martes, 1 de julio de 2025

Pasaje a la India. E. M. Forster


Compré este libro con catorce o quince años en 1997. Lo compré sin saber qué leería, solo por el título, porque aparecía el nombre de India en la portada y en aquel momento sentía interés en esa idea pseudomística y evasiva que nos sugiere, es decir, la promesa de una filosofía que te explique y te haga sentir mejor cuando la forma de vida de la sociedad en la que vives no te funciona. 

Buscaba una introducción a la trascendencia (y el título me pareció adecuado), pero encontré un relato que encarna un problema geopolítico y humano: el colonialismo y sus consecuencias en quienes lo sufren y en las personas que lo practican (conscientes o inconscientemente). Casi treinta años más tarde encontré el ejemplar en la casa de mis padres. Literalmente se cayó de una estantería mientras hacía limpieza y seleccionaba libros para llevarme. 

Se trata de una novela clásica en el sentido formal de la palabra, pero perfectamente construida. E. M. Forster utiliza sus experiencias personales para describir en Pasaje a la India el nacimiento de una nación: la India; y en concreto del desarrollo del movimiento de independencia indio que nace de su propia historia y del rechazo a la prepotencia y las humillaciones del Raj británico

Ya en el segundo capítulo se plantea la pregunta que sirve como germen de la novela. Unos personajes indios discuten sobre si es posible ser amigo de un inglés. para los indios que han estudiado en Europa es más fácil ser amigo de los ingleses en Inglaterra que en India; cuando llegan al país para ocupar un cargo administrativo, dicen, acaban desconfiando de las personas nativas y marcando las distancias. 



El colonialismo permanece como una superestructura que configura la personalidad, las emociones y la visión de quienes viven o se benefician de él. Por este motivo, resulta complicado empatizar con ninguno de los personajes, porque los cuatro protagonistas (que se sienten atraídos entre ellos por los lazos de la amistad) sufren las consecuencias del colonialismo que les empuja a cometer errores. Errores irreversibles. Precisamente mostrar la debilidad de los personajes es el gran acierto de Forster. 

Cada personaje ve lo que quiere ver en India, un misterio, una aventura, un problema o una víctima. La confusión de la india para un estereotipo europeo que quiere acercarse a la población india sin descolonizar su mente provoca una confusión terrible en Adela, una confusión que destruye la posibilidad de la amistad. El orgullo de una nación en ciernes pisoteado por los ingleses también impide el perdón y la empatía en Aziz, pero es fácil justificarle: "No podremos ser amigos hasta que India no sea una nación", le dice Aziz a Fielding casi al final de la novela. 

Algunos fragmentos: 

Apartando a Aziz le gustaba oír hablar de su religión. La parte más superficial de su mente se calmaba con ello, permitiendo que por debajo se formaran bellas imágenes. Al terminar la ruidosa perorata del ingeniero, Aziz dijo: “ese es exactamente mi punto de vista”. Extendió la mano con la palma hacia arriba y empezaron a brillarle los ojos y a llenársele de ternura el corazón. Apartando más la colcha, recitó n poema de Galib. No tenía conexión con lo sucedido anteriormente, pero le salió del corazón y conmovió a sus oyentes, que se sintieron dominados por su patetismo; lo patético -todos estaban de acuerdo- es la cualidad más elevada del arte, un poema ha de afectar a quien lo escucha haciéndole tomar conciencia de su debilidad, y debe al mismo tiempo formular alguna comparación entre la humanidad y las flores. En el sórdido dormitorio cesaron los ruidos; mientras palabras que todos aceptaban como inmortales llenaban el aire indiferente, quedaron en suspenso las estúpidas intrigas, las habladurías, los descontentos superficiales. Sintiéndola como verdad tranquilamente y no como grito de batalla, les embargó la convención de que la India era una; de que era musulmana; de que siempre lo había sido; y esa seguridad les duró hasta que volvieron de nuevo la vista hacia la calle

(...)

Pero Adela había conseguido helar la mente oriental al mismo tiempo que le quitaba un gran peso de encima, y el resultado era que Hamidullah difícilmente podía creer que fuese sincera, y, en realidad, desde su punto de vista de vista no lo era. Porque su comportamiento descansaba sobre la sinceridad y la justicia entendidas de la forma más fría imaginable; al retractarse, Miss Quested no había sentido amor por aquellos a quienes había perjudicado. La verdad no es la verdad en esa tierra tan exigente a no ser que vaya unida a la amabilidad, seguida de más amabilidad y luego otra vez de más amabilidad aún; a no ser que la Palabra que estaba en Dios también sea Dios. Y el sacrificio de la muchacha -tan meritorio según las ideas occidentales- era rechazado con toda justicia porque, aunque venía de su corazón, no lo incluía. Unas cuantas guirnaldas, colocadas por los estudiantes alrededor de su cuello, era todo lo que la India iba a darle como recompensa. 

(...)

-Ya lo sé, amigo mío, ya lo sé; no tienes por qué poner una voz tan solemne y llena de ansiedad. Sé también lo que vas a decir a continuación: No hagas que Miss Quested te pague, y así los ingleses podrán decir: "He aquí un nativo que se ha portado como un caballero; si no fuera por su piel morena casi le dejaríamos ser miembro de nuestro Club". El beneplácito de tus compatriotas ha dejado de interesarme; me he vuelto antibritánico, y tendría que haberlo hecho antes, porque así me hubiese evitado muchas calamidades. 

POSDATA SOBRE EL RACISMO: la novela se equilibra en torno a un enfrentamiento arquetípico entre dos culturas. Un enfrentamiento que parece inevitable dadas las diferencias. Pero, en realidad, el enfrentamiento y la oposición no es cultural (más allá de malentendidos de protocolo y cortesía), sino política: el colonialismo occidental y la población sometida. 

Además, en el cartel de la película de David Lean, aparecen los actores británicos: Alec Guinness disfrazado de indio, Judy Davis y James Fox. Pero no aparece el protagonista principal vinculado con Adela: Víctor Banerjee. 




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