lunes, 4 de junio de 2012

Queer. William S. Burroughs.



La literatura de Burroughs es la más peligrosa de la todos los beatniks. La que más cuestiona el modo de vida occidental establecido sin necesidad de reflexionar sobre él. Simplemente exponiendo -sin ningún tipo de censura- su modo de vida, su profunda inadaptación y sus pensamientos más descabellados. Con una biografía a sus espaldas que escandalizaría al más contracultural, es ese gran escándalo -en el sentido más desesperante del término- su importante aportación al pensamiento del siglo XX y XXI.

Queer es un sinónimo de freak, de raro, de diferente, de monstruo. Hoy la palabra define una teoría crítica sobre la construcción de los géneros y la sexualidad que bien se adapta a la vida del escritor, aventurero y adicto a la heroína -y a otras drogas- durante casi toda su larga vida.

Queer es quizás su novela más perfecta y también la más sentimental. Literariamente da un paso adelante con respecto a sus obras anteriores -Yonki y Marica- y adelanta lo que vendrá después, sin caer en los excesos de EL almuerzo desnudo, su novela más conocida. Los personajes instintivos y animalizados de la novela deambulan por un mundo residual de una Ciudad de México medio imaginada, capital mundial del delito, con un cielo de ese tono especial de azul que tan bien combina con los revoloteantes buitres. 


A través de un descabellado viaje a Panamá en busca de la ayauasca, droga absoluta capaz de otorgar el control total sobre las mentes, la novela no es más que una reflexión sobre la posesión en el amor y su frustración inevitable. Una triste historia de romanticismo imposible entre Lee, un alter-ego del autor, y su joven y ambiguo amante, frío, distante e indiferente, que se muestra totalmente inaccesible y cerrado a la comunión espiritual con Lee, con William. 





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IsolagnosisEdiciones en Huida (2013)

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