, era alguien que sufría. Basta leer sus cartas (divertidísimas en general cuando era poeta, tristes, aburridas y desesperantes en su vida adulta como comerciante) para darse cuenta de que Rimbaud no era feliz. Eso es obvio. Pocos casos hay en la historia de un personaje tan extremadamente descontento. Con todo, con las ciudades, con las personas, con su vida y sus oportunidades. ¡Ais! el bostezo universal. Rimbaud sabía que la felicidad no le estaba destinada y actuó en consecuencia.
-¡Ah! quisiera hablar de su obra, pero al final acabo escribiendo sobre su vida (pocos datos verosímiles y muchas especulaciones), que en cierto sentido es también una obra literaria. Una vida catártica. Para los demás, no para él-.
Teorías hay muchas, pero lo que si es seguro es que algo le pasó al joven Rimbaud, algo lo suficientemente importante para hacerle sentir culpable el resto de su vida y no darse cuenta de que lo que le impedía ser feliz no estaba, precisamente, fuera sino dentro de él.
Las pocas imágenes que tenemos del Rimbaud adulto, del Rimbaud "pirata". ¿Recordaría a Verlaine alguna vez? |
No sé si alguna vez os habéis sentido mal y habéis empezado a caminar hasta quedar agotados. Algo así debía sentir Rimbaud cuando cruzó Europa caminado o cuando decidía que no tenía más remedio que cruzar el desierto abisinio también andando. Para desgastarse o algo parecido. O para demostrar que tenía razón cuando se quejaba. ¿O no es eso lo que le decía a su familia en sus tristes últimos días: "veis como tenía razón"?.
No debió de ser una vida agradable la de Rimbaud. Más bien una vida desesperante, llena de desconcierto y de todo el catálogo de pesares que puede soportar una persona. En serio. Pocos como Rimbaud.
Y luego está el asunto de su obra. De cómo alguien pudo escribir algo tan grande. Tan grande que es difícil incluso asimilarla.
Yo solamente la leo, la leo y la releo.
Clikeando aquí podéis descargaros las traducciones de Ramón Buenaventura y una biografía bastante clara reveladora.
Ofelia II
¡Oh, tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente transpuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza -son de árboles y noches.
Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.
Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
-Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.
Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente transpuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza -son de árboles y noches.
Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.
Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca!
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
-Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.
El corazón robado. (Quizás unos de los poemas mas tristes que he leído nunca)
Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón está repleto de tabaco:
lanzan en él chorros de sopa,
mi triste corazón babea a popa:
bajo las burlas de la soladesca
que suelta risotada general,
mi triste corazón babea a popa,
mi corazón está repleto de tabaco.
Itifálicos y militarescos,
sus insultos lo han depravado.
Pintaron frescos en la víspera
itifálicos y militarescos.
Oleadas de abracadabra,
tomad mi corazón, salvadlo.
Itifálicos y militarescos
¡Sus insultos lo han depravado!
Cuando hayan terminado de mascar,
Oh, corazón robado, ¿cómo obrar?
Cuando hayan terminado de escupir,
se oirán báquicos estribillos,
tendré sobresaltos estomacales,
¡Si desprecian mi triste corazón!
Cuando hayan terminado de escupir,
Cómo actuar ¿Oh corazón robado?
Vergüenza
Mientras la cuchilla no haya
cortado este cerebro,
este bulto blanco, verde y graso
de vapor jamás nuevo,
(¡Ah! ¡Él debería cortarse
la nariz, los labios, las orejas,
el vientre, y abandonar
sus piernas! ¡oh maravilla!)
pero, no, creo, en verdad
que mientras la cuchilla
no haya pasado por su cabeza,
las piedras por su costado
y la llama por sus entrañas,
el niño molesto, la bestia tan tonta,
no debe cesar ni un instante
de engatusar y de ser traidor
como un gato de los Montes Rocosos,
¡de apestar todas las esferas!
que a su muerte, ¡oh Dios!
se eleve alguna oración.
Una temporada en el infierno
Antes, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían. Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. - Y la encontré amarga. - Y la insulté.
Me armé contra la justicia.
Me escapé. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio! ¡A vosotros se confió mi tesoro!
Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza humana. Contra toda alegría, para estrangularla, di el salto sin ruido del animal feroz.
Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo. Me sequé al aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota. Habiendo estado hace muy poco a punto de soltar el último ¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del festín antiguo, donde había tal vez de recobrar el apetito.
La caridad es la clave. - ¡Esta inspiración demuestra que soñé!
Me escapé. ¡Oh brujas, oh miseria, oh odio! ¡A vosotros se confió mi tesoro!
Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza humana. Contra toda alegría, para estrangularla, di el salto sin ruido del animal feroz.
Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo. Me sequé al aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota. Habiendo estado hace muy poco a punto de soltar el último ¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del festín antiguo, donde había tal vez de recobrar el apetito.
La caridad es la clave. - ¡Esta inspiración demuestra que soñé!
"Seguirás siendo hiena, etc.", exclama el demonio que me coronó de tan amables adormideras. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales." ¡Ah! Ya aguanté demasiado - Pero, querido Satán, te lo suplico, ¡menos irritación en la pupila! Y mientras llegan las pequeñas cobardías rezagadas, tú que aprecias en el escritor la carencia de facultades descriptivas o instructivas, te arranco unos cuantos asquerosos pliegos de mi cuaderno de condenado.
Noche del Infierno
Me ha tragado una buena buchada de veneno. - ¡Bendito sea tres veces el consejo que me llegó! - Las entrañas me arden. La violencia del veneno me retuerce los nervios, me hace deforme, me arroja al suelo. Me muero de sed, me ahogo, no puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna! ¡Ved cómo se reavivan las llamas! ¡Ardo como es debido! ¡Venga, demonio! Había entrevisto la conversión al bien y a la felicidad, la salvación. Podía describir la visión, ¡pero el aire del infierno no soporta los himnos! Eran millones de criaturas encantadoras, un suave concierto espiritual, la fuerza y la paz, las nobles acciones, ¿qué sé yo?
¡Las nobles ambiciones!
¡Y sigue siendo vida! - ¡Si la condenación es eterna! Todo hombre que desee mutilarse está ya condenado, ¿verdad? Me creo en el infierno, luego estoy en el infierno. Es el cumplimiento del catecismo. Soy esclavo de mi bautizo. Padres, habéis hecho mi desgracia y la vuestra. ¡Pobre inocente! - El infierno no puede atacar a los paganos. - ¡Sigue siendo vida! Más tarde, las delicias de la condenación serán más profundas. Un crimen, de prisa, para caer en la nada, por la ley de los hombres.
¡Calla, calla de una vez!… Éste es lugar de vergüenza, de reproche: Satán diciendo que el fuego es innoble, que mi cólera es espantosamente tonta. - ¡Basta!… Errores que alguien me sopla, magia, perfumes falsos, músicas pueriles. - Y decir que poseo la verdad, que veo la justicia: tengo un discernimiento sano y firme, estoy listo para la perfección… Orgullo.
- Se me reseca la piel de la cabeza. ¡Piedad! Señor, tengo miedo. Tengo sed, ¡tanta sed! ¡Ah! La niñez, la hierba, la lluvia, el lago sobre las piedras, el claro de luna cuando el campanario daba las doce… El diablo está en el campanario, a tal hora. ¡María! ¡Virgen Santa!… - Horror de mi estupidez. ¿No son aquéllas almas buenas que me desean el bien?… Venid. Tengo una almohada tapándome la boca, no me oyen, son fantasmas. Por otra parte, nadie piensa nunca en los demás. Que nadie se acerque. Huelo a chamusquina, eso es seguro.
Las alucinaciones son innumerables. Es eso lo que siempre he tenido: no ya fe en la historia, el olvido de los principios. Me lo callaré: poetas y visionarios se pondrían celosos. Soy mil veces el más rico, seamos avaros como el mar. ¡Qué cosas! El reloj de la vida se acaba de parar. Ya no estoy en el mundo. - La tecnología es seria, el infierno está ciertamente abajo - y el cielo arriba. - Éxtasis, pesadilla, dormir en un nido de llamas.
Cuánta maldad de observación hay en el campo… Satán, Ferdinando, corre con las semillas silvestres… Jesús anda sobre las zarzas de purpurina, sin inclinarlas… Jesús andaba sobre las aguas. La linterna nos los mostró de pie, blanco y con trenzas oscuras, flanqueado por una ola esmeralda… Voy a desvelar todos los misterios: misterios religiosos o naturales, muerte, nacimiento, porvenir, pasado, cosmogonía, nada. Soy maestro en fantasmagorías.
¡Escuchad!…
¡Tengo todos los talentos! - No hay nadie aquí, y hay alguien: no querría divulgar mi tesoro. ¿Alguien desea cánticos negros, danzas de huríes? ¿Alguien desea que desaparezca, que me zambulla en busca del anillo? ¿Alguien lo desea? Haré, con el oro, remedios.
Confiad, pues, en mí: la fe conforta, guía, cura. Venid todos, -hasta los niños, -que yo os consuele, que os divulguemos su corazón, - ¡el corazón maravilloso! ¡Pobres hombres, trabajadores! No pido oraciones; con vuestra confianza solamente me contentaré.
- Y pensemos en mí. Todo esto me hace añorar poco el mundo. Tengo la suerte de no sufrir más. Mi vida no fue más que locuras suaves, qué lamentable.
¡Bah! Hagamos todas las muecas concebibles. Decididamente, estamos fuera del mundo. Ningún sonido ya. Me ha desaparecido el tacto. ¡Ah! Mi castillo, mi Sajonia, mi bosque de sauces. Las tardes, las mañanas, las noches, los días… ¡Qué cansado estoy!
Debería tener mi infierno por la cólera, mi infierno por el orgullo, - y el infierno de la caricia; un concierto de infiernos. Me muero de cansancio. Es la tumba, voy hacia los gusanos, ¡horror de los horrores! Satán, farsante, quieres disolverme en tus encantos. ¡Exijo! ¡Exijo un golpe con la horquilla, una gota de fuego!
¡Ah! ¡Ascender de nuevo a la vida! Poner los ojos en nuestras deformidades. Y este veneno, ¡este beso mil veces maldito! ¡Mi debilidad, lo cruel de este mundo! ¡Dios mío, piedad, escondedme, me comporto demasiado mal! - Estoy escondido y no lo estoy.
Es el fuego quien se reanima con su condenado.
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