sábado, 31 de mayo de 2014

Obra completa. Miguel Valdivieso.



En la primera página del libro aparece esta frase escrita a mano:

A Xxxx Xxxxxx, para que conozca la obra de su tío Miguel. Con el cariño de Teresina.  25-nov-98

Y al leer "su tío Miguel" uno se imagina a un señor humilde y tranquilo de la posguerra, por lo que dicen, buena persona y afectivo...

Primero nos presentan al hombre, después al poeta, que a efectos prácticos son dos manifestaciones diferentes de la misma cosa, a veces contradictorias, como si la masa que forma la consciencia y el ser tuvieran una realización práctica en la persona y en sus rutinas y otra diferente en la poesía. 

En algunos poetas poesía y vida coinciden; en otros, la poesía es el camino para expresar lo que la vida no les permite; en otros, es una superación de la vida; en otros, una negación o un rechazo de la vida. Para Miguel Valdivieso en su primer libro Destrucción de la luz , la poesía es un lugar dónde esconderse y señalar algo incómodo, en los demás libros, una manifestación de su vida... y sobre su vida (y la de muchos otros españoles) caía el manto de la dictadura que le impedía desarrollarse. 

Este libro, que de no ser escrito por un poeta familiar lejánamente cercano (solamente tengo el recuerdo de unos caramelos que nos regaló Teresina, la tía de mi padre) nunca hubiera conocido, tiene la relativa importancia de mostrar el reflejo de un hombre frente a la dictadura y de un hombre frente a sí mismo, que poco a poco se reencuentra y acepta, por supervivencia, el sitio en el que le han colocado. A medida que pasan los años la tensión se relaja. Sufre la poesía, pero gana el hombre...



Lo que quiero decir es que en cuanto a poesía es La destrucción de la luz su libro más importante y el único en el que existe una disonancia lo suficientemente grande como para elevar las palabras pro encima de su significado. 

Fue un poeta menor y no tan menor a veces, desconocido, de la generación del 27, de hecho Jorge Guillén prologa sus obras completas desde la admiración, el respeto y la amistad, y es como muchos otros, un poeta no publicado, descrito por Guillen como "un escritor retirado..."

Pero dice, ademas, una frase que explica algo percibible también en sus poemas: "sintió ajeno el mundo en el que la suerte le hizo vivir". 

Cierta percepción religiosa o mística (no desarrollada completamente) de un orden universal con sus altibajos y perturbaciones y contrastes... Después, está idea, lo más interesante de su obra, se diluye y desaparece... Pero a fin de cuentas, es imposible entenderlo sin saber que su vida tenía un techo, y que como mucha otra gente, debían acomodarse a vivir en ese techo y convertirlo o excepcional en normal... y aún así, hay algo en su primer libro que parezca que quiera decirnos y no pueda...



La lluvia

III

Cae el agua a sus pies, barre las calles.
La tormenta se irrita y pega fuerte
sobre la lentitud de los relojes
y eleva el agua a su nivel preciso
para que flote el animal y el arca
y arrasen la ciudad fértiles rayos
que en vez de destruir crean un mundo.
Nasa se salva, el arte, las trompetas
ni las voces que anoche perecieron
con su carta de pésame en el pico.

IV

No nos queda ni un palmo de terreno 
donde se vea que la luz existe,
en que acudan mil lenguas homicidas 
para saber por dónde van las aguas
a contarle su amor a los ahogados.
Hay que beberse el vino con microbios, 
a veces con sirenas que nos cantan 
desde la altura de su estéril roca
y nos miran desnudo en la pecera
sin morder el anzuelo prevenido. 


Fosa Común

Cada hueso lucía
su esquelética forma.
El sol los contemplaba a unos desnudos,
a otros arropados en la sombra.
¿Cuál sería de niña,
de casada o de novia?
¿Cuáles de santos o de pecadores?
Porque en la fosa
común estaban ya todos iguales,
sin ojos para ver, manos ni bocas.
Se redujeron las distancias
suprimidos la historia 
y el soplo de sus vidas.
El hombre abstracto a solas
con sus huesos.
¡qué confusión de bodas
inesperadas!
Juntos el húmero y la rótula
que nunca se reunieron
a la hora
de nacer o morir
o beberse el amor en una copa.
Un viento los eleva de la tierra
y los asoma
a ver el otro mundo, 
con sus nubes, sus ángeles, su cola
de estrellas esperando
a que otros huesos vengan con las cosas
que les pasaron antes
a estos míseros restos que ya gozan
del silencio común, luz sin ceniza,
y eternidad perfectamente boba. 


Evasion

Al golpe del martillo y de la mano
he apretado los clavos de la puerta,
he condenado todas las ventanas
a piedra y lodo y cal e indiferencia.

He amordazado el timbre y el teléfono
y he detenido el tiempo a duras penas.
No se oye un estruendo ni un suspiro,
un idilio nupcial ni una trompeta.

Nada es de nadie, sólo las paredes
son mis oficiosas compañeras que me hablan
por debajo de la ropa.
¡Oh voces reducidas a pavesas!

Me hablan del futuro y del pasado,
del presente dormido a pierna suelta,
de la piedra que anda, el sol sin luces,
del muerto en pie y el animal que vuela.

Me hablan de este mundo y sus criaturas
y les mando callar, porque se duerman
dentro de mí mi circulo y mi viento,
mi combatido corazón de tierra.

En el pequeño espacio en que se aloja,
el tiempo hace preguntas sin respuestas.
Si ha venido la luz o si es de noche,
si aún el silencio permanece en vela.

Si todavía para estar despierto
hay que elegir la paz que desespera,
el párpado cerrado, el oído sordo
y sin posible vocación la lengua.

Al golpe del martillo y de la mano
me construyo un camino por las venas.
Si hay soledad, conmigo viene.
¡cuidado, amor, no vuelvas la cabeza!


Si habitamos una casa

Si habitamos una casa
o un ceñido cautiverio,
si la palabra en la boca 
dice o tapa el pensamiento.

ignoramos lo que existe
-lo que muere conocemos-
y la mujer al desnudo
es más Diana que Venus.

Seguimos leyendo a ratos
por perder el vista al tiempo,
aunque del tiempo y la vista
apenas ya nos fiemos.

que se arrastran los sentidos
moribundos por el suelo.
Lucidez sonido, olor,
los sabores y los besos.

El amor quema sus naves
y nos mira desde lejos.
Si me ves caer en tierra,
no me ayudes, compañeros. 












jueves, 22 de mayo de 2014

Fragmentos. Heráclito



Puede que el poder de los textos que se le atribuyen a Heráclito resida precisamente en que, en realidad, no fueron dichos por nadie. Quizás podrían expresar lo que interesadamente ciertos autores querían que Heráclito hubiera dicho. Nunca directamente lo que ellos querían, como si un segundo nivel de abstracción les obligara a salirse de si mismos y al pensar como otro llegaran a un lugar mental en el que se sentían completamente libres para expresar aquello que de verdad sentían: la consciencia colectica. Si no, no se explica la profundidad y relevancia de muchos de sus fragmentos. Eso, o que su ambigüedad y su simbolismo les permiten atarse a cualquier lazo.

Los tres factores claves del pensamiento de Heráclito (antigüedad, fragmentación y misticismo) funcionan al mismo tiempo como única llave que permite su comprensión y, paradójicamente lo enturbian y nos alejan de su verdadero significado. Supone Heráclito el inicio de la cultura occidental, pero al mismo tiempo es la unión con la filosofía y la mística de los textos de oriente: la discordia y el cambio y el fluir constantes. Y su simbolismo: el fuego.

Los filósofos primitivos reflexionaban a base de una experiencia directa, ingenua y sincera. Cada uno de ellos buscaba expresar en un elemento de la naturaleza un principio organizador. El agua y el río captaron el interés de Heraclito, pero la muerte y la resurrección, el dejar de ser en el continuo, se expresan mejor con el fuego: la transformación de la materia en luz y humo, para explicar la fluidez continua de las cosas.

Y la armonía de los contrarios, la tensión como representación de la vida y no como problema que necesita ser resuelto. La negación de la uniformidad en una continua lucha dialéctica en la que lo opuesto se convierte en su contrario continua y sucesivamente. Y no es una visión del mundo, es un acercamiento sincero a través de la experiencia...

Dice Heraclito:

Lo contrario se pone de acuerdo; y de lo diverso la más hermosa armonía, pues todas las cosas se originan en la discordia.

¿Cómo puede uno ponerse a salvo de aquello que jamás desaparece?

Muchos no lo comprenden, aunque se encuentren con ello, ni lo entienden, cuando lo aprenden; pero se imaginan comprenderlo.

Muerte es todo lo que vemos estando despiertos; más lo que vemos estando dormidos es sueño.

El hombre prende una luz para sí mismo durante la noche, cuando ha muerto, pero todavía vive. El soñador, cuya visión ha sido suprimida, ilumina desde la muerte; el que está despierto, ilumina desde el ensueño.

Este mundo, que es el mismo para todos, no lo hizo ningún dios o ningún hombre; sino que fue siempre es ahora y será fuego siempre viviente, que se prende y se apaga medidamente. 

La sabiduría es una sola: conocer la razón por la cual todas las cosas son dirigidas por todas. 

Entramos y no entramos en los mismos ríos; somos y no somos. 

Los hombres ignoran que lo divergente está de acuerdo consigo mismo. Es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira. 

El camino hacia lo alto y el camino hacia lo bajo es uno y el mismo. 

Es siempre uno y lo mismo en nosotros, lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo anciano. lo primero se transforma en lo segundo y lo segundo en lo primero. 

Homero es un astrólogo. 

Lo frío se calienta, lo cálido se enfría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece...









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domingo, 18 de mayo de 2014

Poemas de la consumación. Vicente Aleixandre



De nuevo, el tema de la muerte en la literatura española... Pero no una muerte simbólica, metafísica o sicológica. No la muerte como concepto abstracto que abra la posibilidad a una mayor comprensión del mundo. No precisamente la muerte oriental o la muerte de los egipcios que es una invitación al crecimiento. Sino la muerte del individuo como final de todo. El vacío y la nada. O más bien, la presencia cercana del vacío y de la nada en la vejez del poeta, que repentinamente parece que tire de su obra, cuando antes era la vida y el amor quienes la empujaban.

El miedo a la muerte es quizás el tema más español en la poesía la contemporánea y a la vez el más ridículo. No es algo en esencia envidiable. Deja ver cierto egocentrismo inherente a nuestra cultura: una concepción del universo en la que todo gira al rededor del individuo que percibe la realidad. Aquí hablamos de la muerte real sinónimo del silencio. Ni siquiera la presencia medieval de la muerte, siempre tan sugerente y simbólica como un recordatorio de que nada es tan importante al fin y al cabo.

Este miedo a la muerte prosaica es casi un anticlimax poético, sobre todo si lo comparamos con la belleza natural de muerte que se reflejaba en La destrucción y el amor. Pero sobre todo es su negación absoluta: aunque el poeta sea capaz de plantear otras concepciones y casi rozar otras realidades no puede traerlas de un modo tangible a este lado, con la retórica parece que lo consigue, pero quizás sea solamente un juego (el poeta no es un sabio ni un místico) y a la larga demuestra su pertenencia a una cultura, la española, basada en lo práctico y lo palpable.

En este libro, Poemas de la consumación, la experiencia de la vejez y de la muerte llevan a Aleixandre a un comienzo que es un poco al revés y al mismo tiempo un poco triste: ¿Es posible que quien escribió "luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo", en su vejez, cuando se supone que habrá alcanzado algo de sabiduría solo tiene los Poemas de la consumación que ofrecer al mundo de la sensibilidad y la intuición?

Y me explico, el libro empieza así

Después de las palabras muertas, 
de las aún pronunciadas o dichas,
¿qué esperas? Unas hojas volantes,
más papeles dispersos. ¿quién sabe? unas palabras
deshechas como el eco o la luz que muere allá en la gran noche.

Y está lleno de versos como este:

morir es olvidar unas palabras dichas.

Sin duda parece que en la juventud había una sabiduría que la vejez ha perdido. En la cosmovisión poética de Aleixandre, tristemente, ha entrado la realidad, por lo que la autenticidad de su obra ha perdido valor: ahora es solo un reflejo no una verdad abstracta, antes representaba la pureza de la imaginación....

Parece mentira que quien escribió:

Muero porque me arrojo, porque quiero morir, 
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.


En su vejez solo pueda compararse con los jóvenes o recordar su juventud perdida (bueno, hace algo más en este libro, pero no mucho). O peor aún, sentirse estafado:

La decadencia añade verdad, pero no halaga.
ah, la visicitud
no se cancelará, pues es el tiempo.
mas, sí su doloroso error, su poso triste. Más bien su torva imagen,
su residuo imprimido: allí el horror sin máscara. 

¿Esta estrofa es solamente retórica o invalida lo que escribió en La destrucción o el amor?

El resto son pequeñas sutilezas. 'Consumación' significa acabamiento, extinción. Así que para Aleixandre la idea heracliana del fuego la destrucción y la trasnsformación, no le seduce como antes y que frente al fin, a la extinción su única opción vital (poética) es la recuperación de su historia desde diferentes puntos de vista...

Queda muy atrás La destrucción y el amor. 








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martes, 13 de mayo de 2014

Lluvia. Somerset Maugham.



De los escritores extranjeros que se leían durante el franquismo en España, Maugham era el único que se alejaba de los planteamientos morales centrados en la capacidad de tomar decisiones de los seres humanos.

Dentro de lo aburrido y convencional en la estructura, su narrativa tiende a realizarse en la tensión (no construida argumentalmente) que se refleja en la descripción de quien llega a una situación sicológica más extrema que la de los demás personajes que comparten la historia. Esta tensión en Maugham provoca un alejamiento y una contradicción que no se resuelve, que solamente puede aceptarse.

En realidad, esta idea de un elemento de distorsión que se produce naturalmente y que no puede evitarse es lo mejor de la obra de Maugham y quizás, este malentendido pesimismo es lo que le distancia de las novelas éticas y morales (no necesariamente moralistas) de la época: no habla de comportamientos humanos, como Lajos Zilahy, Grahan Greene, o incluso Steinbeck, sino de estados mentales. 

Lluvia recopila cuatro cuentos en los que se repiten dos elementos como unidad narrativa: un lugar remoto para el occidental, las islas del pacífico, símbolo del viaje mental; y el suicidio, no como solución al conflicto, sino como simple manifestación de una distorsión, como reflejo de una contradicción profunda.

Por eso en Maugham el suicidio no es una muerte real, sino la representación externa del proceso interno del sujeto que ha llegado a un límite irrenunciable. Se trata de algo simbólico, por eso se repite en los cuatro cuentos, en diferentes formas, como motor de la trama.

El símbolo del lugar remoto y de la naturaleza exuberante podemos entenderlo con facilidad como representación de un modo de pensamiento, una cultura diferente, igual que Londres lo sería para un habitante de Honolulu. Es más, simplemente con la contemplación de ciertos paisajes parece que nuestra forma de pensar se transforme en algo diferente. Eso sí, ambos paisajes, el urbano y el natural, como pensamientos que te obligan a adaptarte a ellos y nunca al revés.

En cambio lo del suicidio es un símbolo más complejo y más cerrado: representa la tensión máxima, lo que no queremos saber.








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jueves, 8 de mayo de 2014

Antologia. Sylvia Plath.


You said you would kill it this morning.
                 Do not kill it. 


Al contrario de lo que mucha gente piensa, una obra en construcción (en proceso), es decir, la obra poética o artística que es siempre una preparación para esa otra obra superior que nunca llega, sí tiene interés y validez por si misma. Son precisamente la búsqueda, los excesos y los caminos equivocados lo que otorga valor y unidad a un conjunto de poemas que de no ser representar el camino a una obra definitiva (que puede llegar o no), parecerían dispersos y sin relación.

Más o menos es lo que ocurre con Sylvia Plath. Su obra representa una búsqueda constante (paralela a su vida interior) que concluye en su gran obra póstuma, 'Ariel' y en su suicidio de despedida. En esta extraña antología de Visor, seguramente por motivos de derechos, no aparecen ninguno de los poemas de 'Ariel'. Y está bien que sea así. Porque:

Su obra queda dividida en dos caras opuestas que se necesitan para completarse. Por un lado, la búsqueda, por el otro el descubrimiento. La búsqueda, que es un proceso vital, emocional y artístico, se extiende en el tiempo y el espacio, su historia, su biografía; su descubrimiento, expresado a través de símbolos en 'Ariel', un instante, es el final del camino (para ella al menos lo fue), la muerte, y se encuentra en un nivel que no es espacio ni tiempo.

Esta antología solamente incluye la búsqueda, su vida. Resulta en ocasiones realmente compleja y difícil, pero en conjunto parece un intento de explicar intuitivamente la relación entre su entorno y su vida interior a través de la imagen mental: la metáfora como modo de comprender y relacionarse con el entorno. Un proceso vital y existencial, que termina en 'Ariel', que hasta el final no es más que una búsqueda. Y es en esa búsqueda, precisamente, donde se encuentra su valor.



Habría que hacer una mención especial al traductor y encargado de esta edición, el bueno de Jesús Pardo, quizás uno de los que más sepan de poesía en España y que además realiza un estudio previo sobre la obra de Plath realmente interesante. Pero, no sé por qué, dudo mucho que Sylvia Plaht utilizara palabras como "asómanse" y por ahí van los tiros de lo que quiero decir. Podría ponerme a buscar ejemplos, pero es tarde y me pondría nervioso y ya no podría dormir hoy. Comparar la versión original con la española solamente puede llevar la frustración y a la desesperación.

Por ser este libro claramente la peor traducción que he leído jamás no pienso poner la versión española de mis poemas preferidos. Son muy complicados de leer sus poemas, por lo general, y requieren de un inglés casi nativo, yo solamente habré entendido un 35 por ciento del total (o menos) con mucho esfuerzo, pero lo cierto es que la singularidad rítmica de Sylvia Plath y el poder de las connotaciones y sugerencias de sus imágenes (aunque lleguen incompletas) tienen un poder de trasmisión que casi supera al de los significados (Seguramente, me he excedido, pero o al menos pueden disfrutarse sin 'entenderlos' del todo):


Mushrooms

Overnight, very
Whitely, discreetly,
Very quietly


Our toes, our noses
Take hold on the loam,
Acquire the air.

Nobody sees us,
Stops usbetrays us;
The small grains make room.

Soft fists insist on
Heaving the needles,
The leafy bedding,

Even the paving.
Our hammers, our rams,
Earless and eyeless,

Perfectly voiceless,
Widen the crannies,
Shoulder through holes. We

Diet on water,
On crumbs of shadow,
Bland-mannered, asking

Little or nothing.
So many of us!
So many of us!

We are shelves, we are
Tables, we are meek,
We are edible,

Nudgers and shovers
In spite of ourselves.
Our kind multiplies:

We shall by morning
Inherit the earth.
Our foot's in the door.





Poem for a Birthday”, Sylvia Plath, 1959
1. Who
The month of flowering’s finished. The fruit’s in,

Eaten or rotten. I am all mouth.

October’s the month for storage.
The shed’s fusty as a mummy’s stomach:

Old tools, handles and rusty tusks.

I am at home here among the dead heads.
Let me sit in a flowerpot,

The spiders won’t notice.

My heart is a stopped geranium.
If only the wind would leave my lungs alone.

Dogsbody noses the petals. They bloom upside down.

They rattle like hydrangea bushes.
Mouldering heads console me,

Nailed to the rafters yesterday:

Inmates who don’t hibernate.
Cabbageheads: wormy purple, silver-glaze,

A dressing of mule ears, mothy pelts, but green-hearted,

Their veins white as porkfat.
O the beauty of usage!

The orange pumpkins have no eyes.

These halls are full of women who think they are birds.
This is a dull school.

I am a root, a stone, an owl pellet,

Without dreams of any sort.
Mother, you are the one mouth

I would be a tongue to. Mother of otherness

Eat me. Wastebasket gaper, shadow of doorways.
I said: I must remember this, being small.

There were such enormous flowers,

Purple and red mouths, utterly lovely.
The hoops of blackberry stems made me cry.

Now they light me up like an electric bulb.

For weeks I can remember nothing at all.




Poem for a Birthday”, Sylvia Plath, 1959
1. Who
The month of flowering’s finished. The fruit’s in,

Eaten or rotten. I am all mouth.

October’s the month for storage.
The shed’s fusty as a mummy’s stomach:

Old tools, handles and rusty tusks.

I am at home here among the dead heads.
Let me sit in a flowerpot,

The spiders won’t notice.

My heart is a stopped geranium.
If only the wind would leave my lungs alone.

Dogsbody noses the petals. They bloom upside down.

They rattle like hydrangea bushes.
Mouldering heads console me,

Nailed to the rafters yesterday:

Inmates who don’t hibernate.
Cabbageheads: wormy purple, silver-glaze,

A dressing of mule ears, mothy pelts, but green-hearted,

Their veins white as porkfat.
O the beauty of usage!

The orange pumpkins have no eyes.

These halls are full of women who think they are birds.
This is a dull school.

I am a root, a stone, an owl pellet,

Without dreams of any sort.
Mother, you are the one mouth

I would be a tongue to. Mother of otherness

Eat me. Wastebasket gaper, shadow of doorways.
I said: I must remember this, being small.

There were such enormous flowers,

Purple and red mouths, utterly lovely.
The hoops of blackberry stems made me cry.

Now they light me up like an electric bulb.

For weeks I can remember nothing at all.

Pheasant
You said you would kill it this morning.
Do not kill it. It startles me still,
The jut of that odd, dark head, pacing

Through the uncut grass on the elm's hill.
It is something to own a pheasant,
Or just to be visited at all.

I am not mystical: it isn't
As if I thought it had a spirit.
It is simply in its element.

That gives it a kingliness, a right.
The print of its big foot last winter,
The trail-track, on the snow in our court

The wonder of it, in that pallor,
Through crosshatch of sparrow and starling.
Is it its rareness, then? It is rare.

But a dozen would be worth having,
A hundred, on that hill-green and red,
Crossing and recrossing: a fine thing!

It is such a good shape, so vivid.
It's a little cornucopia.
It unclaps, brown as a leaf, and loud,

Settles in the elm, and is easy.
It was sunning in the narcissi.
I trespass stupidly. Let be, let be.

Love Letter

Not easy to state the change you made.
If I'm alive now, then I was dead,
Though, like a stone, unbothered by it,
Staying put according to habit.
You didn't just tow me an inch, no-
Nor leave me to set my small bald eye
Skyward again, without hope, of course,
Of apprehending blueness, or stars.

That wasn't it. I slept, say: a snake
Masked among black rocks as a black rock
In the white hiatus of winter-
Like my neighbors, taking no pleasure
In the million perfectly-chisled
Cheeks alighting each moment to melt
My cheeks of basalt. They turned to tears,
Angels weeping over dull natures,
But didn't convince me. Those tears froze.
Each dead head had a visor of ice.

And I slept on like a bent finger.
The first thing I was was sheer air
And the locked drops rising in dew
Limpid as spirits. Many stones lay
Dense and expressionless round about.
I didn't know what to make of it.
I shone, mice-scaled, and unfolded
To pour myself out like a fluid
Among bird feet and the stems of plants.
I wasn't fooled. I knew you at once.

Tree and stone glittered, without shadows.
My finger-length grew lucent as glass.
I started to bud like a March twig:
An arm and a leg, and arm, a leg.
From stone to cloud, so I ascended.
Now I resemble a sort of god
Floating through the air in my soul-shift
Pure as a pane of ice. It's a gift.






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sábado, 3 de mayo de 2014

Kafka. Pietro Citati



Si este libro fuera una novela sobre un escritor imaginado, Pietro Cicati, sería (es) uno de los mejores escritores que he leído jamás. Pero el texto es una biografía, precisamente sobre Franz Kafka, y por lo tanto es una gran mentira, que es verdad en cuanto a literatura, pero una negación positiva de todo lo que no se cuenta. Además supone un riesgo insorteable: el peligro de quien describe a alguien con una frase, con una motivación sicológica, más o menos profunda, más o menos bien construida, que no siendo una verdad completa (o ni siquiera verdad a secas) se transforma en algo dicho, en algo nombrado y, por lo tanto, en algo que a partir de ahora será verdad.

Y digo que no puede ser cierto lo que se cuenta en esta biografía, porque de serlo, solamente podría haberlo escrito Kafka escribiendo sobre sí mismo en tercera persona. Por mi parte, antes de leer este libro, no conocía a Cicate, quién ahora me parece el escritor más misterioso que he conocido nunca, iniciado en algún misterio esotérico, alguien que sabe más de lo que dice y cuya cosmovisión roza lo trascendental.

Al mismo tiempo de ser mentira, este libro es verdad "en cuanto a literatura", como si Citati hablase de sí mismo escondiéndose en los datos biográficos que se conocen de Kafka. Aunque nunca podremos saber cuándo habla de él y cuándo sobre el escritor judío. Con esto, es un libro es hermoso. Lleno de ternura y compresión: nos presenta a un Franz Kafka real como un hermano. Una figura que va más allá de lo que se le supone al leerle, más allá de lo que dicen de él, completa como una estatua restaurada con carne humana, con trozos de vida: la vida íntima de Citati que nunca conoceremos. No así la de Kafka, algo que huele a traición... a traición entre escritores.

En la imagen, Citati, alguien que sabe más de lo que dice. 
Lo que era enigma y misterio, Citati lo desvelea. Pero dulcemente. Nunca se llegó al corazón desolado de Kafka de una manera tan suave. Como si Kafka a pesar de deshacerse de su cuerpo físico hace ya casi un siglo, siguiera encerrado en su propio desconcierto. Es hermoso este libro (no me cansaré de decirlo) por haber sido escrito por una persona que pone el corazón en su literatura y también por tratar sobre Kafka, quien aparte de ser el creador de los mitos existenciales del mundo contemporáneo, es ya, por sí mismo, un mito. Un símbolo que nos despierta y cuya vida se transforma en lo que todos hemos querido que sea: para resarcirnos, para tener un chivo expiatorio a la altura del gran problema que se nos viene encima.

Pero convirtiéndole en mito, a Kafka se le niega. Se le desacredita. Se le priva de lo más importante: el hecho de que Franz fue un hombre en el mundo, que en un momento preciso de la historia universal, Kafka era un ser humano vivo, un ciudadano anónimo, exhausto. (¿Cuántos Kafkas puede haber hoy día?) Y a pesar de todo, en su literatura late un impulso más fuerte que el de muchos de nuestros contemporáneos.

Esta biografía le humaniza (con dulzura y comprensión), pero es mentira. Citati reconstruye un personaje con apariencia de ser humano. Un homúnculo a quién casi podrías abrazar fraternalmente. Por eso Citati es un misterioso escritor que conoce la alquimia literaria que convierte el arte en algo más real que la realidad.

Aún así, esta biografía, no os engañéis, no puede ser cierta, pero sí, entonces, verdad.

Aquí, un triste párrafo sobre los "amores" de Kafka y Milena:

Así, en esa hora imprecisa -él casi desvanecido, ella afectuosa y segura- empezaron los cuatro días y medio de Franz Kafka en Viena: los únicos de intimidad con Milena. No sabemos mucho de ellos: pasaron muchas horas en los bosques alrededor de Viena, estuvieron en un jardín público debajo de una estatua de Grillparzr, fueron a una papelería, el vio la casa y el cuarto de ella, donde triunfaba un pesadillesco armario; y el domingo por la mañana, el día de la partida, ella llevaba un vestido "locamente hermoso". Tenemos dos versiones: la positiva y vitalista de Milena y la más perpleja de Kafka. Algunos meses después Milena le escribía a Max Brod: "cuando sentía esa angustia, me miraba a los ojos, esperábamos un momento como si no lográramos respirar o si nos dolieran los pies, y poco después todo pasaba. No había necesidad de ningún esfuerzo, todo era simple y claro, le arrastré por las colinas cercanas a Viena, le precedía corriendo mientras él caminaba lentamente siguiendo mis pasos, y si cierro los ojos todavía veo su camisa blanca con el cuello quemado por el sol y le veo fatigarse. Caminó todo el día,arriba, abajo, expuesto al sol, no tosió ni una vez, comió tanto como para dar miedo y durmió como una piedra, estaba simplemente sano y en esos días su enfermedad nos parecía algo así como un pequeño enfriamiento". Kafka distinguía los días: "el primero fue el incierto, el segundo demasiado cierto, el tercero contrito, el cuarto fue el bueno"; y al año siguiente, al escribirle a Brod, dice que "felicidad fueron solamente los fragmentos de cuatro días arrancados a la noche". El domingo por la mañana, a las siete, Kafka partió para Praga: Milena le acompañó a la estación. "¡Que bella estabas en ese momento! ¿O tal vez no eras tú? Sería muy extraño que te hibieras levantado tan temprano. Pero si no eras tú, ¿cómo lo supiste con tanta antelación?...






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