viernes, 27 de julio de 2012

Trópico de Cáncer. Henry Miller.


El libro carece de valor literario, tanto en el lenguaje como en la estructura o las ideas. Incluso los escasos intentos por lograr algo semejante a la escritura literaria se ven viciados... Cuando yo estaba en el ejercito, a las personas así las llamábamos cerdos. 

Lo dijo uno de los testigos del juicio en el que, 30 años después de su publicación, intentaban aclarar en América si Trópico de Cáncer era literatura o pornografía. Comienzo y fin del camino a la liberación de Henry Miller, aún me sorprende que  la gente lo lea, lo relea, lo comente, lo critique o lo alaben, atraídos por su verborrea sexual y brutal, sin comprender casi nada de lo que trata.

En un primer acercamiento al libro -sobre todo si es la primera lectura de Miller- es imposible saber qué ocurre, qué cuenta, quiénes son los personajes, quién es Tania o quién es Mona. No puede seguirse el hilo lógico de sus reflexiones porque no hay ningún hilo y mucho menos podemos inducir una filosofía concreta de sus palabras, porque la profundidad de Miller abarca mucho más que el significado de las palabras o de los pensamientos. Entra en el mundo de la sensación y la intuición. Así que si nunca habéis leído nada de Henry, no os preguntéis qué dice, sino por qué lo dice.

Henry y Anais mantuvieron una hermosa y enriquecedora
amistad durante toda su vida.
Su novela menos reflexiva y la peor, quizás, a nivel emocional, es en cambio su gran obra de arte. Una novela solo para literarios, que supone una revolución similar a cuando Marcel Duchamp expuso un orinal en una sala de arte. Mejor incluso. Porque el esfuerzo de Miller por transformar su vida en arte tuvo que ser estremecedor. Y la literatura no volvió a ser la misma.

Vitalista hasta la asfixia, su discurso recuerda a las Hojas de Hierba de Walt Whitam. Una novela para leer en voz alta y dejarse llevar sin intentar entender lo que significa. Mis adorables lesbianas, curiosa frase que solo comprenderán quienes conozcan bien la vida y la obra de Miller y no voy a ser yo quién la explique.

June. Una de las pocas fotografias de esta bella femme fatale. 
Yo lo confieso: cuando leí Cáncer por primera vez no lo entendí. Me quedé con el impulso y la energía. Tras muchas lecturas comprendí su valor artístico y literario, pero la situación de la novela no quedó más o menos clara hasta leer sus novelas más importantes y los diarios de su amiga Anaís Nin (Tania, en Cáncer, imprescindible lectura para comprender bien a Henry, por cierto).

La ultima fotografía que se conoce de June. La ultima vez que se vieron , muchos años después, Henry quedó conmocionado ante el mal estado en el que se encontraba quién fue la mujer más importante de su vida. 
Cáncer es su primera novela oficial después de la fallida Crazy Cock -sin publicar hasta hace poco y en la que más mal que bien explica su vida con June (su segunda esposa, Mona en la novela) y su excéntrica amiga, una joven artista experimental. En Cáncer, Henry Miller, hablando en presente, describe su renacimiento como escritor a los treinta y tantos años. Sus novelas posteriores, Capricornio por ejemplo, se remontan a su vida en América y con su primera esposa. En la trilogía de la Crucifixión Rosa (Sexus, Nexus, Plexus) se detiene más o menos en la época en la que conoció a June dos años antes de partir para Francia. Sus novelas posteriores, explican el camino que le condujo a Cáncer.

El conjunto de su obra supone una de las críticas más desangradas al modo de vida occidental.
Un viaje de frustración y liberación que comienza y concluye en Cáncer con una curiosa paradoja. El viaje temporal y emocional no concuerdan. Los padecimientos de Miller, como los llamaban Jolan Chang y Lawrence Durrell,  nacen en un punto de partida concreto y se extienden hacía el pasado y el futuro.

Aquí podéis ver un pequeño artículo sobre June, su esposa.





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IsolagnosisEdiciones en Huida (2013)

6 comentarios:

  1. Lo malo es escribir berborrea, en lugar de verborrea...

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  2. He leído casi todos los diarios de Anaïs y estoy leyendo Trópico de Cáncer. Buscaba la confirmación de mis intuiciones al personificar a Tania con Anaïs y a Mona con June, pero en la búsqueda he leído un montón de tonterías sobre el análisis de este libro. bah! Qué mal salen las cosas cuando se descontextualizan. Sin duda alguna la escritura de Miller aquí está viva como un bicho que sale de la tierra lleno de suciedad y se sacude dejando rastros su alrededor. Pero si sabes qué clase de bicho es y de dónde sale le puedes dar sentido al rastro. Aún así, si no conoces el sentido, fácil es notar que estos impulsos no surgen de lo racional, hay que recibirlos desde lo animal, lo emocional y gutural. Hay que apagar la cabeza para disfrutar a Miller.

    Ay! Qué gusto leer tu post y comprobar que hay gente con sentido común a la par que instinto.

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