viernes, 30 de noviembre de 2012

Las flores del mal. Charles Baudelaire.


Son muchos los cultos contemporáneos a los que les he escuchado decir que no les gusta Baudelaire. Y siempre pienso lo mismo: ¿A quién le importa eso? Tus gustos no interesan a nadie. La cuestión es si entiendes qué significa Baudelaire o no. Peor cuando lo dice algún poeta que escribe, precisamente, a la manera del poeta francés, sin saberlo.

Además de un satánico rebelde malinterpretado y un decadente que no fumó tanto opio como se dice, Baudelaire es algo más: su libro Las flores del mal inicia el arte contemporáneo. ¿Pero en qué sentido? ¿Qué significa eso?

Para responder correctamente haré otra pregunta: ¿En qué se diferencia un soneto de Lorca de un soneto de Petrarca? ¿Y un cuadro de Max Ernst de La Santa Cena de da Vinci? Es fácil: el soneto de Lorca solamente lo pudo escribir Lorca, mientras que Petrarca pertenecía a una escuela en la que todos los sonetos los podrían haber escrito cada poeta perteneciente a su escuela. Lo mismo ocurre con la Santa Cena, era un motivo repetido con peor o mejor tino, hasta el aburrimiento por todos los pintores de la época. Eso ocurre con todo el arte clásico. Lo que ahora llamamos plagio, antes se llamaba, siendo un poco simplistas, tópicos y motivos.

Esto tiene que ver con lo que significaba y significa ahora la palabra "arte". Si preguntas a cualquier persona qué entiende por "arte", casi todos te dirán algo así como "la expresión de sentimientos" o frases parecidas. Los más espabilados te hablaran de "comunicación del mundo interior y bla bla bla..." Y si le ponemos buenas palabras podemos decir que el arte puede ser la expresión de una experiencia personal e intransferible y todo el mundo estará de acuerdo en que el objeto artístico pertenece al autor y nada más que al autor. Su obra, su hijo, su criatura.

La expresión del subconsciente. Una pieza más o menos fea, a través de la cual podemos conocer a su autor. Así le quitamos de un plumazo todo el mérito al noble arte de hacer sillas de mimbre, o jarrones turísticos por ejemplo. Todas las artes que nos parecen mecánicas... ¿No dijo Ciceron que...? jaja ¡buscad lo que dijo sobre las artes liberales y las artes mecánicas y entenderéis que lo que Petrarca y da Vinci entendían por arte era simplemente un conjunto de reglas que servían para hacer algo. Nada más. Los dos hicieron grandes obras de arte, por cierto.

A Baudelaire le corresponde el honor de ser el primer artista que creó una obra inseparable de su biografía. Convirtió su experiencia individual en un objeto deleitable por muchos y además, por el camino, inauguró el simbolismo, la corriente poética más importante de todas, con sus poemas Correspondencias y, sobre todo, Armonía de la tarde.

Pero es que además Baudelaire es un poeta maravilloso. Un pobre idealista cuyo corazón siempre estaba en el paraíso, su alma en el purgatorio y su cuerpo en el infierno. A nadie le importa que no te guste Baudelaire, que lo sepas. Porque Baudelaire ya cambió la cultura occidental una vez y casi todos los artistas contemporáneos están, todavía, bajo la influencia de Baudelaire. Hipócrita lector-mon semblable- mon frére!


El albatros

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
dejan penosamente arrastrando las alas,
sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
sus alas de gigante le impiden caminar.



Elevación

Por encima de estanques, por encima de valles,
de montañas y bosques, de mares y de nubes,
más allá de los soles, más allá de los éteres,
más allá del confín de estrelladas esferas,
te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
y como un nadador que se extasía en las olas,
alegremente surcas la inmensidad profunda
con voluptuosidad indecible y viril.

Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
sube a purificarte al aire superior
y apura, como un noble y divino licor,
la luz clara que inunda los límpidos espacios.

Detrás de los hastíos y los hondos pesares
que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
la lengua de las flores y de las cosas mudas!


Correspondencias

La Naturaleza es un templo donde vivos pilares
dejan brotar, aveces, palabras confusas;
el hombre la cruza entre bosques de símbolos
que le observan con ojos familiares.

Como infinitos ecos confundidos en la lejanía,
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa como la noche, como el resplandor,
los perfumes, colores y sonidos se responden.

Hay perfumes frescos como carnes infantiles,
dulces como los oboes, verdes cual la pradera.
Y hay otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

con la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el aloe, el incienso, 
que cantan los arrebatos del alma y los sentidos.


Armonía de la tarde.

Ya llega el tiempo en que, vibrando sobre el tallo
cada flor se evapora igual que un incensario;
sonidos y perfumes vuelan en el aire del atardecer;
¡Melancólico vals, vértigo desmayado!
 
Cada flor se evapora como un incensario;
el violín gime como un corazón dolorido;
¡Melancólico vals, vértigo desmayado!
El cielo es triste y hermoso como un místico altar.
 
El violín gime como un corazón dolorido;
un tierno corazón que odia la nada inmensa,
el cielo es triste y hermoso como un místico altar.
El sol se ahoga en su sangre que se hiela.
 
Un corazón joven que odia la nada negra y profunda,
recoge fiel las huellas de un pasado feliz,
el sol se ahoga en su sangre que se hiela.
¡Brilla en mi tu recuerdo como un relicario!











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