miércoles, 23 de octubre de 2013

De la simple existencia (II). Wallace Stevens.


Originalmente Of mere being. Lo digo porque al traducir "being" por "existencia" quizás se pierda el componente de sucesión, de estar ocurriendo, que en cierto sentido enriquece la obra.

Es la segunda vez que escribo sobre esta antología, porque en realidad en la primera lectura no entendí absolutamente nada salvo que había un todo y un nosotros, y sus relaciones a veces eran confusas y otras completas y totalizadoras.

Se le llama poeta de la imaginación, a Wallace Stevens, y se le aleja de la realidad y en cierto sentido se le quita, así, importancia a lo que intentaba transmitirnos, como si hablase de un mundo propio, autista, ajeno a la "realidad de los demás".

Pero diría yo que todos los poetas son poetas de la imaginación (porque todo ocurre en su interior, la vida que creen iluminar es una limitación impuesta por sí mismo) y al mismo tiempo lo son también de la experiencia más concreta, palpable. Todos. Porque no hay que olvidar que la experiencia -en el caso de poetas de cierto alcance-, como decía el mismo Wallace, es mucho más amplia que "la realidad".


Es poeta y americano, si no, se le consideraría un místico, o algo parecido. O uno de esos poetas que se acercan a lo que Huxley llamó la filosofía perenne, que no es más que una percepción más o menos conflictiva sobre la similitud entre lo externo y lo interno. Y sobre eso y no otra cosa escribe Wallace, utilizando siempre elementos y conceptos cada vez más concretos a medida que sus visión se amplia y se alejaba de lo que la mayoría comprende dentro de lo comprobable.

Un poeta que en lo abstracto habla sobre como vemos las cosas y cómo podríamos verlas y cómo las ven los otros, y que en lo concreto propone una serie de imágenes y conceptos tan sorprendentes y creativos que hacia sonrojarse a los demás poetas de su generación.

Un poeta de poetas, verdaderamente.



Variaciones sobre un tema de Williams.


Es una extraña valentía
la que me ofreces, estrella antigua.

¡Brillando sola en el alba
de la que no formas parte!


I

brilla sola, desnuda, como el bronce
en el que no se refleja ni mi cara ni parte
alguna de mi ser, como el fuego que nada refleja.


II

No formes parte de una humanidad
que te baña en su luz.
No seas una quimera matinal,
mitad estrella, mitad persona.
No seas una inteligencia,
igual que un pájaro de viuda
o que un viejo caballo.


Fabliau de florida

Barca de fósforo
sobre la playa de palmeras.

Adentrarte en el cielo,
entra en los alabastros
y los tristes azules de la noche.

Son uno espuma y nube.
Los sofocantes monstruos de la luna
se disuelven.

Llena tu negro casco 
con la blanca luz de luna. 

Nunca tendrá final
este sordo oleaje.


Té en el palacio de Hoon

No porque yo, de púrpura, bajase
por el final del día a través del que llaman 
el aire solitario, no por eso dejé de ser yo mismo.

¿Cual fue el ungüento que roció mi barba?
¿Qué himnos resonaron cerca de mis oídos?
¿Qué mar en su corriente me ahogó?

Los dorados ungüentos llovieron de mi mente,
mis oídos crearon los signos que escuchaban.
Yo mismo fui la brújula del mar:

Yo fui el mundo en que anduve, y lo que vi
o sentí o escuché venía de mí mismo;
y me encontré a mí mismo más real, más extraño. 




Trece maneras de mirar un mirlo


I

Entre veinte montañas nevadas,
lo único en moverse
era el ojo del mirlo.


II

Era yo de tres opiniones,
como un árbol,
en el que hay tres mirlos.


III

El mirlo daba vueltas con los vientos de otoño.
Era sólo una parte de aquella pantomima.


V

No sé lo que prefiero,
si la belleza de los acentos
o la belleza de las insinuaciones;
si el pájaro silbando
o lo que viene luego. 


VIII

Yo de acentos nobles
y de lúcidos, irresistibles ritmos;
se también, sin embargo, 
que el mirlo forma parte de lo que sé.


IX

Cuando el mirlo volaba más allá de mi vista
señalaba los límites
de uno de los múltiples círculos.


XI

Viajaba por Conneticut
en carroza de vidrio.
Una vez,le entro miedo
al confundir la sombra del carruaje
con mirlos. 


XII

El río se mueve.
El mirlo debe estar volando. 


XIII

Toda la tarde era crepúsculo.
Nevaba
y también nevaría.
El mirlo se posó
en las ramas de un cedro.


El sol de este marzo (de mis preferidos)

La brillantez de este temprano sol
me recuerda lo oscuro que me he vuelto. 

Ilumina de nuevo las cosas que cambiaban
a un oro de ancho azul, y que eran parte

de ánimo mudable en un ser más antiguo.
También eso regresa con el aire de invierno.

El frío es nuestro medio y el aire del invierno
trae voces que parecen leones acercándose.

¡Oh rabino, rabino, defiende mi alma y sé
genuino sabio de esta naturaleza!



Acerca de los pájaros brillantes y azules y del sol festivo.

Algunas cosas, niño, son así,
súbitamente alegres, en sí mismas,
así somos tú y yo, oh miserable ser.

Cosas por un momento alegres, que son parte
de un elemento, el más justo para nosotros,
en el que pronunciamos la alegría como palabra nuestra.

Es así, imperfectos, y con estas
cosas, conocedores de la felicidad, sin haber aprendido,
como somos alegrementes nosotros mismos.

Sin esfuerzo mental, allí, en ese elemento,
sentimos, casi aparte, por un momento, como
si hubiese una brillante scienza ajena a nosotros.

La alegría que es ser, no tan solo saber,
la voluntad de ser, ser en total confianza,
provocando una risa, un acuerdo, por sorpresa.




De la simple existencia.

La palmera al extremo de la mente,
se eleva más allá del pensamiento
en la extensión de bronce.


Un pájaro de plumas doradas
canta allí una canción extranjera,

no destinada al hombre sin sentimiento humano.

Entonces tu comprendes que no es esa la razón

que nos hace felices o infelices.
Canta el pájaro. Sus plumas resplandecen.

La palmera está al borde del espacio.

En las ramas se mueve el viento lentamente,
el plumaje del pájaro pende llameante.


Y luego algunos de sus aforismos recogidos en Adagia.


La literatura es la parte mejor de la vida. A esto parece necesario añadir que siempre que la vida sea la mejor parte de la literatura.

Un poema es un meteoro.

El arte implica mucho más que sentido de la belleza. 

La poesía es una forma de melancolía. O mejor: en melancolía es una de las autres choses solatieuses.

Lo real es sólo la base. Pero es la base.

El poema se revela sólo al ignorante. 

En poesía debes amar las palabras, las ideas, las imágenes y los ritmos con toda tu capacidad para amar cualquier cosa. 

Lo que vemos en la mente es tan real para nosotros como lo que vemos con los ojos. 

La poesía debe ser irracional. 

Se lee poesía con los nervios. 

El poeta es el intermediario entre la gente y el mundo en el cual la gente vive, y también entre la gente y él mismo; pero no entre la gente y algún otro mundo. 

La ética no forma parte de la poesía mas que de la pintura. 

Como la razón destruye, el poeta debe crear. 

El realismo es una corrupción de la realidad.

Todos los hombres son asesinos. 

El pensamiento tiende a formar charcas.

La ignorancia es una de las fuentes de la poesía.

La poesía es un faisán que desaparece en la maleza.

El poeta representa la mente en el acto de defendernos de ella.

La imaginación aplicada a mundo entero es insípida comparada con la imaginación aplicada a un detalle. 

La poesía es una respuesta a la necesidad diaria de arreglar el mundo. 

Los grados de la metáfora: el objeto absoluto ligeramente ladeado es una metáfora del objeto. 

Todo el impulso de la mente se dirige a la abstracción.

A la larga, la verdad no importa. 









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