domingo, 10 de agosto de 2014

Antología bilingüe. W. B. Yeats (II)



Yeats es uno de los poetas representantes de la lengua inglesa: uno de los pilares de la cultura anglosajona contemporánea... pero Yeats era irlandés y su obra es puramente irlandesa, lo que significa que libre del espíritu colonial de los ingleses y ajeno al Destino manifiesto americano, su obra no pretende imponerse, lo que significa, también, que por concretos sus poemas (sobre todo cuando el escritor se deja llevar por lo que el ambiente le sugiere) pueden resultar difíciles de reinterpretar.

Sin seguir los pasos físicos del poeta no pueden entenderse del todo versos como "la piedra dura de Galway" o "o el paño gris de Connemara".

He de decir que pude visitar Irlanda durante un mes y durante todo ese tiempo llevaba en el bolsillo la Antología Bilingüe de Yeats (libro que ya había leído pero en el que no terminé de entrar) y al mismo tiempo que el clima y los paisajes irlandeses reconvertían y añadían significados a sus versos, la lectura del libro también provocaba una reinterpretación y profundización en el paisaje irlandés. Lo coloreaba.


Un ejemplo simple: la mención de las gaviotas, la piedra y el viento, en Yeats expresan cosas totalmente diferentes a lo que el lector (yo) construye al permitirse de la evocación de sentimientos asociadas a su imagen mental de sus (mis) gaviotas, su (mi) piedra y su (mi) viento. En determinados casos esta vinculación del ser humano con el paisaje y con las emociones expresadas en sus poemas puede dificultar la lectura o provocar, simplemente, demasiadas contradicciones. 


Y digo esto porque Yeats es un poeta complejo que va de la emoción al simbolismo, de la razón al arrebato mistico, pero que independientemente de lo que expresen sus poemas, se define a través del paisaje que le rodea, por eso Yeats es el poeta de Irlanda, no de sus costumbres y del espíritu de sus habitantes, sino el poeta de Irlanda como trozo de planeta, el paisaje, la tierra, el cielo, el mar, el clima... pero un paisaje que es una incógnita y al que el poeta mira con cierta incertidumbre. 



La isla del lago Innisfree.

Me levantaré e iré ahora, iré a Innisfree;
Construiré una cabaña pequeña, de barro y cañas
Tendré allí nueve surcos de habas y un panal de abejas,
Viviré solo bajo el claro de los altos zumbidos

Y allí tendré paz, porque la paz cae lentamente
Desde los velos de la mañana hacia donde los grillos cantan
Allí la medianoche es clara, la luna un resplandor púrpura,
Y la tarde se llena de alas.

Me levantaré e iré ahora, para siempre, noche y día
Escucho al agua del lago besar suavemente la costa
Mientras me detengo en el camino, o en el asfalto gris,
En lo profundo del corazón, la escucho.


No habrá segunda Troya 

Por qué habría de culparla por llenar mis días
de miseria, o de que últimamente
enseñara a hombres ignorantes la violencia,
o lanzara las calles pequeñas contra las grandes.
¿Acaso era igual su valor a su deseo?
¿Qué podría haberla apaciguado con una mente
cuya nobleza hacía simple como el fuego,
con una belleza como un arco tendido, de un tipo
que no es natural en esta época
alta y solitaria y muy severa?
Y, ¿qué podría haber hecho, siendo ella quien es?
¿Había una segunda Troya que ella pudiera hacer arder?

La máscara

"Sácate esa máscara de oro inflamado
y ojos de esmaralda"
"Oh, no querido mío, te atreves demasiado
al buscar sin son los corazones desmandados
o sabios, mas no frios."

"Habrías de hallar lo que allí hay que hallar,
el amor o el engaño."
"La máscara fue lo que ocupó tu mente
y luego hizo latir tu corazón,
no lo que está detrás."

"Sin embargo, como no quiero que seas mi enemiga
debo inquirir."
"Oh, no querido mío, deja esas cosas como están.
¿Qué importa que solo haya
fuego en tí y en mí?".

















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