Lo que fue pasearlo por mi propio jardín, no sólo en boca locuaz del fascinante Mahoma montado en su extraño caballo Borah y con aquellas lunas inefables entrándose, saliéndose por las mangas y el cuello, sino en otro jardín ya dado en el aquí y este momento de cada sol y cada luna reales, cuando nadie con ojos mancillados de este mundo nos espiara, el jardín de Alah de cada cual, nunca parecido al otro que deberá florecer en futuras etapas de promiscua lascivia.
Armonía Somers, Viaje al corazón del día.
En la novela Viaje al corazón del día, Armonía Somers plantea la sexualidad y la sensualidad como estrategias liberadoras del alma. Frente a la predisposición patriarcal del catolicismo que profesa la tía de la protagonista, Laura (hija de padre musulmán) interpreta o reinterpreta la espiritualidad coránica desde una subjetividad cercana a la mística sufí que le permite encontrar la espiritualidad a través de los sentidos de su cuerpo.
En una de las escenas más bellas de la novela, se enfrentan fragmentos del Eclesiastés (7:26-29) en los que se considera a la mujer "más amarga que la muerte misma" con la dulzura con la que Laurent le pide a Laura que le recite aleyas del Corán. En el islam, el amor tiene una representación en el placer y en la satisfacción de las necesidades intelectuales, emocionales y físicas. La mujer es igual que el hombre ante Dios y tiene los mismos derechos y responsabilidades. Y los sentidos del cuerpo se entienden, además, como puertas hacia la divinidad o la liberación.
Del Corán se aprende que el mundo y los sentidos son aleyas para la gente que siente. Laura salva a Laurent del inferno en vida porque le otorga el Paraíso. Laurent, un niño que crece aislado del mundo por ser hijo del pecado de su madre. Laura le enseña el amor y el deseo y su máxima expresión corporal, el sexo, para alejarle de la idea del pecado, porque Laura sabe, como muchos musulmanes, que el Paraíso se encuentra en vida.
En un momento de la novela, Laura declara que ofreció Laurent solamente vivencias placenteras para negarle el infierno, porque en su Edén, en el Edén que ella le ofrece, no existe la muerte, el pecado ni la infidelidad, porque el Paraíso existe mientras exista el tiempo para los hombres y mujeres, pues "el cuerpo está íntimamente implicado en la experiencia del Paraíso, según explica Abdelmumin Aya en su libro Islam sin Dios.
Lo dicho fue sólo y únicamente mi versión de su Edén, su huerto delicioso al fin recuperado en el que Dios de usted guiñó el ojo y la serpiente del libro de usted viendo que nada tenia entonces que hacer allí, se puso a hibernar en el pleno verano recién creado. Y con estas palabras, rechaza Laura (y rechaza Armonía Somers) la idea de pecado católico derivado de la experiencia sexual.
Información extraída del ensayo 'Viaje al corazón del día: reconstrucción de orígenes y elección', de Rebeca Virginia Moreno, publicado en La escritura de Armonía Somers. Pulsión y riesgo (Universidad de Sevilla, 2019).
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