domingo, 17 de febrero de 2013

Poesías reunidas 1909-1962. T. S. Eliot.


Una poesía de alusiones al mundo externo y referencias cotidianas desde la intimidad tiene en sí una curiosa capacidad de comunicación. Parece que la simple mención de ciertas perspectivas permita a los lectores compartirlas y participar del proceso creativo.

El poeta (y todos los seres humanos) vive experiencias de un modelo no discernible que puede abarcar desde el olor de un guiso hasta la lectura de Spinoza o de Foucault; algunas de estas experiencias se hunden hasta lo profundo de la mente y regresan como algo amorfo, indeterminado, exigiendo  una realización verbal (o pictórica, o plástica o musical). El poeta no puede saber lo que se avecina, pero sea lo que sea, todo su ser está orientado a esa realización (o al menos debe estarlo). Curiosamente el ego auto-interesado del sujeto  no tiene lugar en este proceso más que como catalizador: el poeta tiene que transformar su propia personalidad en una personalidad creadora, y lo hará desde un punto de vista anclado en el espacio y en el tiempo, que no influenciará, en realidad, la lectura final de su obra. Y si lo hace, es que no ha hecho bien su trabajo.

Eliot, quién plantea el sistema poético más completo y profundo del siglo XX, no es un poeta muy popular en el siglo XXI, y quizás sea por el aparente intelectualismo de su obra que, malentendido, puede conducir a cierto encriptamiento (algo así como en Rayuela) o por la perspectiva ideológica de su obra crítica (muy diferente a la de Córtazar). Decía Eliot que la capacidad de la poesía de ser memorizada inconscientemente es un criterio de autenticidad, y en este sentido, una cosa es que su obra guste o no, o que se le desacredite por sus puntos de vista conservadores, y otra muy distinta es que su poesía se olvide una vez se ha leído. Además, no puede ser tan intelectual un poeta que componía golpeando un tambor...


Sí. Se autodefinió a sí mismo como clasicista en literatura, monárquico en política y anglo-católico en religión, pero la calidad de la poesía no queda afectada por las creencias del poeta: en cuanto poeta, Eliot no cree en nada en absoluto. Su ideología, o al menos su visión del mundo es solamente real en cuanto al Eliot social o al Eliot intelectual, pero como poeta, Eliot es lo que produce, no lo que cree, y su obra es uno de los gritos silencioso mas desgarrados de inadaptación y aislamiento en la cultura occidental (exactamente igual que Rayuela). Independientemente de lo que diga Eliot, su visión suele ser tan amplia y profunda que a menudo resulta incluso contradictoria de su objetivo principal.

Como al mirar la Capilla Sixtina, apenas sabemos nada de Michelangelo, al leer sus poesías completas, sus ensayos o sus dramas irrepresentables, surge la figura del creador como un misterio: ¿Quién es Eliot? ¿Quién es el narrador The Waste Land o La canción de amor de J. Alfred Prufock? ¿Está realmente Eliot escondido detrás de tantos monólogos interiores, tantas voces y tantas percepciones y multiperspectivismo? Parece que Eliot solamente es un punto de vista, una perspectiva que escoge a los personajes para que sean ellos mismos quienes planten la cuestión principal de su obra: la caída de Europa y de la cultura occidental.

"No creí que la muerte hubiera deshecho a tantos".

Lo dice el poeta en una de las imágenes más escalofriantes de The Waste Land. Y lo dice desde un puente en Londres mientras observa a los ciudadanos entrar en una boca de metro. Seis siglos antes, esa misma frase la escribió Dante Alighieri en el canto primero de la Divina Comedia: "no creí que la muerte hubiera deshecho a tantos" mientras observaba la enorme fila de sombras que hacen cola para entrar en el infierno. Porque para Eliot, Europa y sus sistemas son la muerte y el infierno. Y los europeos, muertos en vida:

(...) Allí vi uno que conocía y le paré, gritando: "¡Stentson!"
¡Tu que estabas conmigo en las naves en Mylae!
Ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿Ha empezado a retoñar?¿Florecerá este año?
¿O la escarcha repentina le ha estropeado el lecho?
¡Ah, mantén lejos de aquí al Perro, que es el amigo del hombre,
o lo volverá a desenterrar con la uñas!"

Pero no todo es pesimismo en la obra de Eliot. Antes de la bajada moral en trineo, que representa la caída de Europa al principio del poema, aparece otro de los temas recurrentes en Eliot, el jardín secreto asociado a la niñez, con las flores y las lluvias primaverales y con una muchacha joven que representa la inocencia, "me diste jacintos por primera vez hace un año, me llamaron la niña de los jacintos", donde uno de los narradores de la Tierra Baldía, habla de "mirar en el corazón de la luz el silencio".

La primera vez que leí a Eliot no entendí absolutamente nada, pero las imágenes de sus poemas me emocionaron como las imágenes de pocos poetas lo han hecho.


Me agitan fantasías que se enroscan y se aferran en torno a
esas imágenes, la noción de alguna cosa infinitamente amable
sufriendo infinitamente...





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