domingo, 15 de diciembre de 2013

Walden. Thoreau


Estados Unidos es algo así como Babilonia, pero una vez hubo algo admirable en su mitología, en el viaje del este al oeste y en lo que fue la primera filosofía genuina de ese lado del mundo: el trancesdentalismo. Después fue el marketing, el mercadeo, y es imposible no pensar que se trata de una cultura que se traiciona a sí misma, y al mismo tiempo nos traiciona al resto de los habitantes del mundo.

Escrito en 1854 (pocos años antes de que comenzara la Guerra de Secesión), Walden es un ejemplo de independencia y de valentía, de saber que hay otra posibilidad y de asumirla. En definitiva, el diario de un hombre que se refugia en la naturaleza persiguiendo una forma de vida más cómoda y sostenible basada en la autosuficiencia. Un anarquista y un ejemplo como ciudadano.

El hermoso bosque Walden, donde Thoreau vivió solo durante dos años. 
Pero no es solo eso. A pesar de la precisión con la que Thoreau explica sus presupuestos y sus trabajos, y todo el proceso de gestión de su autonomía y supervivencia (para que quede claro que es accesible e incluso deseable) Walden también narra el proceso de la reconversión ascética, la transmisión de la experiencia de comunión con el campo, los pájaros, los peces, los árboles, las flores y la laguna sin más herramientas que el cuerpo físico tras desprenderse de todo menos de Homero (de esa parte de la civilización no pudo desprenderse).

Lawrence lo llamaba "un aristócrata del espíritu", y Henry Miller "lo mas raro de encontrar sobre la faz de la tierra: un individuo". Un pensamiento y una conducta de completo acuerdo.

Y esta la cabaña que construyó con sus propias manos. 


Decía Thoreau que el mejor gobierno es que gobierna menos, el que no existe precisamente porque los ciudadanos no lo necesitan y quizás Thoreau tenía en gran valor la palabra 'ciudadano'.

Se incluye en este volumen su ensayo 'Del deber de la desobediencia civil' donde expone que si la obligación del ciudadano es respetar el bien común, es su deber, por lo tanto, desobedecer unas normas, unas leyes y un sistema alejados y enfrentados con el bienestar de todos los demás. Thoreau pone el peso de la balanza en el poder del individuo y manifiesta que la queja y la violencia frente a la desobediencia no tienen apenas efectividad. A fin de cuentas, quejarse, protestar es necesitar un gobierno, como un menor de edad necesita protección.

''Del deber de la desobediencia civil' era el texto que Ghandi citaba como una biblia y que llevaba siempre consigo y consultaba constantemente. En él, Thoreau se muestra intransigente a colaborar con un gobierno que desaprueba moralmente por defender la esclavitud. Algo que no ha perdido vigencia y me refiero a los gobiernos desacreditados moralmente por ser cómplices de injusticia y sufrimiento. Hoy día, cualquiera que siga su ejemplo acabaría en la cárcel o repudiado por los medios. Así de mal se ha puesto la cosa.

Dice Thoreau:

Jamás habrá un Estado realmente libre y culto hasta que no reconozca al individuo como un poder superior e independiente, del que se derivan su propio poder y autoridad y lo trate en consecuencia. Me complazco imaginando a un Estado que por fin sea justo con todos los hombres y trate a cada individuo con el respeto de un amigo. Que no juzgue contrario a su propia estabilidad el que haya personas que vivan fuera de él, sin interferir con él ni acogerse a él, sino sólo cumpliendo con sus deberes de vecino y amigo. Un Estado que diera este fruto y permitiera a sus ciudadanos desligarse de él al lograr la madurez, prepararía el camino para otro Estado más perfecto y glorioso aún, al que también imagino a veces, pero todavía no he vislumbrado por ninguna parte.

El Estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, con sus sentidos. No se arma de honradez o de inteligencia sino que recurre a la simple fuerza física.

El gobierno americano, aun siendo reciente, ¿es algo más que una tradición intentando transmitirse intacta a la posteridad, aun perdiendo a cada instante una parte de su integridad? No tiene la vitalidad y la fuerza de un solo hombre vivo; porque éste puede doblegarlo a su voluntad. Es una especie de cañón de madera para el mismo pueblo. Pero no por eso menos útil, pues la gente necesita siempre alguna compleja maquinaria, y oír su estruendo, para satisfacer su idea del gobernar. Los gobiernos demuestran de este modo cómo se puede someter con éxito a los hombres, e incluso imponerse a ellos con ventaja. Excelente, tenemos que reconocerlo. Sin embargo, este gobierno jamás ha iniciado ninguna empresa por su cuenta, si no por la rapidez con la que se apartó de su camino. No da libertad al país. No ordena a occidente. No educa. Es el carácter arraigado en el pueblo americano el que ha hecho posible todo lo logrado; e incluso habría hecho algo más, si el gobierno a veces no se hubiera opuesto...

Se ha dicho y con razón que una sociedad mercantil no tiene conciencia; pero una sociedad formada por hombres con conciencia es una sociedad con conciencia. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, incluso los bienintencionados se convierten a diario en agentes de la injusticia. 

Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas, pero el progreso es lento porque la minoría no es mejor o más prudente que la mayoría. Lo más importante no es que una mayoría sea tan buena como tú, sino que exista una cierta bondad absoluta en algún sitio para que fermente a toda la masa.

Los que más me preocupan son aquellos que se dedican profesionalmente al estudio de estos temas u otros semejantes: los estadistas y legisladores, que se hallan tan plenamente integrados en las instituciones que jamás las pueden contemplar con actitud clara y crítica. Hablan de cambiar a la sociedad, pero no se sienten cómodos fuera de ella.





Suficiente como para pensar un rato...








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