Lo compré de segunda mano y nada más abrirlo se cayó un papelito en el que ponía: "un armiño camuflado, en Laponia". Así, de momento, empezó bien. Pero luego al leerlo lo primero que pensé es que yo podía hacerlo mejor. No sabría explicar por qué, pero es eso lo que pensé entonces.
Hoy día mi opinión no ha cambiado demasiado. En realidad creo que es un libro fácil en todos los aspectos. La verdad es que no he podido terminarlo esta vez. Lo que me dijo cuando lo leí hace años sigue diciéndolo ahora y con las mismas palabras exactas. Y eso no sé si es bueno.
"Yo no tenía derecho a existir. Había aparecido por casualidad, existía como una piedra. Mi vida crecía en todas direcciones"
... la duda sobre la existencia y especialmente sobre el propósito vital del ser humano...
Pero en realidad, lo que me gusta del libro es que está datado a bolígrafo el 24 de marzo de 1983 (justo el año en el que yo nací, no el día ni el mes) por una tal Candela que firmaba con una florecita.
Candela también subrayó mucho el libro. Lo que me lleva a preguntarme si marcaba determinadas frases para entender mejor a Sartre o para entenderse mejor a sí misma. En realidad no importa, porque a Candela tampoco le gustó demasiado el libro: a partir de la página 20 dejó de hacer anotaciones y ya no hay más marcas de lectura.
Estas son las frases que subrayó:
Es preciso decir cómo veo esta mesa, la calle, la gente, mi paquete de tabaco, ya que es esto lo que ha cambiado. Es preciso determinar exactamente el alcance y la naturaleza de este cambio...
No puedo escribir nada claro sobre las cuestiones del sábado y de anteayer, estoy demasiado alejado ya.
Tuve miedo.
Lo curioso es que no estoy nada dispuesto a creerme loco; hasta veo con evidencia que no lo estoy: todos estos cambios conciernen a los objetos. Por lo menos quisiera estar seguro de eso.
Fue una ligera crisis de locura.
Los extraños sentimientos de la otra semana me parecen muy ridículos.
Estoy curado, renuncio a escribir mis impresiones.
Si tuviera una sombra de conocimiento de mi mismo...
Creo que soy yo quien ha cambiado.
Lo que pasa es que rara vez pienso; entonces sin darme cuenta, se acumula en mí una multitud de pequeñas metamorfosis y un buen día se produce una verdadera revolución. Es lo que ha dado a mi vida este aspecto desconcertante, incoherente.
Mi pasión estaba muerta, me había arrebatado y arrastrado durante años: en la actualidad me sentía vacío.
Quisiera ver claro en mi, antes de que sea demasiado tarde.
He trabajado de nueve a una en la biblioteca (no sé por qué subrayó esto).
Yo vivo solo, completamente solo. Nunca hablo con nadie, no recibo nada, no doy nada.
No le pago: hacemos el amor de igual a igual. A ella le gusta (necesita un hombre diariamente y tiene otros muchos) y yo me purgo así de ciertas melancolías cuyas causas conozco demasiado bien.
En otra época pensaba en Anny, ahora ya no pienso en nadie; ni siquiera me cuido de buscar palabras (...) mis pensamientos quedan en la niebla.
Quisiera hablar. Quisiera que Anny estuviera aquí.
He pensado que ya no era libre.
Y la ultima frase marcada para la posteridad por Candela:
Los objetos no deberían tocar, puesto que no viven. Uno los usa, los pone en su sitio, vive entre ellos, son útiles, nada más. Y a mi me tocan; es insoportable.
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