sábado, 16 de junio de 2012

Antología. W. B. Yeats.


Desde el simbolismo, la obra poética de Yeats avanza en busca del autoconocimento a través de la experiencia personal en un mundo que pretende fijar en su arte. Por el camino plantea unas series de cuestiones que reflejan -de un modo a veces tosco- su frustración, frente a la mujer, en el amor, y la situación del hombre, como género masculino, en la sociedad occidental.

Pero su obra se caracteriza en realidad por el extraño misticismo que profesaba el poeta y que le permitía rechazar tanto la religión tradicional y como el cientificismo. Su abuelo era rector de la Iglesia Irlandesa, pero su padre era un nacionalista irlandés escéptico y ateo. El biógrafo Richard Ellmann escribe al respecto: Eligió una fe excéntrica en algún lugar entre las creencias ortodoxas de su abuelo y los descreimientos no ortodoxos de su padre. Su obra mezcla de una manera a veces confusa cierta relación sensitiva del mundo y otras un marcado intelectualismo.

Sus mejores libros de poemas los escribe incitado por su joven secretario, Ezra Pound, quien llegaría a ser uno de los poetas más importantes del siglo XX y que le descubre la literatura japonesa.  La torre (1928), La escalera de caracol (1933) y Últimos poemas y obras de teatro, que incluye el celebrado «Bizancio», con las que Yeats alcanzó el cénit de su lírica.

Tras conocer a una joven mediumGeorge Hyde-Lees, Yeats se retiró  en una torre normanda en Kiltartan Cross y se casó con ella en 1918 quien le incitó a experimentar con la escritura automática.

Y dice la wikipedia:

Su poesía, a pesar de su espíritu innovador, generalmente se caracterizó por su cuidado formal, el simbolismo y ciertos toques que anticipan el surrealismo.
Yeats consiguió liberar a la poesía irlandesa de la esclavitud a los moldes, géneros y temas de la poesía británica; rompió con la tradición de la poesía victoriana adscribiéndose al simbolismo y profundizó en él en busca de los arquetipos junguianos que subyacen en todas las culturas.

Y dice Yeats:

Un hombre vivo es ciego y bebe su propia gota.
¿Qué importa si las zanjas son impuras?
¿Qué importa si otra vez lo vivo todo?
Soporta ese trabajo de crecer;
la ignominia de la adolescencia, las zozobras
del adolescente transformándose en hombre;
el hombre no formado y su dolor
enfrentado a su propia torpeza.






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