miércoles, 19 de septiembre de 2012

La energía de los esclavos. Leonard Cohen.


Lo dijo Leonard Cohen: "no soy poeta ni músico, pero los músicos me aceptaron como músico y los poetas, como poeta".

Leonard Cohen ya era un escritor conocido en Canadá y Francia antes de darse cuenta de que en la música había un poco más de negocio (así lo explica), o al menos la posibilidad de llegar a más gente. Bautizado en el mundo de la farándula con los libros Let Us Compare Mythologies o Flowers to Hitler, su carrera continuaría entre libros, mujeres, discos, giras de conciertos por todo el mundo y depresiones continuas y admirables renacimientos y reinvenciones. En fin, uno de los artistas más importantes del siglo XX, algo que sabe casi todo el mundo. Pero en el principio era poeta.

Y continúa siéndolo todavía. Lo cierto es que la calidad lírica de sus canciones eclipsa un poco su faceta literaria, igualmente cruda y liberadora, pero diferente. En los poemas, Leonard demuestra un conocimiento profundo de la literatura anglosajona y un buen manejo de la ironía para alejarse del poema. Como bien explicaba T. S. Elliot: el poeta trabaja con percepciones y sentimientos individuales que están dentro de él, pero debe crear con ellos algo distinto a sí mismo. En concreto, decía: "mientras más perfecto el artista, más completa será en él la separación entre la persona que sufre y la persona que crea".

Siguiendo a la mejor escuela aglosajona, como también hizo Cernuda, Leonard, como poeta, huye del pathetic fallacy -algo así como el engaño sentimental, el excesivo yoísmo emocional de los poetas sin experiencia- y del purple patch o trozo de bravura, que lo podemos entender como la bonitura, la finura de la expresión, para crear un poemario aparentemente seco y frío pero absolutamente descarnado, revelador y universal.

Explica Leonard: "después de ser padre, y tras un tiempo de recapacitación, volví a sentir confianza en mi mismo; me di cuenta de que buena parte de mis depresiones habían venido de las drogas y me replanteé todo. Saqué La energía de los esclavos, un nuevo libro poético de textos en verso libre, que son quizás mis versos favoritos. En ellos di rienda suelta a todo el cinismo que llevaba encima, un cáustico examen de la política y de las guerras que asolaban el mundo. No pretendí dar soluciones, sino mostrar esa angustia impotente que a todos nos atenaza".

Podría poner cualquier canción suya ahora, pero mejor mis poemas preferidos del libro: 

16

Ya no estoy en mi mejor momento para practicar 
el oficio de los versos.
Se me da mucho mejor 
estar en el cuarto ropero con Sara.
Pero incluso en este mundo alternativo
tampoco estoy ya en mi mejor momento.
Necesito
la compasión de mi propia atención.
Quién podría haber imaginado
que el corazón envejece
del contacto con otros.

20

Siempre intento mantenerme en contacto esté donde esté.
No digo que te amo.
No digo que lo haya solucionado.
El sol entra por el tragaluz.
Mi trabajo me llama
dulce, como el sonido del arroyo
que pasa junto a mi cabaña de Tennessee.
Escucho sentado en mi mesa
y estoy casi dispuesto a perdonar
a los que intentaron aplastarnos
con sus magníficos sistemas.
Tu belleza está en todas partes,
la que destilamos juntos
de los tiempos difíciles.

Nunca sentirás que te dirijo.
Huyo para siempre de tu homenaje.
No tengo ninguna intención de encadenarte.
No tengo nada pensado para ti.
No tengo oraciones en las que incluirte.
Vivo para ti, sin pensar en lo que mereces
o en lo que no mereces.

21

Tus ojos son muy poderosos.
Intentan tullirme.
Pones toda tu fuerza en tus ojos
porque no sabes lo que hay que hacer
para ser un héroe.

Te has confundido de ideal.
No eres un héroe,
sino un tirano
lo que aspiras a ser.
Es por eso por lo que la debilidad
es tu cualidad más atractiva.

No tengo planes para ti.
Tus peligrosos ojos negros
se clavan en la chica más cercana
o en el espejo más próximo
mientras vas esperanzado
de profesión en profesión.

39

Se sentó al piano
la más bella pianista del mundo,
vestida con una bata de fotógrafo.
Yo estaba hojeando las páginas amarillas
de mi viejo corazón de esclavo
en busca de algo mejor que la gratitud.
Cuando sobre la parte mucosa ella colocó
el más pequeño y majestuoso barco de vela
que jamás haya devuelto el mar.
Diciendo: a veces estoy contigo.
A veces tengo que ir donde
el hombre es un extraño a su dolor.




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isolagnosis.blogspot.com.es

sábado, 15 de septiembre de 2012

Residencia en la tierra. Pablo Neruda.


Quizás fue el primer verso que leí consciente de su poder poético: sucede que me canso de ser hombre. Así que a pesar de que no me agrada Neruda, durante algún tiempo me obligué a disfrutarlo. "Eso" era poesía y a mi tenía que gustarme. Sobre todo el poema Walking arround. 

No fue en un libro donde leí ese verso. Exactamente era una frase de una de las primeras canciones que escuché consciente del efecto emocional de la música.



Aunque, por lo general, hoy día está muy extendida la idea de la poesía como comunicación y expresión de una experiencia, y del poeta como alguien capaz de expresarla de un modo original, bello y placentero, el arte y la creación poética podría tener más que ver con el totemismo y la creación de objetos de poder, que con la simple expresión original de sentimientos y percepciones más o menos profundos.

Neruda no es un mago precisamente. Neruda es un comunicador que vivió antes de la era de la televisión. Alguien que habla a gritos sobre sí mismo intentando que el público siempre esté atento a él. Intentando captar la atención del espectador utilizando todos los recursos posibles, embaucándole con frases sonoras y rimbombantes y con imágenes, originales (eso sí) y exuberantes. Pero no es solo Neruda, consciente o inconscientemente lo hacen todos los poetas. O, digamos, que mucha gente piensa, incluso, que así debe ser la poesía. Y así la hacen.

El poeta, el artista, como el chamán, trabajan con materiales que al mismo tiempo son físicos y mentales. Trabajan con sus manos dando forma al barro, utilizado estructuras y significantes tomados de la realidad mental o física del entorno. Pero al manipular estos objetos concretos, al darle texturas, colores, tonalidades, perspectivas, puntos de vistas, transforman al mismo tiempo el caudal de connotaciones que dichos objetos contienen. Y la connotación siempre está en el público.


El poeta, al igual que el artista, no puede hacer otra cosa que dotar a un objeto (colores, formas, palabras, imágenes) con la cualidad de ser introspectivamente sugerente. Todos pueden ser artistas simplemente paseando un rato por la calle. Como  el chamán, que le otorga a una estatua el poder religioso o mágico tras una extraña ceremonia pública. Cualquiera puede concederle a un objeto, a un paisaje, a una sensación, la capacidad de sugerirle algo que  está más allá de lo simplemente material. Eso es el arte.

Lo dijo E. M. Forster en Aspectos de la novela (1927), "la ficción es más verdadera que la historia, porque va más allá de los hechos". El arte profundiza.

Por lo tanto, poco importa el poeta, el artista. Una vez terminada la obra, solo importa la obra. Deberían de publicarse anónimamente, pero a los poetas eso no les gustaría.

 La poesía y el arte no cumplen una función exclusivamente comunicativa, sino principalmente introspectiva. Algo que la mayoría de los poetas (Neruda a la cabeza) no entienden. Y al estilo de Baudelaire, pretenden covertirse en el objeto, fin y sentido de sus poemas. Baudelaire lo hizo de otro de modo (Baudelaire era el poema, era la sugerencia), la mayoría de los poetas actuales no se lo piensa dos veces, y creen que sus ocurrencias, su punto de vista de las cosas, por sensible y poeta, es suficientemente importante como para que alguien pierda el tiempo leyéndole, o peor, comprando sus obras. Neruda a la cabeza.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El alma se apaga. Lajos Zilahy.


No era un genio Lajos Zilahy precisamente. Un escritor de oficio, que no lo hace mal. Bueno, lo hace bien. Escribe novelas, cierra tramas, construye personajes, esas cosas. A veces incluso profundiza en los comportamientos, percepciones y sentimientos humanos. Pero no va mucho más allá de lo que supone elaborar una novela sensata y leíble y por momentos con una visión del mundo un tanto mediocre y simplona. Que también tienen su mérito. Supongo.

Es curioso y significativo que fuese uno de los escritores más leídos en España durante las décadas de los 30 y 40 del siglo XX. No sé si tiene que ver eso con que en España apenas existan buenos novelistas. O que sólo dejaban leer novelas que no se salieran mucho del tiesto...


Este libro tiene su mérito incluso, porque se aleja del romanticismo de sus primeras novelas como Primavera mortal o Cárcel del alma, para ofrecer una novela intimista sobre la recuperación del pasado y la búsqueda del presente en los recuerdos que desaparecen.

Pero además El alma se apaga cuenta de nuevo la historia de Estado Unidos, de los inmigrantes que dejaron su país huyendo de la pobreza para construir un mundo que prometía democracia universal, progreso y el triunfo del esfuerzo. Algo que ya parece muy antiguo, por cierto.


martes, 4 de septiembre de 2012

Hojas de Hierba. Walt Whitman.


Cualquier persona que busque algo verdadero dentro de sí mismo incurrirá en numerosas contradicciones, que desde fuera serán criticadas con dureza por quienes piensan que un ser humano debe ser firme y constante como un ladrillo. Igual, cualquiera que pretenda ser sincero (consigo mismo o con los demás) deberá reconocer por el camino muchísimos pensamientos negativos, errores, maldades y vergüenzas que le permitirán expresarse (y liberarse) de un modo completo. Algo así pasa con la obra de Whitman. Tan grande como pequeño, tan genio como mediocre y tan valiente como cobarde.

En Hojas de hierba, monumento literario que recoge toda su poesía, el YO del poeta se convierte en centro de la obra, de la vida y de su tiempo y del futuro en la sincronía y la diacronía. Pero su YO es un YO oculto que nunca llegamos a conocer. Como intentar encontrar a Michelangelo en la Capilla Sixtina. Whitman lo confiesa todo, al menos lo que sabe que es común a todas las personas, para que cómo él mismo explica, el lector lo enriquezca con lo suyo. Una teoría del arte utilitaria que ofrece toda la interpretación de su obra al lector para que la compare y la comparta.

Así, el supuesto YO ególatra de Whitman se convierte en un todo indescifrable.

De la cuna que se mece eternamente.

Es uno de los poemas más conmovedores de Hojas de Hierba. Y solo de él quiero hablar ahora.

Su origen hay que buscarlo en una reminiscencia de un suceso que le ocurrió en la niñez, cuando todavía no tenemos formado nuestro carácter y en cierto sentido nuestro mundo interno es más parecido al de los demás. El poema cuenta algo que le sucedió en el momento justo para enraizar con un sentimiento de abandono y señalarlo para siempre en su experiencia: en una noche de septiembre, paseaba por la playa y sobre el sonido de las olas, percibió el niño Whitman, el canto de un pájaro que había perdido a su pareja.

El poema habla de la soledad y aunque muchos críticos lo simplifican en una relación amorosa frustrada, solamente lo enriquecen convirtiéndolo en una alegoría de recuerdos compartidos que habla del presente, del pasado y del futuro. Es el poema de la pérdida del amor materno, del niño que vagabundea solitario y se rencuentra con su soledad y debe asumirla, como se debe asumir la muerte en la vida.

Las imágenes del poema son el muchacho, el pájaro y el mar. Pero resulta complicado saber si su tono predominante es de conformidad o de fracaso. El pájaro representa la voz alarmista de la experiencia que le enseña al niño la lección de una vida solitaria y sin amor, convirtiéndole en un poeta, un sabio, que muere y renace una y otra vez como las olas del mar:

a lo que el mar,
sin demorarse, sin apresurarse,
me respondió con un susurro en medio de la noche,
y muy claro antes del alba,
me balbuceó muy bajo la deliciosa palabra muerte.


Un poema de Hojas de hierba:

Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo, 
Y he dicho que el cuerpo no es más que el alma; Y que nada, ni siquiera Dios, es más grande para cualquiera que una partícula de sí mismo, Y que cualquiera que marche un kilómetro sin simpatía, avanza hacia sus funerales cubierto con su mortaja, Y que tú o yo, sin un céntimo en el bolsillo, podemos adquirir lo mejor que en la tierra existe, Y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela en su vaina confunde la sabiduría de todos los tiempos, Y que no existe trabajo o empleo que, siguiéndolo un hombre joven, a la postre no lo convierta en un héroe, Y que no hay objeto, por frágil que sea, que no sirva de eje para la rueda del universo, Y yo le digo a todo hombre y a toda mujer: que tu alma se mantenga serena y tranquila ante un millón de universos. Y yo le digo a la humanidad: no te muestres curiosa en cuanto a Dios, Yo, que tengo curiosidad por cada cosa, no manifiesto curiosidad alguna en cuanto a Dios; (No hay palabras suficientes para expresar hasta qué punto estoy en paz con Dios y con la muerte.) Yo escucho y contemplo a Dios en todo objeto, pero no lo comprendo bajo ningún concepto, Tampoco concibo que pueda existir algo más maravilloso que yo mismo. ¿Por qué he de pretender que Dios es mejor que este día? Algunas veces veo a Dios en cada una de las veinticuatro horas del día, y también en cada instante; En los rostros de los hombres y de las mujeres veo a Dios, y en mi propio rostro cuando me contemplo ante el es pejo; Encuentro cartas de Dios abandonadas en las calles, y cada una lleva la firma con el nombre de Dios, Y yo las dejo donde están, porque sé que en cualquier lugar donde yo vaya, Con la misma puntualidad, otras cartas llegarán y llegarán.