sábado, 1 de marzo de 2014

Entrevistas breves con hombres repulsivos. David Foster Wallace.



David Foster es el ultimo escritor. Con él terminan los manuales de literatura. Al menos fue el último escritor que se atrevió a ser sincero y escribió sin miedo desde la profunda libertad existencial. Pero al mismo tiempo como un escritor consciente de lo que ha significado la literatura a lo largo de la historia. De hecho, sus conocimientos culturales en general son abrumadores.

Por eso me sorprende su particular estilo narrativo (adoptado por casi todos los escritores modernos que quieren sonar rompedores) falto de belleza en el lenguaje como elemento plástico, de poesía en su forma material, que suele ser el estilo de los escritores más viscerales, menos reflexivos (me acabo de meter en un lío explicando algo que no soy capaz de aclarar bien y que va a generar multitud de malas interpretaciones). De todas formas da igual, la obra de David Foster es importante: propone algo que no ha sido dicho y lo propone de un modo totalmente diferente. Con eso basta para entrar en las colecciones de clásicos.

Pero además, su punto de vista ante las cosas: alguien que plantea la posibilidad de la duda ante la velocidad de la comunicación de nuestra era. Alguien que necesita un poco de tiempo y de reflexión para analizar todos los puntos de vista sin miedo a que sus descubrimientos destruyan algún muro sea del bando que sea.

No solo eso, si lo que se le pide a la literatura, al arte, a la cultura, es que abra puertas y ofrezca nuevas perspectivas, David Foster Wallace es el gran escritor occidental de los últimos tiempos (en los que la producción en masa de bienes culturales y la industrialización del proceso artístico han dañado la sensibilidad y la libertad de pensamiento casi de muerte). Pero un escritor, además, maniático del conocimiento que no dice una frase sin estar completamente convencido de que es esa la frase que debe que escribir.

Es decir, un escritor que propone un viaje  totalmente fundamentado, obsesivamente científico en ocasiones, cuyo objetivo es poner sobre la mesa la locura del sistema que hemos construido, casi desde su más reciente origen: David Foster Wallace es americano. Un grunge de los 90 que vio entre sus amigos y compañeros (y sufrió) mucha de la paranoia colectiva de la deshumanización que el sueño americano, el marketing y la falsa idea del éxito provocó en las relaciones entre las personas y en los sentimientos y frustraciones profundas de cada uno.

Estamos hablando de un grunge. Intelectual, pero un grunge. Es decir, un joven de corazón puro con cierta cultura callejera. Es decir, un joven con la cabeza en su sitio que valora la compañía de sus amigos y los entretenimientos sencillos, pero que al mismo tiempo ve (y sufre) como un sistema esquizofrénico le obliga a desligarse de lo que él considera una vida verdadera.

Por todo eso, es normal, casi debemos agradecérselo, que en su obra trate temas que de primeras nos hagan girar la cabeza o que incluso presente perspectivas que en principio no podamos asumir de ningún modo. Algo que ocurre a menudo con Entrevistas breves a hombres repulsivos. Un conjunto de textos y relatos sobre el miedo del hombre heterosexual a la mujer y su acercamiento sexual y emocional, por lo tanto, grotesco y mentiroso. Suficiente para ver reflejados a tus amigos, y con un poco de autocrítica a uno mismo. Pero una reflexión necesaria.

En serio, unos textos que dicen cosas que uno no quiere leer en absoluto, pero que una vez leídas cambian en cierto sentido el panorama de las cosas.







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