Para Rubén Darío si su libro Azul simbolizaba "el comienzo de la primavera" y Prosas Profanas "la primavera plena", Cantos de vida y esperanza, su sexto libro, encerraba "la esencia y savia del otoño". Pero el otoño es para el autor la estación reflexiva en la que los rincones olvidados de nuestra memoria se muestran accesibles y luminosos. "Respiramos", dice, " como a través de un aire mágico, el perfume de las antiguas rosas". Por otro lado, sorprende el título de la obra, muy en la línea de sus libros más importantes, pero contradictorio con su contenido en el que se respira bastante desaliento y temor por lo desconocido.
Algo que dijo el autor sobre su obra: "me he llenado de congoja cuando he examinado el fondo de mis creencias y no he encontrado suficientemente maciza y fundamentada mi fe, cuando el conflicto de mis ideas me ha hecho vacilar y me he sentido sin un seguro y constante apoyo. Todas las filosofías me han parecido impotentes, y algunas abominables y obras de locos y malhechores. En cambio, desde Marco Aurelio hasta Bergson, he saludado con gratitud a los que dan alas, tranquilidad, vuelos apacibles, y enseñan a comprender de la mejor manera posible el enigma de nuestra esencia sobre la tierra".
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