En este primer volumen se dan cita, entre otros desubicados célebres, la generación Beat de Kerouac, Ginsberg y Borroughs; los hipster y el Be-bop, los Ángeles del infierno, los mods y los rockers; los situacionistas con Guy Deborg a la cabeza; los grisers americanos o la discoteca Stonewall como centro neurálgico de la toma de conciencia del colectivo homosexual estadounidense.
Y si esto no es suficiente para animaros a leerlo, os dejo alguno de los títulos de sus capítulos:
¡Que se joda el mundo!
La verdad en un solo de Charlie Parker
Electrones contra el sistema
La internacional gamberra o
El amor no es la droga, todavía...
Y un pequeño fragmento de un fragmento del manifiesto del colectivo post-situacionista británico King Mob:
En medio de la desesperada pasividad sobre un almohadilla de buen rollo, el infierno se arrastra. La pesadilla de la consumición consume al consumidor. Fumas hachís pero el hachís te fuma a ti. El disco en el equipo de música se asegura de que nadie cante o baile... y repentinamente el mundo entero de la incomunicación y la sensación de estar perdido en medio de ningún lado y de cara a los focos; el underground es sólo otro tipo de bienes de consumo, de esos artículos de consumo aduladores que siguen las mismas reglas en todas partes. Pasividad y más pasividad, aislamiento. ¿Qué es lo que está pasando? Dulcemente te joden, eso es lo que está sucediendo. Las más novedosas mercancías y las últimas actitudes se están exhibiendo, enviándose y comprándose. Todo es espectáculo. Un espectáculo que funciona solamente porque cada uno finge estar disfrutando de éste y porque cada uno piensa que es solamente él quien no encaja en la totalidad. La conformidad es un reinado del terror. The Beatles, Zappa, The Crazy World of Arthur Brown son mierda. Un montón de mierda. Productos como éstos delimitan las futuras fronteras de toda la sociedad de consumo.
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Aquí un poco de publicidad si me permitís.
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