Un mordisco a una fruta amarga. Viaje al fin de la noche, escrita en 1932, es la primera y más conocida novela de Louis-Ferdinand Céline. Semi-autobiográfica, (no es una autobiografía real como mucha gente piensa) ofrece un conjunto de observaciones descreídas sobre el género humano que provienen del conocimiento de sí mismo y de la falta de esperanza. Nada va a salir bien porque no hay ninguna persona que no sea egoísta y que no piense solo en sí misma.
Antisemitismo a parte, su lenguaje oral, grosero y aparentemente despreocupado escandalizó a sus contemporáneos y abrió las puertas a un nuevo modo de expresión que, sin perder el elemento poético y sugerente, intentaba analizar otro tipo de contenidos y conflictos: el malestar en la cultura occidental. Un malestar que en Celine es un cínico grito de rabia. Contra todos y todo. No se salva nadie. Ni el mismo. Bueno, el es el primero que se ahoga si se hunde el barco. El único capaz de viajar hasta el fin de la noche.
Porque la noche es para Celine el lugar donde ya no quedan esperanzas. Un lugar que da miedo porque allí no podemos engañarnos y solo se puede esperar a que todo alrededor se destruya. Debía de ser muy dura la vida de Celine. Aunque tan poco lo pasó tan, tan mal.
Como decía, un mordisco a una fruta amarga que no todo el mundo puede soportar. Y por cierto, aunque muchos piensen que es deprimente, el libro es divertidísimo.
No hubo celebraciones en Francia por el 50 aniversario de su muerte. "Celine es un excelente escritor, pero un perfecto cabrón", dijo el alcalde de París.
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Isolagnosis. Ediciones en Huida (2013)
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