lunes, 17 de diciembre de 2012

Nieve de primavera. Mishima.


Sorprende la cantidad obras que escribió Mishima. A sus 45 años dejó 49 novelas, 18 obras de teatro y 20 libros de ensayos, entre otras cosas. Muchos textos no tienen valor, los escribió deprisa pensando en los beneficios, pero aún así y viendo la calidad de algunas de sus obras, es envidiable.

A pesar de su nacionalismo y sus esfuerzos para conservar las tradiciones de su país, Yukio Mishima es el escritor japones más occidental de todos. Quizás por eso su obra sea tan leída en Europa y Estados Unidos: ofrece exotismo oriental y estética taoísta sin necesidad de cambiar los parámetros mentales, ya que Mishima en el fondo es un romántico peor que el Wether de Goethe. Un romántico de los que se suicidan por sus ideas. ¡Harakiri!

Nieve de primavera es la primera novela de la tetralogía "El mar de la fertilidad", que abarca la evolución del Japón desde comienzos del siglo XX hasta los años 70. La evolución de una sociedad que Mishima consideraba sumida en la decadencia moral y espiritual. 


La nieve de primavera es la pureza que tanto persiguen los personajes adolescentes de la novela. Algo que no durará mucho tiempo y por eso es frágil y hermoso. La búsqueda de la pureza en el amor y la imposibilidad de conservarla ante los cambios incesantes. Pero la nieve también representa la compasión por quienes no aceptan las presiones de una sociedad rígida y jerárquica.

Nieve de primavera es un tostón romántico y exageradamente dramático, que de no ser por la delicada y preciosista sensibilidad japonesa (y de Mishima) podría resultar una historia ridícula y excesiva... y aún así... las imágenes de la trágica historia de amor de los jóvenes Kiyoaki y Satoko permaecen en la memoria del lector durante mucho tiempo...


-Tienes razón -dijo Satoko-, yo no debería hablar así. No puedo pesar en lo que he hecho, porque es una cosa sucia. Kiyo y yo hemos cometido un horrible pecado, pero yo no me siento manchada en modo alguno. De hecho me siento como purificada. Mira, cuando vi esos pinos junto a la playa anoche, me di cuenta de que no volveré a verlos por muchos años que viva. Y cuando oí el ruido de la brisa que pasaba entre ellos, supe que nunca volveré a oírlo mientras viva. Pero cada momento que estuve allí me sentí tan pura que ahora no tengo remordimientos por nada de lo hecho. 

(...)

-En estos últimos días he estado luchando con el presentimiento de la muerte de la princesa Chan. En el periodo que se inició con su enfermedad y hasta su muerte he estado en ansiedad constante. Pero aún así, no teniendo idea de la verdad, vivía con suficiente calma. Veía con toda claridad el mar brillante y la playa. ¿Por qué no fui capaz de ver el cambio imperceptible que ocurría en la sustancia del universo? La brisa suave de la mañana, los árboles, los pájaros, todo estaba constantemente en mis ojos y mis oídos. Consideré que todo era la alegría de vivir, la esencia hermosa de la misma vida. Nunca se me ocurrió pensar que bajo esa superficie algo iba cambiando día a día, minuto a minuto...





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